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Esto es lo que dice la UC sobre las posibilidades de ser elegido de las listas de espera de admisión

Nichola Soleta, a high school student, stands smiling on a lawn.
Nichola Soleta, estudiante de último año en Buena Park High School, se comprometió con Cal State Fullerton mientras espera noticias de UC Santa Barbara.
(Jason Armond / Los Angeles Times)
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Anika Madan, estudiante de último año de la escuela secundaria Sunny Hills en Fullerton, tenía un currículum escolar impresionante cuando solicitó la admisión en seis campus de la Universidad de California este otoño: un promedio de 4.6, 11 cursos de nivel universitario, puestos de liderazgo estudiantil y servicio comunitario construyendo manos robóticas para personas con discapacidad.

Fue aceptada en los campus de la UC de Irvine, Riverside y Santa Bárbara, pero quedó en lista de espera en Berkeley, Davis y San Diego.

Una vez más, está en vilo -junto con decenas de miles de estudiantes-, ya que esta semana comienza otra fase de la temporada de admisiones en la UC que está batiendo sus propios récords. Los campus se sumergen en sus enormes listas de espera, seleccionando a los estudiantes para ocupar las plazas de aquellos que rechazaron las ofertas de la UC antes del día de la decisión universitaria del 1 de mayo. Para los que están en la lista de espera, esta próxima ronda está provocando más ansiedad, frustración e incluso desafíos, ya que intentan decidir si aguantan para recibir una oferta de un campus favorecido o simplemente siguen adelante.

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¿Cuáles son las posibilidades de ser aceptado si se encuentra en la lista de espera?

El año pasado, los campus universitarios de la UC hicieron más de 112.000 ofertas para entrar en una lista de espera y los estudiantes aceptaron más de la mitad de ellas. La UC finalmente ofreció unas 34.000 plazas a los jóvenes en lista de espera, más del doble que en 2019. Las tasas de admisión de los estudiantes en lista de espera aumentaron en la UCLA al 19% en 2020. En San Diego incrementaron 27%; Irvine 24%; Riverside 67%; y Santa Cruz al 86% desde el 62%. Berkeley y Davis también aumentaron sustancialmente sus ofertas a 1.667 y 4.282, respectivamente, el año pasado con respecto a 2019, pero sus tasas de admisión no estaban disponibles inmediatamente.

El problema es que el año pasado apenas es una guía, y las incertidumbres gobiernan la temporada.

Los directores de admisión de la UC dicen que la pandemia echó por tierra sus modelos de predicción sobre quién se inscribiría el otoño pasado, ya que miles de estudiantes admitidos decidieron pasar un año de clases en línea y dormitorios sustancialmente cerrados. Esto, a su vez, hizo que los campus se apresuraran a cubrir las plazas vacantes con un número inusualmente alto de jóvenes en lista de espera.

La Universidad de Berkeley, por ejemplo, se vio afectada por una pérdida de inscripciones de última hora de unos 800 estudiantes el pasado otoño, lo que le costó al campus 60 millones de dólares en concepto de matrícula de alumnos no residentes, según informó la rectora Carol Christ a los regentes de la UC el año pasado. Como resultado, Berkeley ofreció admisión a 571 estudiantes más en lista de espera que en 2019.

Para garantizar que se puedan alcanzar los objetivos de inscripción, varios campus de la UC extendieron al menos el mismo número o más de ofertas de lista de espera este año, dijeron los funcionarios.

“Impredecible no es una palabra lo suficientemente fuerte para describir el verano pasado”, dijo Gary Clark, director de admisiones de pregrado de la UCLA. “Hay algunos años en los que vamos a la lista de espera para un buen número de estudiantes, pero hay otros años en los que... puede haber muy, muy pocas ofertas en esa lista. Así que lo que ocurre en un ciclo de admisión anterior no es un predictor de lo que va a ocurrir en un ciclo de admisión futuro porque cada año es diferente”.

La UC Santa Bárbara ofrece un ejemplo extremo. El año pasado, la universidad extendió las ofertas de admisión al 97% de los estudiantes en lista de espera, lo que supuso un aumento del 10% el año anterior. La directora de admisiones del campus, Lisa Przekop, dijo que no espera que ese pico se repita este año, pero que su equipo ha vuelto a ampliar la lista de espera para cubrir sus expectativas.

“La gran cuestión que nos pone muy nerviosos es que no sabemos cuál será el comportamiento de los estudiantes”, manifestó.

La pandemia ha puesto patas arriba los indicadores tradicionales que ayudaban a las conjeturas. Sin visitas reales al campus ni jornadas de puertas abiertas, es más difícil calibrar el interés de los estudiantes, expuso Przekop. Aunque la UC pretende reabrir cuidadosamente este otoño con algunos dormitorios en el campus y clases presenciales, un aumento inesperado de los casos de COVID-19 podría provocar otro cierre y la pérdida de alumnos. La economía está mejorando, pero si empeora y los estudiantes abandonan los estudios, eso también podría afectar a las listas de espera.

“¿Estamos al otro lado de la pandemia? ¿Es la economía lo suficientemente fuerte? ¿Quién sabe?”, dijo Adele Brumfield, vicerrectora asociada de gestión de inscripciones de la UC San Diego. “Mi trabajo y el de mi equipo es protegernos de las incógnitas para asegurarnos de que tenemos suficientes alumnos. Pero confío en que alcanzaremos nuestro objetivo de matriculación. Esa es la bendición de tener un grupo de solicitantes tan robusto con tantos estudiantes con talento”.

Pero ser miembro de la lista de espera puede ser desalentador. Anika, por ejemplo, se ha comprometido con Irvine, pero espera salir de la lista de espera en Davis, su principal opción por el entorno verde del campus, la facultad de medicina altamente calificada y la rica variedad de clases que se ajustan a sus planes de especialización en psicología.

“Estoy contenta de haber conseguido varias admisiones, pero me agobia tener que esperar más”, dice Anika. “El proceso de la lista de espera es muy largo y agotador”.

Nichola Soleta looks over a computer and textbook in a classroom
Nichola Soleta, estudiante de último año en Buena Park High School, planea estudiar para maestra de educación primaria en Cal State Fullerton este otoño.
(Jason Armond / Los Angeles Times)

Algunos estudiantes no están dispuestos a esperar. Nichola Soleta, alumna de último año de Buena Park High, esperaba ser admitida en un campus de la UC con su promedio de 3.8, una vida inusual viviendo alrededor del mundo con dos madres en el Ejército, animadora del equipo universitario, una empresa de ropa y liderazgo en el anuario y otros clubes escolares. Pero fue rechazada en Berkeley, San Diego e Irvine y quedó en lista de espera en Santa Bárbara y Riverside.

Considera que Santa Bárbara es la mejor opción porque ofrece un programa de educación primaria que se ajusta perfectamente a sus objetivos profesionales. Pero ha decidido comprometerse con Cal State Fullerton, que ofrece un programa de enseñanza similar, y no piensa cambiar de opinión.

No es lo que imaginaba para sí misma. Siempre esperó ir a una escuela de la UC, dijo, con el prestigio, las conexiones, la independencia de vivir en un alojamiento para estudiantes lejos de casa.

“La forma en que nos educan, especialmente en California, es que te dicen que la UC es la mejor universidad a la que podrías entrar que no sea una Ivy League”, dijo Nichola. “Pero cuando miro el hecho de que me pusieron en la lista de espera, como que te da la sensación de que no era suficiente. Siento una mayor valía en una escuela que me aceptó, porque si me valoró”.

Para los profesores y orientadores de los institutos, este tipo de historias son cada vez más frecuentes a medida que se intensifica la competencia por las plazas de la UC. Hace diez años, por ejemplo, el 28% de los solicitantes de Santa Monica High para la UCLA fueron admitidos; esa cifra se redujo al 18% el año pasado. Aunque las cifras definitivas de admisión de este año no están disponibles, los responsables de la escuela dicen que los resultados parecen aún peores.

“Este año fue realmente brutal”, dijo Claudia Bautista-Nicholas, una profesora de español de Santa Monica High. “Muchos chicos fueron rechazados por todas las universidades que solicitaron. Tristemente, abril se ha convertido en el mes de la depresión para nosotros porque reciben todos estos rechazos”.

Cyndy McDonald, consejera universitaria independiente de Central Valley, dijo que los estudiantes en lista de espera deben afrontar el hecho de que las posibilidades de una oferta de admisión a la UC son generalmente bajas.

“No es como ir a Costco y si esperas lo suficiente entrarás”, subrayó. “Acepta la oferta de la lista de espera, pero no cuentes con ella. Elige una escuela en la que hayas sido admitido y sigue adelante. Eso ayudará a crear expectativas realistas, porque para algunos estudiantes es muy desmoralizante. Piensan: ‘Nadie me ha querido’”.

La consternación entre esos jóvenes duele a los directores de admisión de la UC, que dicen que solo ponen en lista de espera a los solicitantes excelentes que pueden tener éxito en la rigurosa universidad pública de investigación, pero que la financiación estatal controla el tamaño de las matrículas.

“Lo que creo que es realmente importante es que este año hemos admitido a 15.500 residentes de California, y los siguientes 15.000 eran también estudiantes fantásticos que cualquier universidad del país estaría encantada de tener”, dijo Dale Leaman, director ejecutivo de la oficina de admisiones de grado de la UC Irvine. “No es solo un número en una lista de espera”.

A diferencia de algunas universidades privadas, la UC no clasifica a los estudiantes en lista de espera ni tiene en cuenta su capacidad de pago a la hora de ofrecerles la admisión. Los funcionarios dicen que sus selecciones son generalmente una continuación del proceso de admisión regular, con la consideración de las puntuaciones originales de los estudiantes de los lectores de solicitudes y si sus áreas de estudio previstas llenan los huecos de matrícula ese año.

En la UC Davis, por ejemplo, el año pasado se ofreció la admisión a la mitad o más de los jóvenes en lista de espera para estudios religiosos, matemáticas y ciencia y gestión animal, lo que supone un aumento significativo respecto a 2019. Solo 1 de cada 5 estudiantes fue admitido en algunas de las carreras más populares: economía empresarial, informática y psicología, por ejemplo.

La UC Riverside multiplicó por más de cuatro el número de ofertas de admisión a los estudiantes en lista de espera para la Facultad de Ingeniería el año pasado, pero redujo el número de ofertas para los solicitantes de la Facultad de Educación.

Emily Engelschall, directora de admisiones de la UC Riverside, dijo que los estudiantes en lista de espera no deben presentar cartas de interés continuado, una declaración de aceptación de una oferta de admisión o un compromiso de aplazar la matrícula durante un año -acciones comúnmente sugeridas por los consultores universitarios para aumentar las posibilidades de admisión- porque el campus no las tendrá en cuenta. Pero los jóvenes que aceptan una oferta de lista de espera pueden escribir una declaración de 200 palabras sobre por qué creen que el campus en cuestión es el lugar adecuado para ellos.

En la UC Santa Cruz, la directora de admisiones, Michelle Whittingham, dijo que ni siquiera utilizaría las listas de espera si no fuera necesario. Pero la predicción de la matrícula -una disciplina que pretende fusionar la ciencia del análisis de datos con las conjeturas para anticiparse a los caprichos de los adolescentes- puede ser arriesgada. Los errores de cálculo han provocado fiascos en los últimos años en la Universidad de Irvine, la Universidad de Santa Cruz y la Universidad Politécnica de San Luis Obispo, donde cientos de estudiantes aceptaron ofertas de admisión más allá de lo previsto. Admitir a un número conservador de alumnos y luego llenar los huecos con listas de espera ha demostrado ser una apuesta más segura, aunque más tensa emocionalmente para los solicitantes.

“Las palabras más importantes para que los estudiantes entiendan: Te vemos, reconocemos tus logros y te valoramos”, dijo Whittingham. “Si nuestras predicciones sobre el comportamiento de los estudiantes fueran 100% exactas y la capacidad nunca cambiara, no necesitaríamos listas de espera. Reconozco plenamente lo difícil que es para los jóvenes y las familias. El consejo es que mantengan sus opciones abiertas y que, por favor, sean pacientes con el proceso”.

Anh Nguyen está dispuesta a seguir ese consejo. La estudiante de último año de Buena Park High, que emigró de Vietnam a los 6 años sin saber inglés, pero que ahora es una de las mejores de su clase con un promedio de 4.67, ya tiene una gran opción universitaria: una beca completa para estudiar biología en la Universidad de California en Irvine. Por el momento, está comprometida allí, pero UCLA es la universidad de sus sueños. Si consigue salir de la lista de espera, planea cambiarse.

Así que sigue esperando.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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