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La sequía empeora; ¿debería California imponer restricciones de agua más duras?

A truck crosses the Enterprise Bridge at Lake Oroville, which is 33% full
Un camión cruza el puente Enterprise, en el lago Oroville, que estaba lleno al 33% y al 40% del promedio histórico cuando esta foto fue tomada, el 30 de junio, en Oroville.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)
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Cuando el gobernador Gavin Newsom pidió a los californianos que cuidaran el agua voluntariamente, la semana pasada, mientras se encontraba frente a la costa en retirada en el lago López, del condado de San Luis Obispo, algunos debieron haber tenido un déjà vu.

Fue hace solo seis años cuando el ex gobernador Jerry Brown se paró en un campo cerca de Lake que estaba desprovisto de nieve -normalmente abundante en la zona- y pidió restringir el uso del agua en medio de la prolongada sequía del estado.

Pero en ese momento, Brown había dejado de ‘pedir’. En abril de 2015, ordenó a las ciudades y pueblos de todo el estado que redujeran la utilización de agua en un 25%, las primeras restricciones de tipo obligatorias en todo el estado en la historia de California, que arruinaron el césped y acortaron las duchas por una suma de más de 500 mil millones de galones ahorrados ese año.

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Mientras los californianos se preguntan cuándo vendrán las restricciones de agua obligatorias, los funcionarios y expertos, incluidos aquellos que desempeñaron un papel en el tratamiento de la sequía de 2012-2016, creen que el ritmo y la estrategia de la respuesta actual de Newsom incorpora suficientemente los conocimientos adquiridos del pasado.

Sin embargo, el enfoque del gobernador también ha frustrado a algunos científicos, que consideran que sus acciones son demasiado escasas y tardías, ya que las temperaturas récord intensifican la escasez de agua, particularmente en las partes norte y central del estado.

Newsom, quien se enfrentará a una elección revocatoria en septiembre, pidió a los californianos el 8 de julio pasado que redujeran voluntariamente su uso de agua en un 15% en comparación con el año pasado y expandió su estado de emergencia regional por sequía a 50 condados, hogar de aproximadamente el 42% de la población.

“Somos optimistas de que los californianos van a cumplir, tal como lo han hecho en el pasado”, afirmó el secretario de la Agencia de Recursos Naturales, Wade Crowfoot. “Y si la sequía persiste y las condiciones empeoran, obviamente tendremos que contemplar otras acciones, incluidas las restricciones obligatorias”.

Las condiciones ya parecen estar superando la sequía anterior: las escasas lluvias invernales provocaron una capa de nieve mínima en las montañas de Sierra Nevada y el calor primaveral evaporó buena parte de la escorrentía que se esperaba fluyera hacia los embalses.

Según Felicia Marcus, quien trabajó en estrecha colaboración con Brown como presidenta de la junta estatal de agua durante la última sequía récord de California, el pedido de conservación voluntaria de Newsom fue un comienzo prudente. “Todo el tiempo se puede hacer más, o se podría haber hecho más a principios de año. Siempre hay ‘podríamos/deberíamos’, pero este es un buen paso”, destacó Marcus, quien ahora es miembro visitante en la Universidad de Stanford. Ella espera que los funcionarios estatales tomen una decisión sobre las restricciones obligatorias al monitorear los suministros de agua disponibles y rastrear los datos para ver si las comunidades prestan atención al pedido voluntario de Newsom para ahorrar agua.

“Necesitamos acelerar todo lo que pensamos que teníamos que hacer, incluso hace cinco años, frente al cambio climático, porque claramente está llegando más difícil y más rápido de lo que esperábamos”, destacó Marcus. “Creo que se necesita […] planificar para lo peor, y no solo esperar lo mejor”.

Peter Gleick, un veterano científico del agua y fundador del Pacific Institute, en Oakland, es más crítico con la toma de decisiones del gobernador. Según él, la investigación muestra que una reducción voluntaria del 15% en el uso del agua sería relativamente indolora tanto para el sector agrícola como para los californianos en las áreas urbanas.

“Debería haberse hecho hace dos o tres meses. No es como si no se hubiera visto venir esta sequía”, destacó Gleick. “Lamento que no sea más del 15%. También que no sea obligatorio, porque ahora estamos peor que en el tercer y cuarto año de la grave sequía anterior”.

La pregunta de por qué Newsom no ha declarado una emergencia por sequía en todo el estado puede responderse en gran parte mirando al pasado, en las críticas que Brown recibió de los distritos de agua locales encargados de implementar sus restricciones obligatorias.

“Cuando se produjo esa reducción del 25%, hubo muchas críticas de las agencias locales que decían: ‘No necesitamos reducir, tenemos suministros adicionales’ y ‘Nos están castigando por el trabajo que hemos realizado, ya está hecho como preparación’”, señaló Rachel Ehlers, analista de políticas de agua en la Oficina del Analista Legislativo.

Elhers, Crowfoot y otros veteranos observadores de la política del sector creen que las agencias de agua más pequeñas, que dependen de un solo pozo o fuente subterránea, a menudo miran más amablemente la intervención estatal durante tiempos difíciles de sequía. Pero los grandes distritos urbanos, como el Distrito Metropolitano de Agua del Sur de California, que invirtieron fuertemente en reservorios y plantas de reciclaje, han dejado en claro que ellos, y sus presupuestos, que dependen del suministro de agua a los clientes, prefieren actuar de forma independiente.

Esas posturas, junto con la legislación de 2018 que exigió que los distritos de agua locales hicieran una planificación más intensiva de la gestión del agua, llevaron al estado a estar más en sintonía con los servicios públicos y sus circunstancias únicas, destacó Ehlers.

El sur de California, por ejemplo, se ha salvado de la orden de emergencia de Newsom. Las condiciones no han sido tan secas y los ejecutivos de servicios públicos consideran que el almacenamiento del suministro de agua les otorgó más flexibilidad.

“Dedicamos mucho esfuerzo a aprender de la última sequía y pusimos un marco en el que las empresas de agua tenían que desarrollar sus propios planes para reaccionar ante la escasez”, señaló Brad Coffey, gerente de grupo en el Distrito Metropolitano de Agua del Sur de California. “Así que pensemos en la sabiduría de permitir que esos planes entren en vigencia, en lugar de intervenir y anularlos al decidir hacer otra cosa a escala estatal”.

Es mucho más probable que los californianos recuerden las pioneras restricciones obligatorias de Brown por el pasto amarillento que por la política de la agencia.

Con la ayuda de los incentivos locales para la eliminación del césped y la presión social, su ambiciosa meta de reducción del 25% casi se convirtió en una realidad. Entre junio de 2015 y abril de 2016, el uso residencial de agua en las áreas urbanas de California cayó un 24.5% según los investigadores de UC Davis.

Algunos esfuerzos de conservación, como nuevo césped tolerante a la sequía, derivaron en cambios permanentes. Los niveles de uso de agua urbana son actualmente un 15% más bajos per cápita que los de 2013. Eso significa que la conservación en todo el estado es crucial cuando se considera la posibilidad real de años de sequía en el futuro, comentó el subdirector de la Junta Estatal de Control de Recursos Hídricos, Erik Ekdahl.

“Habrá que tener un año muy húmedo, el próximo, para volver al promedio, y no hay garantía de eso. ¿Qué sucede si hay sequía o incluso está por debajo de lo normal? Dios no permita otro año críticamente seco”, remarcó Ekdahl. “Entonces estaremos en una muy mala situación en todas partes”.

Dejando de lado las iniciativas y las consideraciones políticas, Newsom simplemente está avanzando en una línea de tiempo de sequía más ajustada esta vez, consideró el senador estatal John Laird (D-Santa Cruz), quien se desempeñó como Secretario de Recursos Naturales de Brown. “La cuestión de tener año tras año de sequía afectó a Gavin Newsom un poco más rápido”, comentó el demócrata, que representa a los condados de Monterey y Santa Cruz. “Está siguiendo un camino similar [como Brown]. Pero independientemente de estas dos situaciones, si eres gobernador, estás limitado a lo que tienes como herramienta. Lo más importante con lo que cuentas es el púlpito, para decirles a los californianos que tienen que ahorrar”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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