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El complicado viaje de un capitán de barco acusado por una operación mortal de contrabando en San Diego

VIDEO | 02:16
Point Loma, San Diego

Antonio Hurtado no tiene el perfil típico de un contrabandista marítimo. Sin embargo, se le acusa de estrellar un pesquero contra las rocas frente a Point Loma, matando a tres de los 32 inmigrantes que iban a bordo.

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Antonio Hurtado era lo que la comunidad náutica llamaría un “ vagabundo” (bouncer).

Conocido simplemente como Tony, este hombre de 39 años vagaba por la bahía de San Diego viviendo a bordo de una vieja embarcación, rebotando de fondeadero en fondeadero sin tener medios para pagar un amarre permanente.

Tenía una serie de condenas por delitos menores relacionados con las drogas, no tenía trabajo y una embarcación poco fiable que necesitaba ser reparada. Además, debía dinero a otras personas, según declararon al Union-Tribune varios navegantes de su comunidad.

Sin embargo, a medida que abril se convertía en mayo, parecía optimista y decía a sus compañeros que por fin iba a poder pagar sus deudas.

El cómo se aclaró días después.

El 2 de mayo, el barco de arrastre de casco negro en el que vivía —una de esas deudas impagadas— se estrelló contra las rocas bajo el Monumento Nacional de Cabrillo, frente a Point Loma, haciéndole caer al mar a él y a 32 inmigrantes indocumentados. Tres de ellos se ahogaron.

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Antonio Hurtado comparece por primera vez ante el tribunal federal de San Diego el 6 de mayo de 2021.
(Kretntz Johnson/For The San Diego Union-Tribune)

Hurtado está ahora encarcelado en San Diego por cargos de contrabando de personas, así como por acusaciones de agresión a un agente de la Patrulla Fronteriza tras su detención. Se ha declarado inocente.

Hurtado, ciudadano estadounidense, no tiene el perfil típico de un presunto contrabandista marítimo.

Aunque las redes de contrabando reclutan cada vez más a estadounidenses para colar migrantes en el país —el año pasado los ciudadanos estadounidenses constituyeron el 71 por ciento de los delincuentes de contrabando de personas condenados por los tribunales federales, según los datos—, se les utiliza principalmente en los cruces de la frontera terrestre.

Las rutas marítimas frente a la costa de San Diego, en cambio, suelen ser navegadas por capitanes de barcos pesqueros mexicanos, según los investigadores federales.

“Se trata del acceso al agua, el acceso al barco, el acceso a la experiencia”, dijo Christopher Davis, agente especial adjunto a cargo de las Investigaciones de Seguridad Nacional en San Diego y jefe del Grupo de Trabajo Marino.

“La realidad es que es una operación de bajo riesgo y alta recompensa”, añadió. “La posibilidad de ser atrapado es muy mínima”.

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Esto es así incluso con el fuerte aumento del contrabando marítimo en los últimos años y el consiguiente incremento de las patrullas de las autoridades fronterizas.

La aprehensión de migrantes y presuntos contrabandistas en el mar a lo largo de la costa del sur de California casi se duplicó del año fiscal 2019 al 2020. Ha seguido aumentando en el año fiscal 2021, con 1460 aprehensiones hasta el 20 de julio y dos meses más por contabilizar, según la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos.

Deadly smuggling run

Muchas de las incursiones marítimas se realizan en pangas, rudimentarias embarcaciones pesqueras de madera con un motor fuera de borda que pueden acercarse a las playas. Uno de los últimos intentos, el pasado fin de semana, terminó con los agentes de la Patrulla Fronteriza encontrando a una niña o mujer inconsciente en el agua frente a la playa estatal de Carlsbad. La panga, y cualquier otro migrante involucrado, habían desaparecido cuando llegaron las autoridades.

También se sabe que las organizaciones utilizan embarcaciones de recreo como veleros y cruceros con cabina para mezclarse con el tráfico recreativo, descargando a los migrantes de uno en uno en puertos deportivos públicos y privados, dijo Davis.

A menudo, las organizaciones de traficantes compran las embarcaciones más bonitas en el mercado de reventa del sur de California, bajo un nombre falso, y las llevan al sur de México para ponerlas a trabajar, dijo Davis. Pedir a un navegante de Estados Unidos que utilice su propia embarcación es un escenario más improbable, añadió.

Poco se ha hecho público sobre la presunta participación de Hurtado en el contrabando o sobre cómo pudo ser reclutado. Su abogado no respondió a las solicitudes de comentarios.

Jeremy Warren, un abogado de San Diego que no está relacionado con el caso pero que ha representado a varios ciudadanos de Estados Unidos acusados de contrabando a lo largo de los años, dijo que las personas con problemas de abuso de sustancias y con una necesidad desesperada de dinero son objetivos comunes para el reclutamiento. A menudo ya tienen algún tipo de vínculo con México.

“Todas estas personas son carne de cañón para las organizaciones, ya sea de contrabando de drogas o de personas”, dijo Warren. “Utilizan a estas personas indistintamente y les importa poco que las detengan. Los utilizan y los pierden, pasan al siguiente”.

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En esta foto de archivo de 2019, se ven barcos anclados en el Zuñiga Jetty Shoal
En esta foto de archivo de 2019, se ven barcos anclados en el Zuñiga Jetty Shoal, en la boca de la bahía de San Diego. Apodado el “Zoológico”, el lugar poco profundo es un fondeadero gratuito utilizado por los navegantes de vida a bordo que no pueden amarrar en la bahía.
(Eduardo Contreras/The San Diego Union-Tribune)

El Zoo

Los últimos años de la vida de Hurtado han estado marcados por la adicción a las drogas, breves estancias en la cárcel y un estilo de vida transitorio que le hacía ir de un fondeadero a otro en un juego del gato y el ratón con las autoridades portuarias.

Vivía en el agua entre una gran comunidad de navegantes que viven a bordo y que también hacen lo que se conoce como “el rebote”.

Muchos de este grupo de más de 100 personas no pueden permitirse un amarre permanente, tienen un crédito malo o inexistente, o tienen un barco que no está registrado o que no puede pasar la inspección. Algunos simplemente aman el agua y quieren vivir fuera de la red.

Cuando pueden, amarran en el muelle de invitados de Shelter Island o en uno de los dos fondeaderos de la bahía de San Diego: se necesitan permisos y son limitados.

El resto de los días fondean en el Zuñiga Jetty Shoal —un lugar poco profundo en la boca de la bahía de San Diego, entre Point Loma y la Isla Norte de Coronado— que deja a los barcos a merced del mar abierto.

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Los navegantes tienen un apodo para este lugar: el Zoo. Puede ser especialmente traicionero en invierno.

Hurtado ha sido acusado de al menos una docena de delitos diferentes en el condado de San Diego, en su mayoría cargos de drogas de bajo nivel, que se remontan a 2013.

Los cargos incluyen posesión de metanfetamina, posesión de marihuana, posesión de parafernalia de drogas y transporte de una sustancia controlada.

En julio de 2018, Hurtado fue acusado de robar una embarcación del puerto deportivo de Chula Vista y trasladarla a La Playa Cove, frente a Point Loma, según los registros judiciales.

Hurtado y una mujer que identificó como su novia dijeron a la Policía del Puerto que habían comprado el barco de 29 mil dólares —llamado Bona Ventura— a una mujer que estaba en la cárcel por cargos federales de fentanilo y metanfetamina.

La propietaria de la embarcación dijo a los agentes que nunca la había vendido.

Hurtado y su novia admitieron más tarde que estaban “trabajando en un programa de compra con la propietaria”, pero que no habían realizado ningún pago por la embarcación, en la que estaban viviendo, y dijeron que habían falsificado la factura de compra, según consta en los registros judiciales.

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Hurtado se declaró culpable de un cargo menor en el caso.

Posteriormente adquirió otra embarcación, a bordo de la cual vivió durante más de un año antes del accidente mortal.

Barry Dorman, un veterano portero de discoteca, vendió a Hurtado el Salty Lady —un arrastrero clásico de 40 pies, pintado de negro mate— por unos 1000 dólares. Hurtado dijo a sus amigos que estaba interesado en convertirse en pescador.

A Hurtado le faltaban unos 500 dólares, pero Dorman firmó el título de propiedad de todos modos y le dijo a Hurtado que le pagara el resto cuando pudiera, dijo Dorman.

“Estaba empezando a ponerse las pilas”, dijo Dorman. “No parecía que hubiera vuelto a las drogas”.

Hurtado pagaba poco a poco. Pero, al parecer, Hurtado nunca envió el papeleo para hacerse con la titularidad. Dorman supone que Hurtado no tenía el dinero para pagar las tasas de transferencia en el DMV.

“No completó el trato”, dijo. “Me dejó tirado”.

Dorman y otros conocidos de los navegantes dijeron que la Policía Portuaria multó con frecuencia a Hurtado a bordo del barco por amarre ilegal. Cada vez, Dorman era notificado, ya que el barco seguía a su nombre, y reiteraba que se lo había vendido a Hurtado, dijo.

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El Puerto de San Diego no pudo atender una solicitud de registros para las citaciones y otra documentación en el momento de la publicación.

Los que conocen a Hurtado dijeron que no era un secreto que debía dinero a la gente, que tenía una adicción a las drogas y que temía que le quitaran su barco. Sin embargo, no era conocido por hacer viajes a México, y varios conocidos dijeron que no habrían sospechado que Hurtado se involucrara en el contrabando.

“Llevaba años aquí abajo sin ninguna actividad como coyote”, dijo su compañero James Bryant. “Por lo que sé, era la primera vez que lo hacía. Fue un movimiento muy propio de una persona desesperada”.

Los restos del Salty Lady, que volcó con 32 inmigrantes y su capitán
Los restos del Salty Lady, que volcó con 32 inmigrantes y su capitán, llegan a la orilla del Monumento Nacional de Cabrillo el 2 de mayo de 2021.
(Denis Poroy/AP)

Terror en el mar

Era un domingo a media mañana cuando los visitantes del faro de Cabrillo y de las pozas de marea vieron con horror cómo un barco encallaba a unos 15 metros de la orilla.

Los pasajeros se lanzaron al agua mientras la embarcación se inclinaba peligrosamente hacia un lado y empezaba a inundarse. Algunos de los que iban a bordo pudieron nadar hasta la orilla, mientras que otros se vieron atrapados por la corriente. Los transeúntes, entre los que se encontraban marineros de la Marina, se lanzaron a las olas para unirse a las labores de rescate de los socorristas.

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La embarcación no tardó en romperse en el arrecife.

Tres inmigrantes mexicanos sufrieron traumatismos por golpes y se ahogaron: Víctor Pérez Degollado, de 29 años; María Eugenia Chávez Segovia, de 41, y Maricela Hernández Sánchez, de 35.

Los pasajeros, que dijeron a las autoridades que habían pagado entre 15 mil y 18 mil dólares para ser introducidos en Estados Unidos, identificaron a Hurtado como el piloto de la embarcación, según la denuncia penal.

El juicio está previsto para enero en el caso, que ya ha generado más de 2000 elementos de descubrimiento, incluyendo videos del accidente, fotos, entrevistas a testigos e informes de nueve agencias, según una reciente presentación judicial. También se están analizando los restos del barco, entre ellos el posible motor hundido.

Los problemas en el barco empezaron a primera hora de la noche, según relató a Reuters en una entrevista Eberardo, un pasajero que solo quiso ser identificado por su nombre de pila.

Él y otras personas describieron el comportamiento de Hurtado como errático. Hurtado, que no hablaba español, se quedaba dormido al volante, y Eberardo dijo a Reuters que le daba repetidos codazos para despertarlo.

Los pasajeros contaron a Reuters que, en un momento dado, Hurtado echó el ancla en un aparente intento de estabilizar el barco, que estaba siendo zarandeado por el fuerte oleaje. Pero cuando intentó levantar el ancla al cabo de unas horas, ésta no cooperó. Eberardo dijo que cortó el ancla. Entonces el motor se apagó.

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Fue entonces cuando el barco empezó a hundirse.

El féretro de María Eugenia Chávez-Segovia es colocado en el centro del panteón
El féretro de María Eugenia Chávez-Segovia es colocado en el centro del panteón para un último adiós en el Cementerio de Tultepec el 27 de mayo de 2021, en Amealco de Bonfil, Querétaro.
(Alejandro Tamayo/The San Diego Union-Tribune)

La organización de contrabando había asegurado antes a los pasajeros, y a sus familias, que el viaje sería seguro.

A una de las hermanas de Chávez Segovia, que vive en Salinas y no quiso ser identificada por su nombre por temor a su seguridad, un hombre le dijo por teléfono de antemano que el barco sería grande, que zarparía de Ensenada y que se detendría en un restaurante por el camino para no parecer sospechoso.

Asimismo, a Eberardo le dijeron que se vistiera como un turista, según la entrevista de Reuters.

El destino previsto del Salty Lady no se ha revelado públicamente. Una embarcación de este tipo tendría que descargar a los pasajeros en un muelle o llevarlos a la orilla mediante una lancha neumática. Ambos métodos son habituales en San Diego, según los investigadores.

Los inmigrantes que pagan por el pasaje no suelen tener elección en el asunto, y mucho menos quién acaba al timón.

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Apenas tres semanas después del naufragio de Point Loma, un inmigrante en una panga sobrecargada se ahogó frente a La Jolla. La organización de contrabando había encargado a dos inmigrantes indocumentados la tarea de pilotar la embarcación en lugar de pagar sus propias tasas de contrabando.

“Una vez que se suben a esa embarcación”, dijo Davis, el jefe del grupo de trabajo de Seguridad Nacional, “están a merced del capitán del barco, del viento y del mar”.

La investigadora Merrie Monteagudo y la reportera de Los Angeles Times Andrea Castillo contribuyeron a este reportaje.

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