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Las protestas contra Facebook y Netflix muestran que los trabajadores del sector tecnológico no temen a la denuncia pública

Former Facebook employee and whistleblower Frances Haugen at a Capitol Hill hearing
Frances Haugen, ex empleada de Facebook y denunciante, en una audiencia en el Capitolio, el 5 de octubre pasado, en Washington.
(Drew Angerer / Associated Press)
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Silicon Valley tiene un nuevo y poderoso adversario: su propia fuerza laboral.

Atraídos por los altos salarios, las grandes ventajas y la promesa de poder marcar una diferencia positiva en el mundo, los empleados de las mayores empresas de tecnología e internet han ocupado un lugar destacado en las medidas de satisfacción y lealtad en el trabajo. Pero con sus empresas frecuentemente en el centro de las luchas políticas y culturales, muchos llegan cada vez más a la conclusión de que hacer el bien requiere romper con la línea corporativa, a menudo de forma pública.

En incidentes recientes en Facebook y Netflix, los trabajadores de la tecnología se han enfrentado por problemas con sus empleadores fuera del edificio, en los medios de comunicación, en las calles y en el Capitolio, estas conductas eran inusuales hace poco tiempo.

“Estamos experimentando un cambio importante en las normas laborales”, comentó Catherine Bracy, fundadora y directora ejecutiva de TechEquity Collaborative, una organización centrada en movilizar al sector tecnológico para abordar la desigualdad económica. “Los ejecutivos y la alta gerencia a menudo provienen de una tradición que espera que los trabajadores dejen sus vidas y opiniones personales en la puerta. Los empleados sin rango, especialmente los milenios y la generación Z, no están dispuestos a hacer ese tipo de compromisos. Entonces, notamos que la diferencia en las expectativas se manifiesta de manera muy pública en estos días”, agregó Bracy por correo electrónico.

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El cambio se mostró completamente en los “Documentos de Facebook”, un proyecto de periodismo a gran escala basado en montones de archivos de esa empresa previamente internos, puestos a disposición por la denunciante Frances Haugen, ex gerente de producto de la compañía. Las filtraciones de Haugen revelaron la indecisión de Facebook para sofocar el flujo de información errónea contra las vacunas, su falta de supervisores de contenido en el idioma local y las preocupaciones -señaladas por Apple- de que la red se estaba utilizando para comprar y vender mucamas de Oriente Medio.

Haugen no es la única trabajadora de Facebook desilusionada; como revelan los documentos filtrados, los empleados acudieron al tablero de mensajes internos de la empresa para expresar sus preocupaciones sobre el papel de la red social en la insurrección del 6 de enero en el Capitolio y otros asuntos.

En Netflix, el último especial de stand-up del comediante Dave Chappelle -un contenido especial de la plataforma exclusiva en el cual Chappelle hizo comentarios que muchos condenaron como transfóbicos- provocó la primera gran protesta pública del gigante del streaming por parte de los empleados.

La semana pasada, los trabajadores transgénero de Netflix y sus aliados protestaron en Los Ángeles con una huelga organizada. Algunos miembros del personal también publicaron una lista de peticiones y (en una medida que refleja las acciones de Haugen) un empleado supuestamente filtró datos financieros sobre el especial de Chappelle a los medios de comunicación, lo cual resultó en su despido.

Los trabajadores de Google se manifestaron en contra de los proyectos de la empresa que desaprobaban y varios cientos se sindicalizaron. Los de Amazon se pronunciaron en contra de las prácticas ambientales y laborales de la empresa. Las firmas de tecnología más pequeñas y ocultas (Hootsuite, Basecamp, Coinbase) han tenido sus propios procesos internos sobre los conflictos entre lo que quieren los trabajadores y lo que exige la dirección.

Los empleados del sector tecnológico que recurren a canales externos para promover modificaciones representan un cambio cultural significativo para Silicon Valley, que durante mucho tiempo se enorgulleció de la transparencia interna, así como el empoderamiento de las personas, y donde los trabajadores de base alguna vez aceptaron en gran medida la noción de que la colaboración interna sin fricciones, así como el liderazgo sincero requerían un compromiso de guardar los secretos de la empresa.

Esas normas podrían haberse mantenido cuando las empresas empleaban a unos pocos miles de trabajadores, señaló Adam Fisher, autor de “Valley of Genius: The Uncensored History of Silicon Valley”. “Pero ahora que estas son algunas de las empresas más grandes que han existido en el planeta -al menos en valor y probablemente en tamaño; así como en otras medidas también- es más difícil mantener las cosas en secreto”.

La propuesta de valor también ha cambiado, con la necesidad de talento de las empresas dando a los trabajadores de tecnología “mucho poder económico”, consideró Fisher. “Estas compañías no se administran por sí mismas, y estamos en un lugar [donde] hay bonificaciones de un millón de dólares a firmar por algunos de los ingenieros jóvenes más de moda, por lo cual debes preocuparte por lo que piensan, sin importar lo que es”.

Forrest Briscoe, profesor de administración en Penn State, comentó que la denuncia de irregularidades y las manifestaciones son “primos cercanos, con muchas superposiciones teóricas”, pero las dos estrategias también tienen algunas diferencias.

“El activismo implica más a menudo una acción colectiva (pero no siempre)”, destacó Briscoe por correo electrónico, mientras que “la denuncia de irregularidades implica con mayor frecuencia acusaciones de mala conducta /violación de las reglas (pero no siempre)”.

Una puede llevar a la otra, agregó Arunima Krishna, profesora asistente de relaciones públicas en la Universidad de Boston, cuyo trabajo ha explorado el activismo de los empleados. “Creo que la principal diferencia entre lo que está sucediendo en Netflix y Facebook, así como la razón por la que soy menos optimista acerca de esto último, es que... en mi opinión, la situación de Facebook es una falta de respuesta al activismo del plantel, lo cual lleva ese activismo al siguiente nivel, que es la denuncia de irregularidades”, señaló por correo electrónico. “La denuncia generalmente es el resultado del rechazo de los empleados contra las políticas que se ignoran, lo cual obliga a los (ex) empleados a hacer públicas las acusaciones de irregularidades”.

Así como los empleados tienen un espectro de respuestas para elegir cuando se enfrentan a preocupaciones o frustraciones sobre sus jefes, los ejecutivos también tienen flexibilidad en la forma en que responden al rechazo.

Camille Reyes, profesora asociada en el departamento de comunicación de Trinity University, señaló que las decisiones que toman las organizaciones en situaciones de crisis existen a lo largo de un “continuo de contingencia”.

En un extremo de ese continuo está el “acuerdo”, indicó Reyes, cuando una empresa se disculpa inequívocamente o capitula por completo ante las demandas de los empleados y activistas. En el otro extremo está el “activismo”, en el cual “la organización se esfuerza por defenderse”.

En su respuesta inicial a las protestas por Chappelle, Netflix estuvo en el extremo de la promoción del continuo, agregó Reyes, y el liderazgo corporativo envió un memorando diciendo que el especial humorístico “no se traducía directamente en daños en el mundo real”. Posteriormente, Netflix se acercó gradualmente a un punto medio, “tratando de generar empatía”, pero aún sin aceptar por completo las preocupaciones de los empleados, dijo.

Facebook, por el contrario, se ha “esforzado mucho en el lado del activismo”. “Siguen intentando desacreditar a Haugen”, expuso Reyes. “Además de atacarla tratándola como una exempleada descontenta, su principal tema de conversación con los principales medios de comunicación parece ser que los datos que alegan el mal proceder de Facebook fueron seleccionados cuidadosamente, pintando una imagen falsa”.

La compañía fue cautelosa en decir si tomará represalias contra Haugen por su denuncia. Sin embargo, es una estrategia arriesgada y, más que el enfoque titubeante pero cada vez más conciliador de Netflix, podría dañar su reputación a largo plazo.

“Según nuestra investigación sobre el activismo de los empleados en Microsoft, Google, Amazon y Wayfair, desestimar las demandas de los trabajadores y tomar represalias contra ellos no son las tácticas más efectivas”, comentaron Ed Carberry, profesor asociado y presidente del departamento de gestión de la Universidad de Massachusetts Boston, y Nishi Gautam, asesor de Carberry y candidato a doctorado que investiga el activismo de los empleados del sector de la tecnología. “En general, las compañías deben tener cuidado y tomar estos problemas en serio, confiar en sus empleados cuando dicen que tienen un problema, y escucharlos”.

Es una dinámica en la que las empresas de tecnología deben pensar cada vez más a medida que sus empleados se sienten más cómodos ventilando la ropa corporativa sucia en público. “Escuche a sus empleados, preste atención de lo que es importante para ellos”, comentó Krishna, la profesora asistente de la Universidad de Boston. “Quieren tener una voz en su organización y no temen en usarla en contra de la empresa si creen que los valores de ésta no se están siguiendo”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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