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‘Déjalo para un buen momento : - ) ¡No te enojes!’ Una guía ayuda a los adolescentes a persuadir a sus padres para que les permitan vacunarse

Ani Chaglasian, embajadora de Teens for Vaccines
Ani Chaglasian es embajadora de Teens for Vaccines, organización que ayuda a los adolescentes cuyos progenitores están en contra de las vacunas o son reacios a ellas, brindándoles pautas sobre cómo persuadirlos. La joven es fotografiada en Fremont Park, donde ella y sus amigos se encontraban durante el aislamiento.
(Robert Gauthier / Los Angeles Times)
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Cuando tiene pequeños momentos libres, entre las tareas escolares y el estudio para concursos académicos, Arin Parsa mira Reddit.

El joven de 14 años de San José busca publicaciones sobre vacunas y comenta cada vez que siente que puede ser útil; a veces comparte la línea directa del departamento de salud pública o felicita a alguien por superar el miedo a las agujas. El otoño pasado, Arin, quien fundó una organización llamada Teens for Vaccines, vio un comentario de un chico de 16 años, en Ohio, que decía que sus padres se oponían a la vacuna contra el COVID-19 “¿Puedo vacunarme sin el consentimiento de mis padres?”, preguntaba el joven.

No, no en Ohio, respondió Arin, antes de agregar una nota de aliento: “No estás solo”, y compartir un enlace a una guía que cocreó para aquellos adolescentes que esperan persuadir a sus mayores para que los dejen vacunarse. Un par de consejos en ésta incluyen hablar con los padres cuando parezcan relajados y enviarles información por correo electrónico para que revisen cuando estén menos ocupados. “‘Déjalo para un buen momento : - ) ¡No te enojes!’”, se lee.

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A medida que Ómicron continúa su carrera infecciosa por todo el país, forzando de nuevo el cierre de escuelas, empujando al personal de salud a sus límites y borrando cualquier esperanza bien ganada -aunque ingenua- de que esto estaba casi en el pasado, esta última ola recuerda el poco control que tenemos sobre la situación.

Para los adolescentes, la decisión que define esta pandemia -vacunarse o no- a menudo no es legalmente suya. Las leyes de consentimiento de los padres para el tema varían según el estado y la región. Ciertos lugares, incluido Filadelfia, ya permiten que algunos adolescentes y preadolescentes den su consentimiento para recibir la vacuna contra el COVID-19.

Y aunque activistas como Arin y Kelly Danielpour, otra joven californiana que fundó VaxTeen, argumentan que es un derecho que todos los adolescentes del país deberían tener, también hay iniciativas legislativas opuestas.

En los últimos meses, los legisladores de algunos estados, como Carolina del Sur y Ohio, elaboraron proyectos de ley para evitar que las escuelas públicas exijan vacunas contra el COVID-19, y en noviembre, el gobernador de Alabama promulgó una iniciativa legislativa que requiere el permiso de los padres para la aplicación de las dosis, creando una excepción a una norma estatal preexistente que permite a los menores de 14 años o más dar su consentimiento para recibir tratamiento médico.

Arin Parsa, de 14 años de San José, busca mensajes sobre vacunas.
Arin Parsa, de 14 años, busca publicaciones sobre vacunas y comenta cuando cree que puede ser útil, a veces comparte la línea directa del departamento de salud pública o felicita a un usuario por superar el miedo a las agujas. Arin fundó Teens for Vaccines durante el apogeo de un brote de sarampión, en 2019.
(Arin Parsa)

“Como mínimo, todos los estudiantes de preparatoria deberían poder dar su consentimiento”, comentó Arin. “Creo que los adolescentes son lo suficientemente responsables como para tomar esa decisión”.

Arin, estudiante de sexto grado en ese momento, fundó Teens for Vaccines en 2019, durante el apogeo del peor brote de sarampión de la nación en años. Inspirado por el testimonio ante el Congreso de otro adolescente sobre los puntos de vista antivacunas de su madre, que según el joven habían sido moldeados por información errónea en línea, Arin comenzó a investigar la historia del movimiento contra la inoculación.

Usando Reddit, compartió fuentes de información confiables sobre vacunas con adolescentes y padres, incluidas muchas personas que tenían preguntas sobre la inoculación contra el virus del papiloma humano (VPH). A menudo respondía con enlaces a datos y cuestiones personales, comentando que había notado la sensación de una aguja durante uno o dos segundos mientras recibía la dosis contra el VPH, pero no había tenido ninguna reacción.

Los años de la pandemia, dijo, parecen borrosos, marcados por solicitudes de los medios de comunicación y eventos virtuales, como uno, el verano pasado, con el doctor Anthony Fauci, el principal asesor médico de la Casa Blanca.

El proceso ha sido agotador a veces, pero a Arin le ha resultado gratificante conectarse con adolescentes de todo el país, que se inscribieron como embajadores de Teens for Vaccines, entre ellos un estudiante de último año de preparatoria, de Louisiana, que una vez consideró que el COVID era una broma hasta que se enfermó, y otro de segundo año, de Texas, cuyos padres -partidarios de QAnon- le niegan la vacunación.

Otra embajadora, Ani Chaglasian, estudiante de tercer año y residente de Glendale, se acercó a Teens for Vaccines el otoño pasado después de que sus padres, que entonces desconfiaban de las vacunas, le dijeron que no querían inocularla.

Ana Chaglasian es embajadora de "Teens for Vaccines"
“Era estudiante de primer año cuando comenzó la pandemia y me graduaré el próximo año”, comentó Ani Chaglasian.
(Robert Gauthier / Los Angeles Times)

Su familia es armenia, comentó Ani, y en su comunidad, especialmente entre los inmigrantes de la ex Unión Soviética, no es raro que la gente desconfíe profundamente del gobierno. Ella hizo todo lo posible por concentrarse en puntos lógicos y científicos al hablar del tema, pero su madre no cedió, lo cual aterrorizó a la joven, a quien le preocupaba contraer el virus y pasárselo a su abuela, que tiene cáncer de pulmón.

En su papel como presidenta del Club Médico de su escuela, se enteró de que varios otros alumnos enfrentaban una situación similar y comenzó a crear una presentación de diapositivas que sus compañeros podrían usar para hablar con sus padres. Es fundamental no abordar estas conversaciones con agresión, agregó Ani, quien descubrió que aquello que a menudo funciona para cosas más pequeñas -como hacer que los padres permitan a sus hijos ir al cine- a veces también sirve en esta situación.

“Por ejemplo, decir: ‘Mi amigo, a quien conoces muy bien y que es muy inteligente, lo hizo’”, expresó Ani, quien estimó que ella y otros estudiantes voluntarios ayudaron a persuadir a unas 1.000 personas, tanto a alumnos como a padres, para vacunarse.

Entre ellos estaba su propia madre, quien finalmente cedió después de ver cuántas oportunidades había perdido Ani porque no estaba vacunada, incluido un trabajo como copista en un hospital local. En última instancia, sus progenitores también se vacunaron, relató la joven, y recordó que el gran avance lo tuvo con su padre durante una conversación sobre cómo no podría vivir con la conciencia tranquila si le transmitía el virus y él moría.

Ella sigue dedicada a la tarea, dijo, y asegura que los adolescentes que quieren inocularse no lo hacen por rebeldía. “No tratan de rebelarse y no les han lavado el cerebro”, enfatizó. “Quieren que sus mayores les permitan vacunarse”.

Más que nada, los adolescentes desean que esta pandemia termine, añadió Ani, quien se ha ofrecido como voluntaria en una línea de suicidio entre pares.

A menudo recuerda conversaciones con adolescentes que reconocen haber estado sentados en sus habitaciones, sintiéndose desesperadamente solos. La escuela había sido su escape, relataban, y ahora se sentían atrapados. Otros se sentían impotentes, sabiendo que estaban quemando años que nunca podrían recuperar, un punto que resuena en ella. “Era estudiante de primer año cuando comenzó la pandemia, y me graduaré el próximo”, comentó, suspirando.

La joven piensa en los días del aprendizaje virtual y se preocupa por los baches en su conocimiento y el de sus compañeros. Muchas jornadas, después de que un profesor terminaba una clase, quedaban varias pantallas en blanco, una señal de que los alumnos se habían quedado dormidos.

Aunque inicialmente se sintió aliviada de volver a las clases presenciales y de ver que los planes para el baile de graduación y otros eventos comenzaban a tomar forma, Ómicron volvió a traer incertidumbre. La semana pasada, en su primer día después de las vacaciones, la mitad de sus compañeros estaban ausentes y muchas clases fueron impartidas por suplentes. Le aterrorizaba quitarse el cubrebocas, aunque fuera momentáneamente para comer. “Nunca había visto a tantos niños faltar a la escuela”, destacó. “Es realmente aterrador”.

En tanto, para Arin, Ómicron marcó el comienzo de una sensación de profunda fatiga. “Estamos cansados de esta pandemia, de las luchas internas”, dijo. “¿Podemos dejarlas de lado y simplemente luchar contra el COVID? Ya es hora de que recuperemos nuestras vidas”.

Algunos de sus recuerdos favoritos de antes de la pandemia son un viaje a Illinois para una competencia nacional de preguntas, ponerse al día con viejos amigos y saborear cada bocado de pizza. Cuando todo esto haya quedado atrás, asegura Arin, una de las cosas que más anhela es viajar a la India para visitar a sus abuelos. Y él sabe que la forma más rápida de llegar allí es aumentar las tasas de vacunación.

No hace mucho, el muchacho comentó una publicación de otro joven que no estaba vacunado. Le pidió que considerara cómo se sentiría transmitir el virus a una persona inmunodeprimida. “Ah, sí”, respondió el joven, “ignora todo lo que dije y quédate con ‘las personas no vacunadas están matando a todos’”.

“Hola, no ignoré lo que escribiste. Gracias por compartir”, agregó él.

“Lo siento, estoy acostumbrado al odio contra las personas que no nos vacunamos”, volvió a escribir el joven.

“Está bien. Entiendo perfectamente. Gracias por escribir de nuevo. Estos son tiempos difíciles, desafortunados para todos”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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