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El tsunami que azotó a Santa Cruz destaca la amenaza que enfrenta la costa de California

People sit at a fuel dock near the water
Un muelle de combustible en Santa Cruz se encuentra dañado por el tsunami del 15 de enero en Tonga.
(Shmuel Thaler / Santa Cruz Sentinel)

Algunos expertos afirman que el suceso del pasado fin de semana demostró cómo las grandes mejoras en los puertos han marcado la diferencia desde un tsunami mucho mayor en 2011.

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Cuando los funcionarios del puerto advirtieron a Kenneth Stagnaro de un tsunami que se dirigía desde Tonga hacia el puerto de Santa Cruz el fin de semana pasado, decidió llevar sus dos barcos al mar.

Allí afuera, Stagnaro, quien dirige un negocio de avistamiento de ballenas y excursiones de pesca, sintió que podía superar lo peor del tsunami.

Es lo que él y docenas de otros grandes propietarios de barcos hicieron en 2011 cuando un violento tsunami producido por un terremoto de magnitud 9 en Japón volcó navíos en el puerto y destrozó muelles enteros, arrastrándolos al océano, causando daños por alrededor de 20 millones de dólares y un total de 100 millones de dólares por deterioros a los puertos a lo largo de la costa de California.

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Al final, el tsunami del sábado pasado que golpeó la costa de California fue de menor magnitud y menos dañino. Pero aun así causó destrozos estimados en 6 millones de dólares tan solo en Santa Cruz, y fue un recordatorio de la importancia de prepararse para maremotos a lo largo del litoral.

Algunos expertos informaron que el último fenómeno natural mostró que las importantes mejoras que se realizaron en puertos como Santa Cruz, en la década transcurrida desde el terremoto de Japón, marcó la diferencia.

“Esa es una gran indicación de que la reconstrucción que hicieron después de 2011 cumplió su objetivo”, explicó Patrick Lynett, un ingeniero costero de la USC que durante la última década ha estado ayudando a las ciudades de California a reforzar su infraestructura ante los tsunamis.

Entre esas ciudades se encuentra Crescent City, que Lynett llama “un imán para los tsunamis” debido a su posición cerca de una importante zona de subducción debajo de la superficie del Océano Pacífico que provoca grandes terremotos y puede causar maremotos masivos.

Desde 2011, cuando el maremoto de Japón mató a una persona y destruyó gran parte del puerto de Crescent City, infligiendo 50 millones de dólares en daños, la ciudad lo reconstruyó en lo que declaró en 2014 como el primer “puerto resistente a tsunamis” del mundo. Los pilotes son más grandes, el doble de su tamaño anterior, y se plantan en lo profundo rocoso del lecho marino. Los muelles fueron diseñados para soportar la fuerza de las olas aún más poderosas que las vistas hace 12 años.

Las autoridades todavía están contando los daños del sábado. Aunque las estimaciones de perjuicios en todo el estado aún no se han publicado, la Oficina de Servicios de Emergencia del Gobernador de California espera que los costos de sean significativamente más bajos que en 2011.

El tsunami, junto con las mareas altas, provocó inundaciones nunca vistas en algunas partes de Santa Cruz. Las aguas se vertieron en baños y transformadores eléctricos en la costa, así como en estacionamientos donde los autos flotaban como barcos de juguete.

Harbor pilings extend far out of the water as boats sit at docks
Los pilotes del puerto se extienden lejos cuando el tsunami del 15 de enero expulsa agua de un muelle en Santa Cruz.
(Shmuel Thaler / Santa Cruz Sentinel)

Fuertes corrientes pulsaban por todo el puerto, arrancando los muelles, retorciendo las tuberías de acero de la draga como si fueran regaliz, y el agua de la inundación entraba y salía a gran velocidad, transformándolo en lo que Stagnaro describió como rápidos de aguas bravas.

Expertos como Lynett todavía estaban sorprendidos de cómo se generó el tsunami y su duración.

La mayoría de los tsunamis que azotan la costa de California (150 desde 1880) provienen de terremotos, como en 2011.

Es raro que una erupción volcánica sea la responsable, señaló Lynett. Inicialmente, los expertos fueron tomados por sorpresa por el tamaño y la fuerza del tsunami en el Océano Pacífico.

Las grandes olas vistas en Tonga probablemente se debieron a un deslizamiento de tierra submarino después de la erupción del volcán. Sin embargo, las ondas generadas más allá del archipiélago pueden provenir del estampido sónico de la explosión misma, que según Lynett es un fenómeno nuevo.

“Prácticamente no hemos visto algo como esto en el campo de estudio”, detalló Lynett.

Esto posiblemente explique por qué se envió un aviso de tsunami, que generalmente llega mucho antes de su presencia, a los funcionarios de California solo unas horas antes del evento, agregó.

Lynett también se sorprendió de lo prolongado que se estaba comportando el tsunami, que duró más de 24 horas hasta el domingo por la tarde. El tsunami del 2011 terminó en su mayor parte dentro de un día.

John Higgins, el capitán del puerto en Ventura, estaba entre los frustrados por las corrientes incesantes, tratando de mantenerlo en orden, mientras respondía las llamadas normales de servicios.

Las primeras grandes marejadas se produjeron sobre las 11 de la mañana, volcando una de sus lanchas patrulleras. La noche no trajo un respiro: Alrededor de las 6 p.m., Higgins recibió una llamada por un yate de 70 pies y una losa de 90 pies del muelle de concreto contiguo que se había roto y flotado por el puerto, hacia el océano.

Los remolcadores del puerto se apoderaron del yate y de un barco más pequeño que había quedado atrapado en el movimiento de la nave de recreo de 70 pies.

Al día siguiente, en medio de una corriente aún tempestuosa, un barco fuera del puerto había informado que un trozo de 10 pies del muelle de concreto desbocado flotaba en el mar.

“Fue abrumador”, comentó Higgins, quien dirige un equipo de ocho personas.

Ventura fue otra ciudad que fue duramente golpeada por el tsunami de 2011. Aunque el daño fue peor entonces, más de dos docenas de muelles quedaron destruidos por las corrientes, informó Higgins. El condado aún no había terminado una estimación de perjuicios. Se espera que el reemplazo del barco volcado cueste entre 500.000 y 1 millón de dólares, indicó el capitán.

Otros lugares que sufrieron daños menores en sus puertos durante el fin de semana incluyeron Moss Landing, en el condado de Monterey; Port San Luis, en el condado de San Luis Obispo, y Arena Cove, en el condado de Mendocino.

A lo largo de la semana pasada, los equipos de campo del gobierno estatal y federal se dispersaron en la costa para registrar qué tan alto subieron las aguas el sábado y el domingo.

En Santa Cruz, algunos equipos llegaron y encontraron marcas con Sharpie en algunos edificios que personas en el puerto garabatearon para mostrar la altura del agua de la inundación, mencionó Nick Graehl, del Servicio Geológico de California.

Él y Bruce Jaffe, del Servicio Geológico de Estados Unidos, pasaron gran parte del jueves caminando a lo largo de la costa de Santa Cruz, analizando una larga fila de madera, basura y animales marinos muertos, como un gran cangrejo que llamó la atención de Jaffe, que fue dejado atrás en lo alto de la costa por las corrientes del tsunami.

A Jaffe le preocupa que, con el aumento del nivel del mar provocado por el cambio climático, los tsunamis tengan el potencial de ser peores, elevándose más hacia la costa y causando más daños.

 A boat slices through tsunami surge
Un barco atraviesa la marejada del tsunami en Santa Cruz.
(Shmuel Thaler / Santa Cruz Sentinel)

“Con el aumento del nivel del mar, los efectos de los tsunamis serán mayores, simplemente porque la ola ahora se desplaza sobre un nivel de agua más alto”, señaló.

Holland MacLaurie, directora del puerto de Santa Cruz, comentó que vio inundaciones en partes de la zona que nunca se habían visto en sus 58 años de historia. Gran parte de esto se atribuyó al momento de la marea alta, coincidiendo con el tsunami. El incremento del nivel del mar exacerbaría tal incidente.

“Solo puedo imaginar que en el futuro empeorará o se verá más afectado por el aumento del nivel del mar”, señaló MacLaurie.

Ella espera que el puerto pueda prepararse mejor con estrategias como la elevación de transformadores electrónicos, la construcción de infraestructura más alta en la costa, el refuerzo de pilotes que mantengan a los muelles en su lugar y la mejora de algunos.

Pero incluso con estos progresos, algunas cosas, como el sistema de dragado, siempre existirán “a merced de cuando ocurra el próximo tsunami”, detalló MacLaurie.

Es una realidad aceptada por vivir y hacer negocios a lo largo de la costa del Pacífico para algunos residentes de toda la vida como Stagnaro, de 60 años, quien se hizo cargo de la empresa de su familia hace varias décadas.

“No puedes elegir tu puerto”, subrayó. “Y realmente no puedes simplemente ir a otro lado”.

Justo antes de la puesta del sol del sábado, Stagnaro y su cocapitán dirigieron sus dos barcos hacia el puerto. Pasaron a través de un estrecho espacio entre los cables trastornados de la draga dañada y el embarcadero.

Con la corriente aún arremolinándose, cronometraron su movimiento entre las marejadas, así como con la subida y bajada del nivel del mar, sentados sin hacer nada mientras el agua rugía.

Stagnaro regresó a la costa para encontrar su Toyota Tacoma envuelto en agua de la inundación. Los muelles cercanos resultaron dañados. Algunos pilotes de metal estaban doblados. No había electricidad, lo que lo obligó a tirar carne de su congelador. Canceló todas las citas el domingo, a medida que el tsunami azotaba el puerto.

La escena era más tranquila que en 2011, cuando Stagnaro acampó durante la noche en su barco, armado con un largo poste de metal para empujar pedazos de barcos hundidos y muelles dañados para que no lo golpearan.

Para el lunes, las aguas retrocedieron, se restableció la energía y Stagnaro pudo sacar sus barcos nuevamente, esta vez por negocios.

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