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Para Rick Caruso, nadie se siente seguro en Los Ángeles; esto es lo que piensan los residentes

Mayoral candidate Rick Caruso
El candidato a alcalde de Los Ángeles Rick Caruso se reunió la semana pasada con los medios coreanos y los isleños asiáticos del Pacífico (Irfan Khan / Los Angeles Times).
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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De pie en un escenario de debate por primera vez la semana pasada, Rick Caruso comentó que Los Ángeles estaba experimentando algunos de los peores delitos en la historia de la ciudad.

La declaración no fue precisa. Ni por asomo.

Pero el sentimiento que Caruso intenta transmitir -que la ciudad está en una situación desesperada, con una población plagada de miedo- es fundamental para su campaña para alcalde.

Si bien no está ni cerca de su pico de la década de 1990, los delitos violentos en la ciudad aumentaron en los últimos dos años. Ese repunte, junto con una serie de tragedias muy sonadas, como los asesinatos de Jacqueline Avant, Tioni Theus y Brianna Kupfer, ha puesto nerviosos a muchos angelinos.

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Durante un debate en el que la seguridad y las percepciones al respecto ocuparon una cantidad considerable de tiempo de transmisión, se preguntó a los candidatos si se sentían seguros en los vecindarios a los que llamaban hogar. La mayoría dijo que sí, aunque Caruso no respondió específicamente a la pregunta (sus comentarios sobre la seguridad se conocieron más tarde esa noche).

En los días siguientes, los reporteros de The Times visitaron varios vecindarios de la ciudad, incluidas las áreas donde viven los cinco participantes del debate, para preguntarles a los residentes qué tan seguros se sienten. Después de entrevistas con docenas de angelinos en San Pedro, Baldwin Hills, Brentwood, Beverly Grove y Eagle Rock (hogar del concejal Joe Buscaino, la representante Karen Bass, Caruso, el fiscal de la ciudad Mike Feuer y los concejales Kevin de León, respectivamente), así como en partes del sur de Los Ángeles y el Valle, surgió una imagen matizada, que iba en contra de la retórica de Caruso.

Durante el debate, Caruso dijo que todos en la ciudad “en todos los rincones, sin importar dónde vivan, cuál sea su origen, tienen miedo de salir por sus puertas”, un sentimiento que no se reflejó en la mayoría de las entrevistas.

El aumento de la delincuencia es real, al igual que los temores de la gente. Pero en los propios vecindarios de los candidatos a la alcaldía, donde muchos residentes desconocían o sabían muy poco sobre las elecciones de junio, el pánico por la seguridad está lejos de ser generalizado.

Caruso, un desarrollador inmobiliario multimillonario conocido por propiedades cuidadas, como Grove y Americana at Brand, puso la seguridad pública en el centro de su campaña, pidió que la ciudad agregue 1500 policías más y quiere que los fiscales presenten más casos contra los delincuentes menores.

En vecindarios más prósperos como Brentwood y Beverly Grove, muchos residentes afirmaron que se sienten seguros al caminar por las calles y que están pensando en otras prioridades, como controlar los altos precios de la gasolina y el costo de vida. En otras partes de la ciudad donde no viven candidatos, como el sur de Los Ángeles, más residentes dijeron que se sienten inseguros al caminar por las calles.

“Estar aquí, en el parque, no me hace sentir insegura”, dijo Priscilla Enríquez, de 29 años, mientras le entregaba un refrigerio a su hijo pequeño en un parque de Pacoima. “Pero siempre es una constante: ‘¿Qué está pasando a mi alrededor?’”.

Empujando a su hijo en un columpio en el mismo parque de North Valley, Linda Frizzell, de 39 años, sugirió que era una cuestión de geografía. “Hay gente que está segura. Solo depende del área en la que te encuentres”, comentó.

Los robos cercanos y el zumbido frecuente de los helicópteros de la policía han hecho que el vecindario de Panorama City, donde vive la cosmetóloga, parezca cada vez más aterrador por la noche, reconoció. Si Frizzell no fuera propietaria de su casa adosada y la vivienda no fuera tan cara, le gustaría mudarse a un lugar más tranquilo, como Northridge.

En Studio City, Justin Williams, de 42 años, no se siente personalmente inseguro y cree que muchos de los titulares sobre delitos son “probablemente exagerados”. Pero, continuó, “Creo que la percepción es probablemente más importante que la realidad”.

Al igual que otras ciudades importantes del país, Los Ángeles vio un aumento de los delitos violentos en los últimos años. Los 397 tiroteos fatales en 2021 fueron más que cualquier otro año en la última década, y un 50% más que en 2020. Sin embargo, los homicidios y tiroteos bajaron durante el mismo período que en 2021, según datos de mediados de marzo.

También hasta mediados de marzo, los delitos contra la propiedad aumentaron más del 5% con respecto al año pasado. Los robos de vehículos crecieron casi un 44% en comparación con el mismo punto en 2020. Los robos también aumentaron casi un 18% durante el mismo período que en 2021.

Aún así, estas cifras palidecen en comparación con 1993, por ejemplo, cuando hubo casi 1100 homicidios dentro de los límites de la ciudad.

Caruso comentó una semana después del debate que comparar los niveles de delincuencia actuales con los máximos de la década de 1990 era una “base ridícula” para juzgar la seguridad, que caracterizó como “un sentimiento muy personal” y que se basa en cómo “alguien toma y asimila la información. Es a través de un montón de fuentes. Vemos cosas en las noticias, vemos informes. Vemos a las personas sin hogar. Dependiendo de dónde uno esté, eso puede causar algo de miedo, y se ven algunas estadísticas…”, dijo. “Puedes decirle [a la gente] que es más seguro que 1990, pero eso no los hará sentir mejor cuando quieran que sus hijos vayan a la escuela caminando”.

Recientemente también pasó un tiempo en Koreatown donde escuchó a los residentes preocupados por los crímenes de odio, que han sido muy publicitados y van en aumento.

Los llamamientos basados en el miedo “se han utilizado con un éxito tremendo en diferentes elecciones, tanto a nivel nacional como local”, comentó Ange-Marie Hancock Alfaro, presidenta del departamento de ciencias políticas y relaciones internacionales de la USC.

La experta piensa que la seguridad pública probablemente seguirá siendo uno de los temas dominantes en la contienda. Ciertos delitos de alto perfil, como los robos violentos, son particularmente alarmantes para las personas, independientemente de si su número ha aumentado sustancialmente, destacó. Otro factor es que ahora “realmente hay un cambio de rumbo, después del caso de George Floyd”, precisó Hancock Alfaro.

Inmediatamente después del asesinato de Floyd, las actitudes políticas a nivel local y nacional cambiaron drásticamente en la dirección de la reforma policial y de la justicia penal. Ahora, casi dos años después, la especialista nota que la opinión pública local y nacional “vuelve un poco al centro”.

En un día soleado la semana pasada, Freddy Roldán, de 33 años, de San Pedro, jugaba con su hija Selena, de dos, en Point Fermin Park.

Roldán solía vivir en Compton, luego en el centro de San Pedro, que tenía algunos problemas de seguridad pero “nada” en comparación con su ciudad natal. Aún así, no se sentía cómodo llevando a su hija al parque justo al lado de su antigua casa en el centro de San Pedro, alegando la violencia de las pandillas y la falta de vivienda. Entonces se mudó a otra parte de San Pedro donde puede llevar fácilmente a su hija al parque.

Otros residentes de San Pedro, donde vive Buscaino, comentaron que en general se sentían cómodos en las partes de la ciudad que se consideran más agradables, y menos en el centro de San Pedro. Buscaino, quien tuvo una postura dura contra el crimen antes de que Caruso entrara en la elección, pidió aumentar el LAPD a 11.000 oficiales.

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Eloise, residente de Picfair Village, en Pan Pacific Park la semana pasada. A Eloise le gustaría ver más inversión en las comunidades, en lugar de un enfoque de mano dura contra el crimen.
(Dania Maxwell/Los Angeles Times)

Durante una mañana reciente en Pan Pacific Park, cerca del vecindario de Beverly Grove, donde el procurador de la ciudad, Mike Feuer, vive, los residentes paseaban perros y veían jugar a sus hijos. El exconcejal ha dicho que quiere sumar unos 500 policías más. Durante el debate, admitió que personalmente se siente seguro, pero señaló que “la gente está nerviosa en todas partes de la ciudad”.

Eloise, una mujer de 43 años que vive en Picfair Village y que pidió no usar su apellido debido a su trabajo como bibliotecaria de la ciudad, supo que un paseador de perros fue mortalmente baleado en su vecindario el mes pasado. Ella camina regularmente por la cuadra donde ocurrió el tiroteo, pero eso no cambió su postura sobre la seguridad pública, indicó. “El único cambio que he hecho es que no voy a pasear al perro sola por la noche en este momento. Me niego a que me dé miedo salir”, comentó.

Las cosas han empeorado un poco, dijo, pero las tasas de criminalidad siguen siendo “realmente bajas”. Los sitios como NextDoor hacen que los problemas parezcan más grandes de lo que son porque los incidentes individuales se vuelven mucho más visibles, añadió.

Los candidatos “simplemente están llenando el aire”, según Terron Burgandy, un hombre de 35 años que reside en la zona de Pico-Robertson. “Todo el asunto del delito, para mí, es un movimiento político normal. Muéstrenme algo diferente”.

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Terron Burgandy, residente de Los Ángeles, en Pan Pacific Park la semana pasada. Burgandy está frustrado por la falta de vivienda en la ciudad, pero se siente más preocupado por los precios de la gasolina que por la seguridad pública
(Dania Maxwell/Los Angeles Times)

Sentada detrás del mostrador de la floristería de su madre en un centro comercial de Van Nuys, Diane Koch, de 31 años, vio la situación mucho más grave. “Tuvimos que contratar seguridad para el Día de San Valentín debido a los robos”, agregó Koch, y señaló que los robos la habían asustado para salir de su casa durante las fiestas de invierno. “Eso es dinero extra de nuestros bolsillos para asegurarnos de que nuestros empleados estén seguros”.

La madre de Koch salió de la parte trasera de la tienda y le habló a su hija en armenio. “Dile que a veces no nos sentimos seguros”, tradujo Koch, mientras su madre volvía a la tarea de quitar las espinas de una rosa de tallo largo.

Por su parte, tanto Bass como De León quieren que el LAPD regrese a su fuerza autorizada de 9700, un número que actualmente está muy por debajo debido al desgaste.

Durante el debate, De León dijo que se sentía seguro, pero también caracterizó la seguridad como “relativa a cada angelino, según su código postal y el color de su piel”. En Eagle Rock, donde vive el concejal, los residentes también señalaron en gran medida que se sienten seguros.

Leyendo un libro del Eagle Rock Recreation Center mientras miraba a su hijo de 11 años que jugaba baloncesto, Christina Ramaya, de 47 años, dijo que había estado atenta a su entorno desde que asaltaron los autos de algunos vecinos hace unos meses.

A ella, sin embargo, le importa menos cómo los candidatos a la alcaldía abordarán los delitos que asegurarse de que aboguen por suficientes fondos para las escuelas y aborden las desigualdades en todo Los Ángeles. “Ves, es un lugar hermoso para que jueguen los niños”, destacó, mientras miraba la cancha de baloncesto. “Vas a otras áreas, y ese no es el caso”.

En las afueras de Baldwin Hills, donde vive Bass, los problemas de seguridad eran más una preocupación para algunos. Durante el debate, Bass aseguró que se siente completamente segura, aunque reconoció que muchos en la ciudad no se sienten así. Recientemente lanzó un plan de prevención del delito que pone énfasis en abordar los problemas estructurales y aumentar la vitalidad económica y social de las comunidades.

“Es muy común que algunos candidatos usen el miedo y la ira para motivar a los votantes”, destacó Bass sobre la retórica de Caruso durante el debate. “Este es un enfoque cínico, que enfrenta a las personas entre sí en lugar de unirlas para resolver problemas”.

Ivan Boytez, de 33 años, que vive cerca de la frontera de Crenshaw y Baldwin Hills, lleva a su joven sobrina al Centro Recreativo de Baldwin Hills, en lugar de a su parque local, porque el más cercano a su casa a menudo está lleno de gente bebiendo y fumando cannabis “Entonces, desisto”, afirmó Boytez. Aún así, cree que la violencia es en gran parte “entre personas que tienen problemas, y mientras te mantengas alejado de todo eso, nadie te va a molestar”.

“Esto no es el centro”, expresó Love Collins, de 41 años, que trabaja en Baldwin Hills. “Baldwin Hills, View Park-Windsor Hills, Leimert Park… Estas son comunidades generalmente seguras porque están muy unidas. Soy cautelosa, como mujer y madre, pero me siento cómoda estando en Los Ángeles en general”.

Hay incidentes delictivos en su vecindario, como robos de autos, reconoció Boytez. Pero él cree que la mayor parte del crimen, incluidos numerosos incendios pequeños dentro y alrededor de los campamentos, está relacionado con la crisis de las personas sin hogar.

Candidatos como Caruso y Buscaino han vinculado la falta de vivienda y el crimen, alegando que el aumento de uno conduce al del otro. No pocos residentes se hicieron eco de ese sentimiento y señalaron que los grandes campamentos en sus vecindarios contribuyen a su inquietud.

En Brentwood, los residentes y visitantes destacaron que la seguridad pública en uno de los vecindarios más ricos de la ciudad no es un gran problema. “90049 es un código postal único. Brentwood es realmente seguro”, afirmó Adam Bartash, de 58 años, quien vive allí.

Las realidades de la vida en Brentwood están a un mundo de distancia de las de partes del sur de Los Ángeles, donde los residentes afirmaron que no se sentían seguros caminando por las calles y describieron los delitos como algo cotidiano.

Mientras esperaba para llevar a su hija a realizarse una prueba de COVID-19 en Vermont Square Park, Kisha Taylor señaló hacia la casa donde nació y la vivienda donde, contó, vio su primer cadáver cuando tenía apenas nueve años.

Los vecinos que pasaban en auto reducían la velocidad para saludarla mientras hablaba. A continuación, Taylor señaló el lugar del parque donde le dispararon a su tía Sandra. Desde entonces, no ha dejado que sus hijos vayan al parque de su infancia.

Ella espera que el próximo alcalde invierta en el sur de Los Ángeles; quiere que más vecinos suyos trabajen localmente y que haya más actividades seguras para sus hijos. “No tenemos nada para que nuestros hijos hagan, más que venir al parque”, contó. “Si abrieran piscinas, cosas así… Todo lo que tiene la clase alta, aunque sea en menor escala, eso es lo que nos gustaría que sucediera”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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