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La inflación llega a los taqueros de Los Ángeles: ¿Menos carne? ¿Subir los precios? ¿Absorber las pérdidas?

Jesus Koyot tends to a dome of pork on a vertical spit at Avenue 26 Tacos in Little Tokyo.
Jesús Koyot atiende un trompo de tacos al pastor en Avenue 26 Tacos en Little Tokyo. Los vendedores ambulantes están sintiendo la inflación a medida que los precios de los alimentos y el combustible se disparan.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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En una noche reciente, la vendedora ambulante Reina Orozco estaba ocupada volteando tortillas en una parrilla improvisada mientras preparaba tacos de carne asada y pollo para vender cerca del Parque MacArthur.

Los suministros cuestan más en estos días, y a veces Orozco tiene que reducir la carne en sus tacos que vende a 1,50 de dólar.

“Los precios están subiendo”, dijo Orozco, de 52 años, originaria de Zacatecas, México, “pero eso no le importa a la gente que tiene hambre y que trae dinero”.

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El aumento de los costos de los alimentos y del combustible ha obligado a algunos vendedores ambulantes a racionar sus suministros o a subir los precios de lo que algunos dan por sentado que es una comida cómoda y asequible. Pero para muchos emprendedores, su medio de vida está en juego en medio de la creciente inflación.

Entre abril de 2021 y abril de 2022, los precios de la carne, las aves de corral, el pescado y los huevos se dispararon un 14% en todo Estados Unidos, uno de los mayores aumentos desde 1979, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.

Los precios de las verduras y las frutas también subieron casi un 8% en el último año. El coste del propano, que alimenta las parrillas de los vendedores, ha aumentado un 26% desde el año pasado, según el sitio web de finanzas personales The Balance.

A la luz del día, el humo de la parrilla de Avenue 26 Tacos, en Little Tokyo, flota en el aire, atrayendo a los clientes que acaban de salir del trabajo. Un enorme trozo de carne en el trompo giratorio sobre una llama abierta y las tortillas calientitas atraen a los consumidores.

El puesto abrió por primera vez en la avenida 26 de Lincoln Heights hace más de una década. Durante la pandemia, surgió un bullicioso mercado nocturno de comida en la zona, que atrajo a hordas de aficionados a la comida, más vendedores y, finalmente, problemas. La ciudad cerró el mercado nocturno el año pasado por motivos de salud y seguridad.

Rafael Gonzalez cooks an assortment of meat for tacos at Avenue 26 Tacos in Little Tokyo. (Dania Maxwell / Los Angeles Times)
Rafael González cocina diferentes tipos de carne para tacos en Avenue 26 Tacos en Little Tokyo el jueves.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

César Reyes comenzó a trabajar con su padre cuando tenía 14 años, perfeccionando las recetas familiares traídas de Puebla, México. Cuando quedó claro que su local de Lincoln Heights estaba muy lleno, buscó una nueva ubicación para mantener vivo el negocio familiar.

A lo largo de los años, la familia ha subido el coste de sus tacos de 50 centavos a 1,75 dólares. Pero la familia Reyes siempre es la última en aumentar los precios.

“Cuando todos vieron que nos iba bien en la Avenida 26 nos siguieron y cocinaron comida como la nuestra. Y entonces empezaron a subir sus precios, pero nosotros siempre nos hemos asegurado de ser los últimos en subir los nuestros”, afirma César.

Aunque los precios de la comida se están disparando, los Reyes dicen que también deben tener en cuenta a sus clientes.

“No vamos a subir los precios todavía, porque tenemos que pensar en nuestros clientes”, dijo Erasmo.

“Muchos de nuestros clientes son personas de bajos ingresos que disfrutan de nuestra comida y no siempre pueden permitirse pagar más de 2 dólares por un taco”, dijo César Reyes. “A veces hay clientes que discuten por los precios, pero tenemos que decirles que no es culpa nuestra. Los precios suben y seguiremos haciendo nuestra comida como siempre les ha gustado a los clientes. No se dan cuenta de que, si no subimos los precios de vez en cuando, pues podríamos no estar por aquí”.

Los hermanos Miguel y Luis Contreras estaban con sus familias a la sombra de un autobús escolar estacionado cerca de los puestos de tacos. Miguel dijo que gastaron unos 60 dólares en comida para unas seis personas y otros 20 en refrescos.

“Por supuesto que somos conscientes de la inflación”, dijo Miguel en español. “Pero uno trabaja, llega a casa cansado y quiere comer, así que viene a buscar su comida”.

“No se puede evitar. Tenemos que alimentar a nuestras familias”, dijo Luis. “Sé que la gasolina está cara y está a casi 7 dólares en algunos sitios, pero aun así tengo que manejar para ir a trabajar”.

Los hermanos trabajan en una tienda de artículos para fiestas. Ellos y sus familias comen en puestos de tacos tal vez una vez a la semana ahora, debido al aumento del precio de los comestibles.

“No me fijo en el precio del taco”, admite Luis Contreras. “Quizá debería, pero no lo hago. No suelo preguntar”.

En el estacionamiento se siente como si todos se conocieran. Mientras los clientes hacen cola y disfrutan de sus tacos, algunos ponen música desde sus coches, mientras que otros simplemente utilizan los capós de sus autos como mesas.

Kelsey McCoy y Sandra Gao suelen llevar a visitantes de fuera de la ciudad a Avenue 26 Tacos.

“Probablemente son los mejores de la ciudad”, dijo McCoy.

“Vamos a seguir viniendo”, dijo Gao. “Aunque los precios suban un poco más. Están subiendo en todas partes. Incluso los hot dogs envueltos en tocino que se ven fuera del Staples Center ya están muy caros. Cuestan casi 9 dólares”.

En el otro extremo del estacionamiento, Karla Pérez come una quesadilla con chorizo y tiene un taco al pastor a un lado.

“Pagué casi $12 por mi quesadilla, es demasiado”, dijo Pérez. “La comida es buena pero tal vez demasiado cara. No quiero pagar más que en un restaurante donde puedo estar sentada”.

Aunque algunos clientes pueden quejarse de los precios, algunos de los aliados de los vendedores entienden que hay algo más en juego que un simple problema de precios.

“Creo que la gente no entiende el verdadero coste de la comida”, dice Rudy Espinoza, director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Acción Inclusiva para la Ciudad. El grupo defiende a los vendedores ambulantes y también ofrece microcréditos y asesoramiento empresarial a los aspirantes a empresarios.

“Los clientes pueden ver a un vendedor ambulante y suponer que su comida es económica, o que debería serlo. Y puede que se burlen si el precio sube de una semana a otra. Quieren pensar que la comida siempre sea barata. Y eso no es real”, dijo Espinoza.

No espera que la situación mejore pronto con los elevados costes de los alimentos, el combustible y los servicios. Tiene la esperanza de que la gente se dé cuenta del trabajo que deben hacer los vendedores ambulantes para preparar su comida antes de salir a la calle y encender sus parrillas.

Desde el comienzo de la pandemia, más vendedores ambulantes han solicitado microcréditos y otras ayudas a su grupo, dijo Espinoza.

“Hay mucha gente que busca capital para sus negocios de comida, especialmente con la subida de los precios de los alimentos. Están luchando para pagar todos los costes duros, al tiempo de que se aseguran de que no pasar los costos a sus clientes”, dijo Espinoza. “Pero en algún momento, tendrán que hacerlo. Creo que todo el mundo tiene que contribuir en esto”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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