Las familias de los migrantes mexicanos que murieron en el intento de travesía en barco en Black’s Beach se enteraron de la tragedia a través de llamadas telefónicas anónimas, grupos humanitarios y redes sociales.
Antes de que saliera el sol el domingo pasado sobre la brumosa y lluviosa Black’s Beach, empezaba a difundirse la noticia de un terrible accidente ocurrido durante la noche. Ocho migrantes, que según supieron más tarde las autoridades eran todos ciudadanos mexicanos, habían muerto tras cruzar la frontera al volcar sus dos pequeñas embarcaciones de pesca.
Un activista de derechos humanos de San Diego obtuvo información sobre el mortal accidente a través de una página de Facebook con sede en Puebla, México, de donde eran al menos cinco de las víctimas. Al menos dos familias recibieron más tarde llamadas anónimas en las que se les informaba de que un familiar había estado en una embarcación que volcó. La persona que llamaba colgó rápidamente.
Así comenzó el difícil proceso que se desarrolla cada vez que muere un migrante al intentar cruzar de México a Estados Unidos, en el que las autoridades utilizan canales oficiales para intentar identificar a las víctimas y notificárselo a sus familias, y esas mismas familias suelen buscar información a través de canales más informales. A pesar de que ambas partes intentan, en última instancia, lograr el mismo objetivo, los funcionarios pueden tardar días o semanas en ponerse finalmente en contacto con los familiares más cercanos de una persona, o en obtener las pruebas de ADN o las huellas dactilares necesarias para identificar a alguien con certeza.
Según las cifras publicadas el mes pasado por el gobierno federal, un número récord de más de 890 migrantes murieron en la frontera en el año fiscal 2022, que terminó el 30 de septiembre, frente a las 565 muertes del año anterior. Muchos más siguen desaparecidos.
“Es frustrante acabar hablando de números y estadísticas, porque al final estamos hablando de vidas humanas”, dijo el viernes Carlos González Gutierrez, cónsul general de México en San Diego. “Uno es demasiado. Es inaceptable que un solo inmigrante mexicano muera intentando cruzar la frontera [...]. Detrás de cada número hay un ser humano, una familia que pierde a su ser querido”.
En el desastre de Black’s Beach, la Oficina del Médico Forense del condado de San Diego solo había hecho públicos los nombres de la mitad de las víctimas hasta el viernes. En cuanto a las demás, los funcionarios seguían intentando localizar a sus familiares o verificar sus identidades con ADN u otras pruebas.
Entre los muertos se encontraban Yecenia Lazcano Soriano, de 22 años y madre soltera de una niña de 3 años; Alma Rosa Figueroa Gorgonio, de 17 años; Guillermo Suárez González, de 23 años; y Eloy Hernández Baltazar, de 48 años.
González dijo el viernes que al menos cinco de las víctimas son de Puebla, estado sin salida al mar situado al sureste de la Ciudad de México, y una es de Jalisco, en la costa occidental del país. Dijo que Figueroa era la víctima más joven, mientras que la mayor de las seis cuyas identidades se confirmaron tenía 58 años.
Los familiares de Lazcano dijeron a Telemundo que ella les envió un video el sábado por la noche. Estaba a punto de subir a una de las embarcaciones, y las imágenes mostraban las duras condiciones del océano.
Antes de medianoche, estaba muerta.
Redes informales
Esa agonía que probablemente sintió la familia de Lazcano, cuando un ser querido enmudece tras iniciar su travesía, es un dolor compartido por muchas de las familias cuyos parientes desaparecen a lo largo de la frontera.
El siguiente y brutal fragmento de información llegó cuando el comunicante anónimo telefoneó a uno de los familiares de Lazcano. Un familiar había estado en una embarcación que volcó, dijo la persona que llamó. El comunicante colgó.
El familiar intentó volver a llamar, desesperado por obtener más información, pero no obtuvo respuesta, según William Murillo, asesor jurídico con sede en Nueva York que ayuda a migrantes.
Murillo dijo que es habitual que los traficantes den noticias terribles y luego “desaparezcan” para que no se vuelva a contactar con ellos, dejando a las familias aterrorizadas o afligidas solas para obtener información.
La mayoría recurre a internet, sobre todo a Facebook. El lunes, su empresa publicó un video en Facebook con los detalles básicos sobre las muertes en Black’s Beach.
“Si tienes un familiar que iba a cruzar esa frontera y no puedes comunicarte con él, llámanos para ayudarte en la búsqueda”, decía el post, que incluía un número de teléfono.
En 24 horas, la familia de Lazcano y otra más se pusieron en contacto con la empresa, 1800Migrante.com, diciendo que creían que sus seres queridos habían estado en los barcos y que no habían tenido noticias de ellos, dijo Murillo. El martes, la empresa había publicado un nuevo video en el que aparecían los nombres y fotografías de esas dos personas y pedía a quien supiera su paradero que llamara. Ese mismo día, la Oficina del Médico Forense confirmó la identidad de Lazcano.
Murillo, que fundó 1800Migrante.com con su esposa, fue en su día jefe de la agencia del gobierno federal de Ecuador encargada de supervisar a los migrantes. Murillo dijo que su empresa publicó el primer video en caso de que alguna de las víctimas de Black’s Beach fuera ecuatoriana. Pero Murillo, que no es abogado, dijo que el bufete también ayuda a personas de otros países, a veces a través de su programa pro-bono.
“Así es como nos ponemos en contacto: se ponen en contacto con nosotros para pedirnos ayuda, para ver si podemos obtener información”, dijo Murillo, y añadió que el bufete ha podido ayudar anteriormente a familias a encontrar a seres queridos desaparecidos en Estados Unidos y en México.
Murillo dijo que parte del objetivo de su bufete al obtener información de forma rápida y amplia es presionar a los organismos gubernamentales para que proporcionen más detalles.
Pedro Ríos, activista de derechos humanos y director del Programa México/Frontera de Estados Unidos del American Friends Service Committee, dijo que se enteró de los detalles del accidente de Black’s Beach a través de la página de Facebook de Puebla, que ya tenía información sobre la procedencia de las víctimas.
La información también viaja de boca en boca entre los miembros de la comunidad, dijo Ríos. En 2021, una persona de Fresno que buscaba a un familiar migrante desaparecido se puso en contacto con un amigo común, que puso a esa persona en contacto con Ríos, quien pudo ponerla en contacto con el consulado mexicano.
Águilas del Desierto, un grupo de ayuda humanitaria, forma parte de esa red informal establecida desde hace tiempo, y a menudo recibe llamadas de familiares cuyos seres queridos se cree que están perdidos o abandonados en las montañas o el desierto de la frontera entre California y Arizona. A veces, los migrantes se llaman a sí mismos, y el grupo facilita su rescate por la Patrulla Fronteriza.
Sin embargo, el trabajo del grupo gira a menudo en torno a la recuperación de los restos de los muertos.
El grupo nunca ha recibido una llamada de alguien perdido o en apuros en el mar, según Vicente Rodríguez, miembro de la junta directiva del grupo.
Sin ayuda marítima
Aunque los intentos de contrabando marítimo en la región de Tijuana-San Diego han aumentado en los últimos años, estos cruces siguen representando un número relativamente bajo del total de intentos de cruce de fronteras.
Ésa es parte de la razón por la que no hay ayuda humanitaria disponible en el mar por parte de grupos como Águilas del Desierto, o grupos que dejan agua y suministros a lo largo de las rutas de los migrantes por el desierto y la montaña.
“No conozco ninguna otra organización de la sociedad civil que dedique específicamente sus servicios a las víctimas de incidentes marítimos”, dijo Ríos. “No vemos ese tipo de apoyo del mismo modo que vemos que se producen en las costas de Italia, Grecia o España”.
Un portavoz de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes, con sede en Los Ángeles, declaró que “no existen redes ni organizaciones formales que apoyen a los inmigrantes que deciden cruzar por mar.”
Las travesías marítimas también plantean serias cuestiones legales: ¿dónde está la fila entre ayudar a un barco lleno de emigrantes necesitados y convertirse en parte de la operación de contrabando? Y las comunicaciones se suman a las complicaciones, ya que la mayoría de las embarcaciones de contrabando viajan fuera del alcance de las torres de telefonía móvil y sin radios sofisticadas ni teléfonos por satélite.
Eso significa que cuando las embarcaciones de contrabando no consiguen llegar a la costa o no son interceptadas por las autoridades federales, se las arreglan solas si tienen problemas. Así ocurrió el pasado sábado por la noche, cuando una mujer que hablaba español llamó al 911 e informó de que su panga había llegado a la orilla, pero otra había volcado.
Cuando los equipos de emergencia llegaron al fondo de los acantilados de Black’s Beach, ya no quedaba nadie a quien rescatar. Las víctimas fueron descubiertas en el agua y arrastradas por la arena. Los rescatadores no encontraron a la persona que había llamado al 911 y desconocían el paradero de otras personas que presumiblemente habían estado en las embarcaciones, aunque no se han encontrado más víctimas.
Esfuerzos oficiales
La mayoría de las víctimas llevaban algún tipo de identificación, lo que ofrecía un punto de partida, una “pista”, dijo el médico forense jefe Steven Campman.
El siguiente paso era confirmar sus identidades. La Oficina del Médico Forense intenta hacerlo con huellas dactilares, registros dentales o ADN, dijo Campman. Hay ocasiones en que la oficina puede confirmar una identificación basándose en la totalidad de diversos factores, pero “ésa no es nuestra preferencia”, dijo Campman.
En la mayoría de los casos de las víctimas de Black’s Beach, los investigadores forenses tomaron huellas dactilares y las cotejaron con los registros de México. El Consulado General de México en San Diego ayudó a obtener los registros. González dijo que el consulado dispone de bases de datos “muy potentes” en las que los funcionarios pueden buscar para ayudar a obtener esos registros.
En un caso, la Oficina del Médico Forense utilizó radiografías dentales para confirmar la identidad de una víctima. El consulado también ayudó a obtener las radiografías de la familia.
Una vez confirmada la identidad de las víctimas, el consulado informó a las familias. González dijo que los funcionarios del consulado, en coordinación con el gobierno federal de México y el gobierno de Puebla, trabajarán con las familias en todos los pasos siguientes, que incluyen la obtención de certificados de defunción en Estados Unidos y México, y de un visado especial para trasladar los restos humanos al sur de la frontera.
El trabajo ha sido agotador para el personal del consulado, dijo González.
“Por mucho tiempo que lleves haciéndolo, por muy profesional o comprometido que estés, la gente que se encarga de notificar (a las familias), es algo muy difícil, nunca te acostumbras”, dijo.
Mientras su personal trabajaba en las ocho víctimas de Black’s Beach, otro mexicano murió en la frontera, dijo González.
“Me preocupa mucho que acabemos normalizando este tipo de sucesos”, dijo González. “Nosotros, como sociedad, acabamos normalizando esto, viéndolos como números y estadísticas. Es inaceptable”.
Advertencias de peligro
Águilas del Desierto sabe que los migrantes seguirán intentando cruzar la frontera a pesar de las advertencias de peligro. Aun así, el grupo intenta ser proactivo, distribuyendo volantes y carteles en los refugios para migrantes de México y Centroamérica.
“Les habla de los peligros de cruzar el desierto, diciéndoles que pueden morir”, dijo Rodríguez. “También les dice: puedes llamar al 911 o puedes llamarnos a nosotros”.
El cartel también ofrece algunos consejos prácticos, como la forma de encontrar coordenadas precisas de localización en un teléfono móvil en caso de que sea necesario un rescate.
El año pasado, Águilas del Desierto encontró los restos de 23 migrantes fallecidos y facilitó el rescate de 215 personas en California y Arizona, dijo Rodríguez.
“Estoy convencido de que muros más altos no detienen los flujos de indocumentados, sino que los desvían”, dijo González, el cónsul general, y añadió que “nunca debemos acabar viendo estas muertes como los inevitables daños colaterales de las políticas fronterizas”.
El viernes, en vísperas de la llegada de otro sistema de tormentas prevista para el lunes, la Patrulla Fronteriza de San Diego emitió un comunicado en el que advertía de condiciones meteorológicas peligrosas, como lluvia y temperaturas frías, que podrían poner en mayor riesgo la vida de los migrantes.
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