Columna: ¿Puede un proyecto de ley antiinmigrante volver demócrata a Florida como lo hizo la Proposición 187 en California?
Cuando me enteré del plan de Florida para reprimir a los inmigrantes que carecen de estatus legal, inmediatamente pensé en la Proposición 187 de California.
El proyecto de ley de Florida, SB 1718, es un compendio de propuestas punitivas que obligan a hospitales, fuerzas del orden y otros organismos a denunciar a los inmigrantes y criminalizan a cualquiera que les ayude.
Incluso derogaría las leyes estatales que permiten a los estudiantes universitarios que crecieron en Florida, pero no son ciudadanos estadounidenses, pagar la matrícula estatal y ejercer la abogacía.
El gobernador Ron DeSantis, un republicano que aspira a la presidencia está apoyando públicamente el proyecto de ley, argumentando que los “extranjeros ilegales” están destruyendo el Estado del Sol. Se espera que se apruebe fácilmente en la Legislatura de Florida y se convierta en ley este mismo verano, si no se atora en los tribunales.
¿Californianos, les suena familiar?
Porque este alboroto intolerante es el último nieto de la Proposición 187.
La iniciativa electoral de 1994 también buscaba hacer la vida miserable a los inmigrantes que vivían ilegalmente aquí, negándoles el acceso a la educación pública, los servicios sociales y la atención médica, y obligando a los trabajadores del gobierno a entregarlos a las autoridades de migración.
En ese entonces los partidarios dijeron que la medida era necesaria para salvar a California; los opositores la calificaron de racista. Los votantes aprobaron la medida por un amplio margen, pero nunca llegó a convertirse en ley porque un juez federal la declaró inconstitucional.
Todo este calvario tuvo un resultado imprevisto: California pasó de ser un estado indeciso políticamente a convertirse en el monolito azul que es hoy.
Los jóvenes latinos, muchos de los cuales organizaron paros escolares o se unieron a ruidosas concentraciones, se registraron para votar a favor de los demócratas y ocupar cargos de elección popular, desde consejos escolares hasta la Legislatura estatal y el Senado de EE.UU. -¡Qué pasa, Alex Padilla! El Partido Republicano que apoyó con entusiasmo la Proposición 187, fue arrojado al desierto político y ahora es tan relevante en las elecciones estatales como el Bull Moose Party.
Los demócratas de todo Estados Unidos han recitado esta historia como un conjuro cada vez que altos miembros del GOP impulsan políticas xenófobas en estados donde los latinos están emergiendo como fuerza política.
Señalarán 2006, cuando un proyecto de ley del Congreso contra la inmigración ilegal provocó las mayores protestas desde la guerra de Vietnam y una participación latina récord en las elecciones presidenciales de 2008. O 2010 en Arizona, donde la ley SB 1070 y las políticas draconianas del sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, impulsaron a los latinos a apoyar al presidente Biden 10 años después, ayudándole a ganar el estado.
Por eso mi reacción instintiva fue que la SB 1718 sería la perdición de DeSantis y un punto de inflexión para la política de Florida. De ninguna manera los latinos en un estado con un nombre español que es el hogar de refugiados que llegaron con casi nada y encontraron el sueño americano, y donde Miami se erige como capital de América Latina, permitirían que la Legislatura dominada por los republicanos la aprobara.
Pero, oh, esperen. Es Florida.
Los latinos progresistas de California y más allá, llevan mucho tiempo estereotipando a los latinos de Florida como los primos locos conservadores cuya política parece ser cada vez más roja con cada ciclo electoral.
Aunque los cubanoamericanos siguen siendo un baluarte republicano, los grupos de inmigrantes más recientes -venezolanos, nicaragüenses, colombianos, brasileños- también se han inclinado hacia el Partido Republicano debido a la creencia generalizada de que los demócratas son demasiado blandos con los líderes izquierdistas de sus países de nacimiento.
Donald Trump aprovechó sus temores anticomunistas y aumentó su porcentaje de voto latino en Florida del 35% en 2016 al 46% en 2020. DeSantis, por su parte, obtuvo el 58% del voto latino de Florida en su reelección de 2022, mejorando el 44% de su victoria en 2018.
¿Y los demócratas? Sus gritos de racismo y sus campañas de desinformación no han llegado a ninguna parte, y poca ayuda han ofrecido a los latinos de Florida.
Avivando este giro a la derecha están los políticos cubanoamericanos que han abrazado con tanta fuerza las guerras culturales del GOP que el profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de Florida, Eduardo Gamarra, me dijo que se han convertido en “la nueva Anita Bryants”, la antigua portavoz de la industria de los cítricos que saltó a los titulares nacionales en 1978 por liderar la derogación de una ley del condado de Miami-Dade que prohibía la discriminación basada en la orientación sexual.
Llamé a Gamarra, experto en política latina en Florida, porque quería saber si creía que el efecto de la Proposición 187 podría darse allí.
“¿Sería posible que en el próximo ciclo... los latinos acudan a las urnas como reacción a los proyectos de ley?”, dijo. “Puede ser. Pero si salen, ¿qué van a decir?”.
Gamarra está trabajando en una encuesta que pregunta a los latinos de Florida cómo se sienten acerca de la inmigración indocumentada, que ha aumentado en el estado en los últimos años.
El año pasado, DeSantis autorizó más de un millón de dólares en fondos estatales para mandar en avión a 48 migrantes venezolanos de San Antonio a Martha’s Vineyard, en un movimiento que admitió abiertamente que era una maniobra política.
“Por entrevistas y conversaciones con la gente, sé que existe la opinión de que esto es un nuevo Mariel”, dijo, en referencia al éxodo en 1980 de más de 125.000 cubanos, que fueron tachados de criminales por los medios de comunicación estadounidenses e incluso por los cubanoamericanos.
“La forma en que [estos nuevos inmigrantes] están siendo retratados”, continuó Gamarra, “es que ‘no son como nosotros, vienen ilegalmente, son chusma [gentuza], son como los marielitos’. Están diciendo: ‘Necesitamos que haya orden’”.
Múltiples encuestas han demostrado que los latinos más jóvenes son más progresistas que sus padres, y el profesor lo percibe en sus alumnos en temas como el aborto y los derechos LGBTQ.
Pero en Florida, “cuando vas y haces las encuestas y haces las tablas cruzadas por edad, ves que cuando [son elecciones], no votan, y cuando lo hacen, votan republicano”.
Gamarra considera que el estado es un “caso atípico” en lo que respecta a la política latina. Pero Geraldo Cadava, un profesor de historia de la Universidad Northwestern que estudia el tema en todo el país, me dijo que el SB 1718 podría muy bien servir de advertencia - para los demócratas.
“Es cierta la idea de que a los latinos les preocupa la inmigración”, dijo. “Pero no es el tema que una vez fue ... DeSantis sabe que la represión de la inmigración es políticamente popular dentro del partido [republicano] en este momento, por lo que está haciendo esto en Florida para impulsarse a nivel nacional”.
Cadava señaló que Trump obtuvo ganancias entre los latinos en todo el país en 2020, a pesar de hacer campaña sobre la construcción de un muro fronterizo, describiendo a los inmigrantes mexicanos como “violadores” y “trayendo drogas, y trayendo crimen” y llamando a El Salvador un “país de mierda”.
También señaló que los demócratas están cosechando rendimientos decrecientes con la parábola de la Proposición 187, ya que siguen sin entregar resultados.
Cadava citó un estudio de Equis Research de 2021 que encontró que el 51% de los latinos que votaron en las últimas elecciones presidenciales apoyaron la política de Trump de limitar la entrada de refugiados a Estados Unidos, y al 49% le gustó su plan para reducir la inmigración legal.
“Parte de la frustración con los demócratas y los latinos es que los demócratas siguen haciendo promesas que no cumplen en materia de inmigración”, dijo Cadava. “Los latinos han oído hablar tanto a los demócratas sobre inmigración que se preguntan: ‘Bien, sabemos lo que opinan acerca de la inmigración, pero ¿qué más tienen?”
El efecto de la Proposición 187 no se traslada a otros lugares tan fácilmente como los demócratas y los activistas latinos quieren pensar, dijo Cadava.
“Parte de lo que pasó en California” en 1994 “fue que los mexicano-estadounidenses estaban pensando en su relación con los inmigrantes mexicanos”, dijo. “En California, hay una larga historia de transnacionalismo y solidaridad con la migración” que no está presente en estados con recientes aumentos de población latina que están aprobando estatutos antiinmigrantes.
Eso es lo que hace que la SB 1718 sea tan peligrosa. Si se aprueba sin apenas oposición, los conservadores podrán señalarla como prueba de que la política antiinmigrante funciona bien entre los latinos. Los días en que los demócratas podían colgar la espada de Damocles a los republicanos por el legado de la Proposición 187 habrán terminado.
¿Y entonces qué pasará, demócratas?
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