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Tras un camino lleno de baches, corredora de Inland Empire llega a sus primeras Olimpiadas

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La corredora mexicoamericana de media distancia, Brenda Martínez, no participa en carreras con obstáculos, pero sí tuvo que superar varios retos para alcanzar su sueño y convertirse en una atleta olímpica.

La originaria de Inland Empire y graduada de Rancho Cucamunga High School estará representando a Estados Unidos en Río 2016.

“[Llegar a las Olimpiadas] es un logro en sí mismo. Estoy super emocionada”, dijo Martínez en una entrevista con HOY Los Ángeles previa a su viaje a tierras sudamericanas. “Trabajé muy duro para llegar a donde estoy en este momento; mi sueño se hizo realidad. Pero esto apenas empieza”.

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Este sueño de gloria olímpica, el que comparte con miles de atletas en el mundo, casi queda truncado en varias ocasiones.

Hace seis años, tras tener una extraordinaria carrera atlética con el equipo de pista de la Universidad de California en Riverside, se puso como meta competir en unos Juegos Olímpicos.

Intentó clasificar para Londres 2012 y llegó a etapas finales de clasificación, pero lo hizo sin mucha ayuda. Jamás contó con el apoyo de un club de desarrollo para corredores olímpicos porque fue rechazada por algunos, ya que no consideraban que tenía un nivel de élite.

“Cuando salí de la universidad tenía la idea de que iba a formar parte de un equipo profesional de corredores”, comentó la atleta de 28 años de edad. “Dos me dijeron que no era lo suficientemente buena, que no era una corredora de clase mundial”.

Sin embargo, después de este trago amargo, Martínez se mantuvo enfocada y tuvo la fortuna de conocer al veterano entrenador Joe Vigil. Bajo la tutela de esta figura legendaria dentro del mundo del atletismo, la corredora vio su carrera despegar.

“Pensé en todas las niñas hispanas que me estaban alentando. Me dije que no las podía defraudar”

— Brenda Martínez, corredora de Río 2016

En el Campeonato Mundial de Atletismo de 2013 celebrado en Moscú, hizo historia cuando se llevó la medalla de bronce en los 800 metros para convertirse en la primera mujer estadunidense en conquistar una presea en este evento.

Cobijada por este éxito, el mes pasado Martínez entró a las pruebas de clasificación para Río como una de las favoritas.

Sin embargo, otra vez las cosas se le volvieron a complicar cuando parecía que ya tenía un boleto en los 800 metros.

Faltando media vuelta en la final de esta disciplina, Martínez iba liderando el pelotón y Brasil estaba a la vista. Pero tropezó con otra corredora y no se pudo recuperar.

“Estaba un poco consternada después de la carrera, pero tras dar unas entrevistas, le dije a mi esposo ‘ya terminé de llorar. Eso tuvo que suceder, siento que fue obra de Dios”, indicó.

Pese que cargaba con un considerable desgaste físico, se logró reponer emocional y mentalmente para jugarse su última carta, y llegó a la final de los 1,500, en donde su sueño se definió en una manera digna de una película de Hollywood.

A solo 200 metros de la meta final, Martínez se encontraba en la quinta posición, dos detrás de la zona de clasificación. No había tenido su mejor carrera hasta ese punto. Pero una motivación especial la impulsó a dar un empujón heróico para luego zambullirse sobre la última línea y agónicamente sellar su pasaporte a las Olimpiadas por primera vez.

“Pensé en todas las niñas hispanas que me estaban alentando. Me dije que no las podía defraudar”, dijo Martínez, quien auspicia un campamento para pequeñas corredoras y busca liderar una ola de nuevas atletas latinas.

Apoyo de sus padres

La historia de Martínez es un producto más del esfuerzo de los inmigrantes en este país.

Su mamá, oriunda de la Ciudad de México, y su papá, oriundo de Zacatepec, Morelos, cruzaron la frontera a finales de los ‘70, cuando apenas eran unos adolescentes en busca de una mejor calidad de vida.

“Me acuerdo cuando iba con mi papá a la tienda de deportes; nos dirigíamos al estante de liquidación”

— Brenda Martínez, corredora de media distancia

“Tuvieron la fortaleza mental para venirse solos y empezar de nuevo”, dijo la atleta.

Martínez empezó a practicar su deporte a la tierna edad de cinco años, después de que su mamá la metiera en un equipo de pista, ya que percibía que era buena para correr porque se escapaba seguidamente a la hora de disciplinarla.

La atleta dijo que sus padres tuvieron que tener dos empleos cada uno para poder mantener a sus dos hermanos y a ella. El dinero que tenían era limitado, pues confesó que los zapatos que usaba para competir también los usaba para ir a la escuela. No obstante, siempre hicieron todo lo posible para apoyarla.

“Me acuerdo cuando iba con mi papá a la tienda de deportes; nos dirigíamos al estante de liquidación. A veces me tocaba agarrar unos tenis para correr más grandes que mi medida, porque solo para esos nos alcanzaba o eran los únicos que me quedaban. Sin embargo, él siempre se aseguraba de que tuviera zapatos”, expresó. “Y cuando no tenía para viajar a una competencia fuera del estado, mi mamá se levantaba a la 3 a.m. y hacía tamales para venderlos y recaudar fondos”.

Las raíces mexicanas le producen mucho orgullo; pero en el caso de ganar una medalla en Río, por respeto a su país, manifestó que no seguiría los pasos de otros atletas mexicoamericanos como Óscar De La Hoya en Barcelona 92 o Leo Manzano hace cuatro años, cuando estos celebraron alzando una bandera mexicana, junto a la de las barras y las estrellas.

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