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Noches legendarias que definieron carreras de ídolos del boxeo

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La mega pelea de este sábado entre Canelo y Gennady ‘GGG’ Golovkin que se celebrará en el T-Mobile Arena de Las Vegas, luce como uno de esos duelos clásicos del boxeo en donde el que salga airoso se adjudicará un triunfo trascendental, uno que seguramente puede definir su carrera. Ambos han amasado títulos, pero no han podido apuntarse una noche épica contra un rival de alto calibre, y esta será la mejor oportunidad para lograrlo.

En anticipación de este significante duelo, aquí están cinco íconos del pugilismo y las peleas que marcaron sus legendarias trayectorias:

Floyd Mayweather

Durante los primeros 10 años de su carrera, Mayweather conquistó cinturones en cuatro distintas divisiones y pronto llegó a ser considerado el mejor libra por libra. Y también peleaba bajo el apodo de ‘Pretty Boy’.

Su estilo técnico era muy respetado entre los conocedores del pugilismo, pero el público en general no lo aclamaba. En 2007 motivado por el deseo de ganar mejores bolsas, Floyd, de 30 años, retó a la estrella más taquillera de este deporte en ese momento, Óscar De La Hoya, pese a que este peleaba en una división más pesada (154 libras).

La noche de la contienda Mayweather sufrió, sin embargo, hizo lo suficiente para adjudicarse una valiosa victoria por decisión dividida que lo catapultaría hacia el protagonismo y los millones que tanto anhelaba. A partir de este punto, olvidaría lo de niño bonito y adoptaría un mote más apropiado, el de ‘Money’.

Roberto Durán

En su apogeo Durán era visto como un “matón” del ring gracias a su rudeza y poderío de puños. Tras ser el amo de la división de peso ligero subió a las 147 libras en donde se encontró con el invicto Sugar Ray Leonard, un contrincante que era totalmente diferente a él en todos los sentidos.

El medallista de oro en Montreal 1976 gozaba de un carisma contigioso y de una técnica depurada. No había duda de que era una estrella mucho más grande que ‘Manos de Piedra’. Por eso cuando se enfrentaron en 1980, Leonard se llevó nueve millones de dólares y Durán solo 1.5 millones.

Esto le produjo mucho enojo al panameño, quien en la antesala repitió va-rias veces que “mataría” a Sugar. La noche del choque forzó a Leonard que se ensuciara y que peleara de tú a tú. Y pese a que no lo fulminó como había prometido, ganó por decisión unánime. A su manera, ‘Manos de Piedra’ había opacado al chico dorado del boxeo.

Óscar De La Hoya

En 1999, con siete años como profesional, parecía que Óscar De La Hoya ya lo había logrado todo en el boxeo. Era una de las máximas estrellas del Pago Por Evento (PPV), era campeón mundial en su cuarta división de peso y ostentaba triunfos sobre leyendas como Héctor ‘Macho’ Camacho, Pernell Whitaker y Julio César Chávez padre.

Pero aún así, no era muy respetado. Aunque había vencido a nombres de talla, estos ya estaban en el ocaso de sus carreras. A Óscar le urgía enfrentar a un rival joven y peligroso para finalmente poder consolidarse. El invicto ghanés Ike Quartey, un peso welter de élite, sería este gran reto.

La contienda fue una batalla clásica que tuvo un cierre espectacular. Cuando se veía que Quartey se estaba encaminando a la victoria, De La Hoya estalló como nunca lo había hecho en el último round para llevarse el triunfo por decisión dividida. El ‘Golden Boy’ había mostrado que además de brillo, también tenía garra.

Julio C. Chávez padre

Antes de enfrentar a Meldrick Taylor en 1990 por la supremacía del peso superligero, la calidad de Chávez ya estaba probada. Había colectado campeonatos mundiales en tres divisiones distintas; su palmarés incluía grandes noches ante rivales formidables como Mario Martínez, Roger Mayweather y Edwin Rosario.

Pero lo que hizo ante un peleador del calibre de Taylor, medallista de oro en Los Ángeles 1984, lo convertiría instantemente en la leyenda más grande de todos los tiempos del boxeo azteca. Durante los primeros ocho rounds, Taylor cegó a Chávez con su sublime velocidad de puños para blanquearlo.

Pero con su temible pegada, poco a poco Julio empezó a machacarlo en busca de lo único que le daría el triunfo, un nocaut. Y a 17 segundos del final del combate, lo logró. Con un letal gancho de derecha mandó a un fundido Taylor a la lona.

Se levantó pero estaba tan desconcertado que no pudo contestar la cuenta del réferi. Así se consumaría uno de los desenlaces más dramáticos en la historia el pugilismo.

Muhammad Ali

A lo largo de su legendaria carrera, Ali, quien es considerado como el “rey del boxeo”, efectuó varios combates memorables en la categoría de los pesados. Sus guerras ante Joe Frazier y George Foreman marcaron historia, pero la contienda que más define su trayectoria fue la primera que sostuvo contra Sonny Liston en 1964.

Aún conocido como Cassius Clay, el medallista de oro en Roma 1960 de apenas 22 años de edad disputó su primer campeonato mundial ante el púgil que es considerado el Mike Tyson de esa época. Liston sembraba el miedo cada vez que subía al ring, acababa de arrollar al grandioso Floyd Patterson dos veces al hilo.

Una victoria sobre un contrincante inexperimentado y bocón que generaba dudas parecía automática. Pese a que había dominado las acciones con su relampagueante rapidez, en el cuarto asalto Ali casi se retira de la pelea debido a que le ardían intensamente los ojos.

Pensaba que la esquina de Liston había usado líquido para hacer trampa. Pero siguió haciendo su pelea y para el séptimo giro hizo que el campeón ya no quisiera salir. Ali celebró su impensada hazaña proclamándose “el más grande de todos los tiempos”.

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