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Gervonta Davis dice que vio ‘cosas que ningún niño debe ver’

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Gervonta Davis fue testigo de los efectos de la adicción a las drogas cuando era niño y sobrevivió a un ataque a mano armada en su vecindario de Baltimore.

Davis tenía 20 años cuando decidió tatuar su cuello y le dijo a su artista que escribiera una sola palabra en el, siete letras que lo definían: bendecido.

Davis ahora defenderá su corona de peso superpluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) el sábado 9 de febrero por la noche, en el Dignity Health Sports Park de Carson, en contra el excampeón supergallo Hugo Ruiz en pelea que televisará Showtime.

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Para Davis (20-0, 19 KOs), la contienda representa la mejor oportunidad de establecerse como un peleador viable para el Pago por Evento.

Davis era el menor de tres hermanos cuando a los cinco años de edad, Servicios de Protección al Menor (CPS) le ordenó a su mamá entregar la custodia de sus hijos.

Con su papa en la cárcel, Davis dijo que “mi mamá consumía drogas… le tomó a mi abuela tres años para que pudiera regresar con ella, nos llevaron a diferentes casas, a una familia adoptiva, a una casa donde estábamos en grupos. Fue como si estuviera encerrado, la única vez que podíamos ver a nuestra familia era en un cuarto pequeño, por 30 minutos”.

Esa formación endureció a Davis, y a la edad de 8 años, comenzó a pelear con los niños de su vecindario. “Hasta me metía en las peleas de mi hermano (de 15 años de edad)”.

Su tío, James Walker, observó las peleas de Davis y le dijo a su sobrino. “Necesitamos convertir esto negativo en algo positivo”.

La desesperación rodeaba a Davis fuera del gimnasio. Cuenta historias de horror cuando se escapaba para ver a su mamá y estar cerca de ella.

“Algunas veces me dejaba ahí solo”. “Si no fuera por el gimnasio, estaría en el vecindario corriendo sin rumbo”, relató Davis, quien tuvo un récord amateur de 206-15. “Pero muchas veces estaba fuera de la ciudad en torneos, porque estaba ganando muchas peleas”.

“Siempre he sido del tipo que sabe cuándo me estoy saliendo del rumbo, y me digo ‘OK, es hora de apretar las tuercas’. Siento que puedo ver antes de que venga algo… Algunas veces me siento y me pregunto, ‘¿por qué no estuvo ahí mi papá? Esto sería más fácil para mí…’”, reflexionó Davis.

Y agregó: “Es difícil seguir haciendo cosas grandes y tener tanto trabajo, sabiendo que solamente un error te puede arruinar. Pero fue esa la motivación para mantenerme fuerte, con la frente en alto”.

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