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OPINIÓN: Una llamada intrascendente o de ocurrencias

Andrés Manuel López Obrador (i), presidente de México y Joe Biden, mandatario electo de EE.UU.
(Archivo)
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Cuando los presidentes mexicanos hablan con sus contrapartes estadounidenses, en realidad se dirigen a los mexicanos en México. Las formas y las expresiones que usan invariablemente tienen como audiencia objetivo a los mexicanos.

Por eso es común escuchar la insistencia en el respeto a la independencia y soberanía sin que los estadounidenses sepan bien a bien de qué se está hablando y manifestarse cercanos a Estados Unidos, dispuestos a trabajar juntos, pero no demasiado. Como para no despertar al “antiyanqui” que los mexicanos traemos dentro.

AMLO no es muy diferente a sus predecesores, pero sorprende negativamente la empatía y subordinación explícita con el ex mandatario Donald Trump, incluso cuando ya no es presidente y está en abierta confrontación con el mandatario actual. No obstante, en la reciente llamada entre Biden y AMLO, éste último, de manera totalmente innecesaria, mencionó que Trump había respetado nuestra soberanía, lo que además es muy discutible.

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Como en todas estas reuniones, se hace un llamado al trabajo conjunto en los temas de interés y se reconocen las ventajas de una buena relación. Se reiteran los lazos entre los dos países y se ve hacia el futuro compartido, unidos. Hasta ahí en cuanto a la forma.

El comunicado conjunto que ambos países emitieron después de la reunión no dice absolutamente nada y está redactado como para que quienes quieran creer que hubo un gran avance, lo hagan y para quienes quieran creer lo contrario, también lo hagan.

Podría haber sido redactado y firmado casi por cualquier par de presidentes entre México y Estados Unidos a excepción de Donald Trump. Y eso de trabajar conjuntamente por una migración segura y ordenada se viene diciendo así, con los mismos términos, desde hace por lo menos 40 años.

AMLO anunció que pediría a Biden compartir vacunas, a pesar de que él mismo dice que tenemos aseguradas vacunas de más; abrir la puerta a 800 mil mexicanos y centroamericanos en una especie de programa Bracero para trabajar en Estados Unidos toda vez que ese país los necesita y le aclaró que le llamada no modificaría la reforma eléctrica.

Todavía no empezaba la llamada cuando la vocera de la Casa Blanca aclaró que Estados Unidos primero vacunará a toda su población y no compartirá vacunas con nadie.

Nunca sabremos si realmente AMLO hizo dichos planteamientos, si los hizo, no hubo reacción o aceptación alguna del gobierno de Biden, de haber sido el caso, algo se hubiera reflejado en el intrascendente y anodino comunicado conjunto. En alguna mañanera AMLO dirá que sí presentó esas propuestas y que Biden estuvo de acuerdo. Del lado estadounidense ni quien se dé por aludido.

El tema del nuevo programa bracero esta lleno de aristas que AMLO y su equipo no han analizado suficientemente y hace evidente una serie de contradicciones. Él ha dicho con vehemencia que no intervendrá en asuntos que son de Estados Unidos y que ellos deben decidir. Pues bien, si hay un tema que los estadounidenses consideran exclusivo de ellos y sus instituciones, particularmente su Congreso, es justamente el tema migratorio, quién entra y quién permanece en su territorio. Biden no va a quemar su escaso capital político aceptando tratar esos asuntos con AMLO a espaldas del Congreso.

El Programa Bracero no fue un buen programa. Se prestó a muchos abusos, y quienes participaron no tienen un buen recuerdo. Vivían en condiciones lamentables, les fueron retenidos recursos que nunca llegaron a sus manos y no ordenó en absoluto los flujos migratorios. Correspondió a otra época y a otras circunstancias. Era mano de obra barata y poco calificada y los empleos a los que tuvieron acceso eran de carácter temporal.

¿No se dará cuenta AMLO que lo que está pidiendo a Biden, es decir ofreciendo a los mexicanos, son empleos precarios, temporales, en condiciones de vida deplorables y además en otro país?

Si va a entrar en el tema migratorio, ¿no sería mejor que buscara cómo sumarse, una vez que sea aprobada -no antes-, a la propuesta de Biden de regularización de los inmigrantes indocumentados de los cuales cerca de 4 millones son mexicanos? ¿no sería más congruente con su encargo, para contribuir a una reforma migratoria que beneficiaría a tantos mexicanos, que se comprometiera a ordenar el proceso en territorio mexicano, particularmente en la frontera, para que los migrantes no se echen en brazos del crimen organizado?

Lo que sorprende es la poca seriedad con la que AMLO y su equipo abordan el primer encuentro de trabajo con quien es nuestro principal socio y cuyas decisiones son fundamentales para nuestra economía y desarrollo e impactan a 10 millones de mexicanos nacidos en México y que viven en Estados Unidos. ¿Dónde están los funcionarios de la cancillería o la embajada en EE.UU? ¿qué dicen de estas propuestas y sobre todo de cómo se formulan? El problema es que AMLO está rodeado de lo que en Estados Unidos llaman “Yes man”.

Nada o puras ocurrencias.

*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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