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OPINIÓN: La migración como pretexto para atacar a Biden

Si la racionalidad económica se impusiera, los países
Si la racionalidad económica se impusiera, los países de salida y Estados Unidos tendrían ya un acuerdo que permitiera casi la libre circulación de trabajadores.
(Archivo.)
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Resolver el tema migratorio en Estados Unidos no es nada sencillo. Cerca de once millones de indocumentados son muchos, pero ese no es el problema mayor sino los nuevos inmigrantes que en pocos años alcanzarían números similares y dejarían a cualquier intento de regularización en una mera anécdota.

Que los inmigrantes son necesarios para la economía y desarrollo estadounidense, que garantizarán el futuro demográfico de esa nación, que pagarán las pensiones de los blancos que ya se están retirando, que ocupan los empleos en condiciones muy difíciles en la construcción, la agricultura o los servicios que tan necesarios son para los estadounidenses y que solo los indocumentados aceptan, es totalmente cierto.

Desafortunadamente, tan cierto como que a un sector grande de la sociedad estadounidense eso no les importa y no ha sido suficiente como para que una sociedad que debiera darles la bienvenida los rechace sistemática e históricamente.

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Los beneficios para los países de salida son también evidentes. Las remesas, como bien reconoce AMLO, son las que sustituyen la falta de oportunidades y gracias a la inmigración se mantiene la paz social. Solo imaginemos lo que sería México con 4 o 5 millones más de desempleados y sin remesas.

Si la racionalidad económica se impusiera, los países de salida y Estados Unidos tendrían ya un acuerdo que permitiera casi la libre circulación de trabajadores, que al final regularía el mercado. Pero obviamente no es esa racionalidad la que ordena el proceso.

Por ello, durante mucho tiempo en Estados Unidos han tolerado la entrada y presencia de inmigrantes indocumentados, y México y los otros países de salida no han tenido política migratoria alguna. De hecho, AMLO casi festeja la salida de mexicanos, quizá sin darse cuenta que es un indicador del fracaso en el modelo de desarrollo.

Trump en su primitivismo y atendiendo a ese sector de la sociedad antiinmigrante que lo respalda de manera decidida con sus votos, “resolvió” el problema con un muro y un manejo rígido de la frontera, que incluyó la separación de niños de sus padres y que a cientos de ellos aún no los recuperan y con la colaboración de su amigo AMLO, como él mismo lo refiere, deteniendo a los migrantes centroamericanos, en México, a como diera lugar.

El respeto a los derechos humanos, las solicitudes de asilo o las recomendaciones de organismos internacionales simplemente no le importaron. Para ese sector de la sociedad eso resuelve el problema. No queremos a los migrantes indocumentados o no de esos países y que no entren es la solución. Poco importan los medios que para ello se usen.

Biden tiene otra lógica que incluye echar para atrás las medidas tipo Trump, un manejo más humanitario de las solicitudes de asilo y una propuesta de reforma migratoria que regularice a los indocumentados en Estados Unidos.

Si la propuesta de Reforma migratoria no avanza, Biden quedaría como alguien que manejó el tema igual que todos los anteriores presidentes, solo que de manera más humanitaria. No es suficiente.

Sus enemigos políticos, particularmente en el partido republicano y más específicamente Donald Trump ya están construyendo una narrativa según la cual esa suavidad de Biden está provocando que más inmigrantes traten de entrar a Estados Unidos de manera subrepticia.

Los números les ayudan con el argumento, la cantidad de detenciones mensuales de inmigrantes en su intento por internarse a Estados Unidos están alcanzando cifras récord en los últimos 20 años. Lo que tratan de decir es que no solo no resuelve nada, sino que además provoca más inmigración indocumentada.

Por ello Biden menciona en su propuesta el fortalecimiento de la frontera, no con muros sino con tecnología y ayudar a los países de origen.

Ciertamente, la solución debe ser una mezcla de regularización de indocumentados, un mejor manejo de la frontera, acuerdos de trabajadores temporales y que los países de origen generen condiciones de arraigo.

Esa mezcla tiene sus tiempos, no es evidente y aunque Biden destinara, tal y como está en su propuesta, 4 mil millones de dólares para el desarrollo de Centroamérica, esos países ni siquiera tienen el marco institucional para recibir esos recursos y canalizarlos rápidamente al desarrollo. México podría jugar un papel relevante pero tampoco estamos listos para recibir esos recursos y generar oportunidades. AMLO los usaría para sus programas.

Y mientras todo eso llega, si es que llega, Trump se cansará de decir que Biden perdió el control de la migración que él, con la ayuda de su amigo AMLO habían logrado.

Nada fácil la tiene la administración Biden.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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