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OPINIÓN: Ahora un muro texano

A new section of border wall outside Yuma, Arizona. President-elect Biden, has vowed "not another foot" of border wall.
Una nueva sección del muro fronterizo construida en una remota extensión del desierto en las afueras de Yuma, Arizona, bajo la administración Trump.
(Molly O’Toole/Los Angeles Times)
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Hace unos días Greg Abbott el gobernador de Texas anunció que construirá un muro en la frontera texana con México y dijo que asignaría 250 millones de dólares para su construcción.

Como para que no quedara duda de la motivación política detrás del anuncio, dijo también que con ese muro hará el trabajo que la administración Biden no hace, y días antes anunció que recorrería la frontera de la mano de Donald Trump quien hizo de la construcción de un muro en la frontera su principal mensaje en su primera campaña presidencial y uno de los más importantes en la segunda.

Más allá de que esos recursos, a pesar de ser casi el doble de los que Kamala Harris prometió a México como ayuda en el tema laboral, serían insuficientes para la construcción del muro, el anuncio deja en claro varios asuntos sobre los que es importante reflexionar.

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El más evidente es que personajes importantes del partido republicano siguen viendo rentabilidad política en posiciones antiinmigrantes. De aquí a la próxima campaña presidencial en 2024 este discurso seguirá subiendo de tono y obstaculizando en la práctica cualquier solución racional y por supuesto una eventual reforma migratoria.

No solo fortalece a sus bases, algo que Trump hizo con maestría, sino que le resta fuerza a los demócratas, particularmente al gobierno de Biden a quien muestran blandengue e incapaz de controlar la frontera. Por eso es tan desafortunado que la vicepresidenta Harris haya trivializado el tema.

Lo que la sociedad estadounidense quiere, tanto republicanos como demócratas y hasta los que están “en medio”, es que la frontera sea ordenada y que su gobierno sea capaz de decidir quién entra y quién permanece en su territorio. Ese es un deseo de todos y donde hay discusión es en los “cómo”. Ideas son las que sobran. Muros, enviar a la guardia nacional, militarizar la frontera para un sector importante de la sociedad estadounidense son soluciones más efectivas que crear polos de desarrollo en la frontera o gestiones conjuntas, porque además, en el fondo, México no es un socio confiable.

No es el gobernador texano el primero que usa el muro como mecanismo ordenador de la frontera, ni siquiera Donald Trump. La administración que de manera consistente, aunque con motivaciones diferentes, construyó muros fue la de Bill Clinton. La imagen es burda y es tanto como creer que porque pongo una barda y ya no veo lo que pasa con el vecino, ya se ordenó la colonia.

Los resultados de los muros de la administración Clinton, sobre todo en la zona de Tijuana-San Diego son ampliamente conocidos y documentados. Se incrementó considerablemente el número de fallecidos en su intento por cruzar la frontera, hasta llegar a los 400 anuales, se desviaron -no se contuvieron-, los flujos migratorios y los migrantes empezaron a cruzar alejados de zonas urbanas donde fácilmente se perdían al ser abandonados por sus guías; se interrumpió la circularidad natural de los flujos migratorios ya que al ser mucho más difícil y caro ir y venir, los migrantes prefirieron quedarse en Estados Unidos y llevarse o mandar traer a sus familias y apareció el crimen organizado como facilitador de los cruces indocumentados con redes de hoteles, transportes, complicidad y corrupción de autoridades de ambos lados. Lo que antes de ese muro costaba 300 dólares para cruzar a EE.UU ayudado por un ‘pollero’ conocido y de confianza pasó a costar miles de dólares en manos del crimen organizado.

Si el gobernador Abbott construye su muro todo eso pasará. Texas es el estado de Estados Unidos que más frontera comparte con México. En algunas partes el río que en sí mismo es la frontera, hace casi imposible la construcción de un muro y tendría un impacto negativo en la gestión de recursos naturales de la región.

Todo eso lo sabe el gobernador texano, como en su momento lo sabía Trump, sin embargo, ambos saben que políticamente es un discurso casi perfecto en cuanto a sus impactos, fortalece los votos de sus bases y les quita votos a sus oponentes.

Es evidente la relevancia de México en este tema. Aunque parezca una obviedad, la frontera tiene dos lados y usted seguramente se preguntará ¿Qué hace México? ¿Cómo contribuye a la solución o por lo menos gestión de lo que ocurre en la frontera en lo que toca a los flujos migratorios? Yo también me lo pregunto, desde hace mucho.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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