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OPINIÓN: Platicar los problemas no los resuelve

La frontera terrestre se reabrirá cuando así lo decida Estados Unidos
La frontera terrestre se reabrirá cuando así lo decida Estados Unidos. Lo que México debe hacer, si realmente eso busca, es determinar conjuntamente, con EE.UU, lo que hace falta para que se abra y trabajar en consecuencia.
(ASSOCIATED PRESS)
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Hace unos días se celebró en Washington D.C., en la Casa Blanca, una reunión llamada Diálogo Económico de Alto Nivel entre los gobiernos de México y Estados Unidos. La apuesta mexicana era alta y se esperaban avances importantes en la reunión. Al menos así lo expresó el presidente mexicano.

Problemas no faltan en la agenda entre los dos países. La frontera terrestre tiene 18 meses cerrada a cruces “no esenciales” según lo defina Estados Unidos, los flujos migratorios que transitan por México están desbordados y el T-MEC no arranca, por el contrario está lleno de reclamos por parte de la industria estadounidense y de los sindicatos.

Como parte de la visita, se hizo entrega de una carta del presidente mexicano, dirigida a su homólogo estadounidense pidiendo implementar en Centroamérica los programas de ayuda de AMLO a fin de disminuir la migración.

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Al término de la reunión los funcionarios mexicanos dieron una conferencia de prensa en la que satisfechos dijeron que se había “planteado la reapertura de la frontera” y que Estados Unidos brindará cooperación técnica a México en los programas Sembrando Vida y Construyendo el Futuro en Centroamérica.

Estados Unidos, en la apertura de la reunión, en la parte pública y después de dar la afectuosa bienvenida, sorpresivamente insistió en la ciberseguridad y el intercambio de información. O sea “cada loco con su tema”. No es inmediatamente claro por qué la delegación estadounidense decidió empezar por ese tema, se supone que, si los funcionarios hacen su trabajo, la agenda se prepara conjuntamente y con anticipación. Llama la atención el poco profesionalismo de la cancillería y la embajada o el mensaje que nos manda el gobierno estadounidense.

El gobierno mexicano cree que lo que funciona internamente, funcionará externamente, con otro país. En México ya nos acostumbramos a que el presidente hace alguna afirmación en una de sus conferencias matutinas, la da por hecho y la convierte en verdad indiscutible. Importa lo que se dice, no la realidad, aunque se trate de una mentira flagrante o que no haya datos que sustenten su dicho y a veces muchos que lo contradicen. Él puede decir que se acabó la inseguridad, la pobreza o la pandemia, todos sus colaboradores -es un decir- al unísono le dan la razón, los que no le creen se cansarán y listo.

En el terreno internacional no es así. Que la delegación mexicana diga que la frontera deba ser abierta, no la abre en automático. Que se diga que aplicar los programas Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro resolverán como si fuera varita mágica el tema migratorio y los miles de migrantes centroamericanos preferirán quedarse en su país sembrando arbolitos y recibiendo becas de empleo temporal, no lo hace cierto. De hecho, ni siquiera en México esos programas han tenido éxito y el número de migrantes mexicanos crece.

Platicar los problemas, “ponerlos en la mesa”, diagnosticarlos, son discursos de candidato, no de gobierno. El trabajo de un gobierno es atacarlos, resolverlos. Eso que AMLO menciona desde su campaña en el sentido de que para resolver el tema migratorio hay que atacar sus causas suena muy bien, pero de eso no ha pasado y el tema tiene “en la mesa” ya tres años.

Los resultados son nulos. La frontera terrestre se reabrirá cuando así lo decida Estados Unidos. Lo que México debe hacer, si realmente eso busca, es determinar conjuntamente, con EE.UU, lo que hace falta para que se abra y trabajar en consecuencia y no esperarse a cada reunión para “plantearlo”.

Debe además reconocer que no puede controlar los flujos migratorios de tránsito a Estados Unidos, que no cuenta con las instituciones para hacerlo, ni con la infraestructura, ni con los recursos para ello.

Si, como parece, México ya decidió poner el territorio, Estados Unidos debe aportar los recursos porque ellos son un componente importante del problema, son el país de destino. Pero si AMLO cree que el gobierno estadounidense va a tomar recursos de sus contribuyentes para financiar programas que a todas luces tienen propósitos electorales, está muy equivocado. Por eso, en la reunión, la delegación estadounidense solo se comprometió a proporcionar “asistencia técnica”.

Ahora bien, si el gobierno mexicano está ofreciendo, implícita o explícitamente, el control de los flujos migratorios por la fuerza y con recursos de los contribuyentes mexicanos a cambio de que AMLO y su canciller se cuelguen la medalla de que sus programas son exitosos, respaldados por Estados Unidos y así se atacan las raíces del proceso migratorio, estaríamos en un escenario francamente perverso según el cual por una agenda política se golpean migrantes. No afirmo que ese sea el caso… pero parece.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute
TW: @mexainstitute

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