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OPINIÓN: Una visita para una foto

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al centro
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al centro, camina acompañado del mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, a la izquierda, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, hacia la Sala Este de la Casa Blanca, el jueves 18 de noviembre de 2021, en Washington.
(ASSOCIATED PRESS)
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Hace unos días tuvo lugar en Washington, D.C. la Cumbre de Líderes de América del Norte que tradicionalmente reúne a los titulares del poder ejecutivo de Canadá, Estados Unidos y México. Suspendidas durante la administración de Donald Trump, la reunión representa en sí misma, algo vital para México: hacer evidente la vocación regional de EE.UU.

La polarización que provoca AMLO en México llevó a que el análisis se centrara casi únicamente en su desempeño, en lo que dijo o no dijo y en lo que hizo o no hizo y poco o nada en la reunión.

Creo que es importante tomar un poco de perspectiva. La reunión fue convocada y agendada, con muy pocos días de anticipación por Joe Biden, y tiene como contexto su necesidad de demostrar interna y externamente su capacidad de competir con China y otras regiones. En esta lógica quienes esperaban o incluso deseaban una reunión ríspida, de reclamos, exabruptos y de la que AMLO saldría con un balance negativo, se guiaban más por su identidad con un lado de la polarización mencionada que por la realidad. No está en los estilos de Biden, ni en los de Trudeau la confrontación, menos aun cuando se asiste diligente y disciplinadamente a la convocatoria.

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Fiel a su estilo, AMLO puso en la mesa algunos temas. No soy optimista, hablar de los temas no los resuelve, eso le funciona en México y no porque se resuelvan sino porque le permite articular un discurso con el que se fortalece políticamente.

Habló por ejemplo del tema de regularización de migrantes indocumentados en Estados Unidos. Durante sus tres primeros años de gobierno ni siquiera mencionó este tema que concierne a 4 millones de mexicanos y desde hace dos semanas, como si se lo hubiera encontrado en un cajón de su escritorio que no había abierto, lo ha tocado varias veces. Pudo haber ido más lejos y proponer lo que se hace en Europa en la que hay libre circulación social y laboral, y en la práctica el mercado regula quien vive y trabaja en cada país.

Lo que dijo, desafortunadamente solo eso, tiene toda la lógica del mundo, regularizar a los migrantes en función de la oferta-demanda de mano de obra en Estados Unidos y Canadá. Como si él aplicara esa lógica en México con los migrantes centroamericanos a quien reprime violentamente. Nada más neoliberal o carente de perspectiva social que tanto le gusta, pero bueno o se le olvidó o pensó que en la Casa Blanca había que tener otro discurso. Como dicen que dijo Groucho Marx. Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros.

Sus analistas-porristas, en el otro extremo de la polarización se apresuraron a aplaudir la claridad y el arrojo presidencial. Algunos dijeron que por fin y por primera vez en la historia un presidente mexicano se había atrevido a hablar de ese tema en la Casa Blanca. Tienen mala memoria o por lo menos selectiva. Vicente Fox, en el año 2001, guiado por Jorge Castañeda entonces secretario de Relaciones Exteriores armó y presentó, no una, sino varias veces, una propuesta de redefinición de la relación con Estados Unidos en la que el eje era la regularización de los mexicanos indocumentados y a la que coloquialmente, justo por su integralidad y retomando una expresión estadounidense se llamó “la enchilada completa”.

AMLO deriva algunas ganancias de la reunión. Estados Unidos se comprometió a apoyar la extensión de sus programas en Centroamérica, para como él dice: “combatir las causas de la migración”. No porque crean que eso va a frenar la migración. Nadie lo cree. Además, los recursos que destinarán a ello serán ridículos comparados con la dimensión del problema. Pero esos dólares permiten a EE.UU alcanzar el objetivo de la reunión que es el de presentar a la región como unida y cohesionada con objetivos comerciales y de producción comunes. Para AMLO ese apoyo, por mínimo que sea, le permitirá presentar en México y ante su público sus programas como exitosos, y con reconocimiento internacional, tanto que hasta Estados Unidos pone recursos.

Ciertamente, la visita pudo haber sido más productiva, hasta por cuestiones de forma. Ser convocado y reducir la agenda al motivo de la convocatoria hace aún más evidente la subordinación y la falta de agenda propia, saludar desde la ventana a paisanos acarreados no sustituye un verdadero encuentro con representantes de la comunidad mexicana en Estados Unidos y pudo haberse reunido, como lo hizo Trudeau con otros actores relevantes. No parece que la cancillería o el embajador mexicano en EE.UU hayan entendido aún como se mueven las cosas en Washington.

Por lo demás, la reunión cumplió con los objetivos de Joe Biden, aquellos para los que fue convocada, hacer evidente la existencia de la región de Norteamérica. Sin duda ya mandó la foto a China. Los verdaderos problemas como los flujos migratorios de mexicanos y centroamericanos hacia Estados Unidos, el crimen organizado que controla gran parte del territorio mexicano y por el que transitan impunemente toneladas de fentanilo y otras sustancias ilícitas hacia EE.UU y la capacidad real de México de integrarse económicamente a la región, cuando más bien parece que va para atrás, pueden seguir esperando.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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