La FDA aprueba más fármacos que no demostraron su eficacia; ¿cuál es el riesgo para los pacientes?
Los reguladores federales están aprobando cada vez más medicamentos antes de que los estudios hayan demostrado su eficacia, lo cual deja a los pacientes en riesgo de tomar medicinas que podrían dañarlos en lugar de ayudarlos.
El año pasado, 14 nuevos medicamentos recibieron la llamada aprobación acelerada, en la que no han pasado por las pruebas que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) requiere regularmente. Eso representó el 28% de los 50 fármacos aprobados por la FDA. Los números aumentaron desde 2018 cuando solo cuatro, o el 7%, de las 59 nuevas medicinas fueron aprobadas bajo esas normas.
Las reglas se crearon para usarse en casos inusuales, en los que los pacientes gravemente enfermos no tienen otros tratamientos. Pero con la presión de la industria farmacéutica, los grupos de pacientes y los políticos para acelerar la comercialización de medicamentos, ahora la mayoría de los fármacos se aprueban de forma acelerada o a través de tres programas similares que requieren menos evidencia y el escrutinio regulatorio.
El cambio ha alarmado a algunos expertos, que temen que la industria esté explotando las pautas para vender medicamentos de eficacia y seguridad cuestionables, a precios altísimos.
“Esto está causando un daño real enorme”, afirmó Jerome Hoffman, profesor emérito de medicina de UCLA, señalando los efectos secundarios y las facturas médicas que los pacientes simplemente no pueden pagar.
Aunque la FDA tiene el poder de eliminar estos medicamentos cuando los estudios posteriores muestran que no funcionan, la medida es rara.
Una investigación reciente de The Times detalló cómo Covis Pharma rechazó la solicitud de la agencia de retirar un fármaco para mujeres embarazadas con riesgo de parto prematuro. La FDA aprobó el medicamento Makena hace una década, con la esperanza de que redujera las muertes y las discapacidades graves entre los bebés nacidos antes de tiempo. La agencia exigió a la empresa que realizara un estudio para demostrar los beneficios del fármaco. Ese ensayo tomó ocho años y “no logró demostrar” que Makena funcionara, remarcaron científicos de la agencia.
Docenas de medicamentos ahora en el mercado aún no han sido respaldados por estudios que confirmen su efectividad. Sumado a ello, no es necesario que se les informe a los pacientes que se les ha recetado uno de estos medicamentos, una laguna que hace que algunos médicos teman que se está engañando a las personas.
“Creo que la gente generalmente asume que, cuando la FDA aprueba algo, hay evidencia abrumadora de que es seguro y efectivo”, expuso Joseph Ross, profesor de medicina y salud pública de Yale, quien ha escrito sobre cómo se deben reformar las reglas.
En un comunicado, la agencia señaló que estaba “comprometida a garantizar la integridad del programa de aprobación acelerada”. “Creemos que los pacientes que actualmente carecen de opciones de tratamiento adecuadas para enfermedades graves o potencialmente mortales están dispuestos a aceptar cierta incertidumbre con respecto al beneficio clínico cuando se desarrolla un nuevo tratamiento”, expresó la FDA.
“En la gran mayoría de las aprobaciones aceleradas”, dijo, los beneficios clínicos del fármaco se verificaron posteriormente a través de los estudios de confirmación requeridos.
Medicamentos costosos cuya eficacia aún no está demostrada
La FDA está aprobando más medicamentos antes de que los estudios demuestren que funcionan. Aunque no se ha probado su efectividad, algunos llegan al mercado con precios de catálogo elevados.
Exondys 51 Distrofia muscular de Duchenne $300.000 por año
Aduhelm Enfermedad de Alzheimer $28.200 por año
Makena Riesgo de parto prematuro $13.000 por embarazo
Durante décadas, el estándar de aprobación de la FDA han sido dos estudios “adecuados y bien controlados” que muestran “evidencia sustancial de efectividad”.
En 1992, con la crisis de la epidemia del sida, la agencia inició su programa de aprobación acelerada. Este permite a las empresas utilizar lo que se denominan “criterios de valoración sustitutos”: ciertos signos en los ensayos clínicos que muestran que un fármaco podría ser beneficioso para los pacientes.
Muchos medicamentos aprobados bajo el programa han sido drogas contra el cáncer, de las cuales los ensayos no comprobaron que alarguen la vida. En cambio, las empresas han utilizado rayos X y otras medidas para mostrar que el fármaco parecía provocar una respuesta positiva.
Desde 1992, el Congreso aprobó leyes que agregan más formas para que los fármacos obtengan una aprobación más rápida con menos evidencia de lo que la FDA había requerido durante mucho tiempo.
Los nuevos programas se introdujeron para ayudar a los pacientes con enfermedades raras y sin otra esperanza. Ahora son de uso común.
El año pasado, el 74% de los 50 nuevos medicamentos aprobados por el Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos de la FDA recibieron algún tipo de aprobación acelerada. Entre los fármacos de esa lista se encuentran aquellos para la insuficiencia cardíaca y el lupus, afecciones para las cuales los pacientes ya tienen varias medicinas disponibles.
“Olvídese de dos estudios, olvídese de análisis bien hechos y de ensayos aleatorios”, consideró Hoffman sobre el uso cada vez mayor de las aprobaciones aceleradas por parte de la FDA. “Ahora, si alguien dice que podría funcionar y aún no hemos demostrado que sea dañino, intentémoslo”.
Si a una empresa se le otorga una aprobación acelerada, la FDA requiere estudios para confirmar que el medicamento funciona. Pero la agencia no ha obligado a las compañías a completarlos, lo cual podría detener las ventas si fallan.“Las empresas arrastran los pies”, remarcó Ross. “Los estudios no se hacen”.
Cuando se le preguntó acerca de los ensayos retrasados, un portavoz de la agencia destacó: “La FDA utilizará todas las autoridades a su disposición para alentar el inicio diligente de estudios de confirmación bien diseñados. Si hay brechas en la capacidad de la FDA para responsabilizar a los desarrolladores por realizar estudios tan rápido como lo permita la ciencia, entonces la agencia trabajará con el Congreso para cerrarlas”.
En un número creciente de casos, las empresas continúan vendiendo los medicamentos incluso después de que se completan esos estudios y muestran que los fármacos no son efectivos. Ross y otros investigadores las llaman “aprobaciones pendientes”.
“Makena es un caso ilustrativo de todo este asunto que está ocurriendo”, consideró Ross.
Covis le ha dicho a la FDA que quiere seguir vendiendo Makena mientras realiza más investigaciones para intentar nuevamente demostrar que es efectiva. La compañía cuestiona los resultados del estudio que no comprobó la eficacia, alegando que no incluyó a suficientes mujeres negras, que corren el mayor riesgo de parto prematuro. Covis dice que el medicamento es seguro y que las prescripciones continuas no dañarán a las embarazadas. La etiqueta de Makena enumera efectos secundarios como coágulos de sangre e hipertensión. Algunos médicos se preocupan por el riesgo de muerte fetal. La evidencia se revisará en una audiencia que la FDA aún no programó, a pesar de que han pasado tres años desde que el juicio mostró que el fármaco no es eficaz.
Dos aprobaciones aceleradas recientes plantearon más preguntas sobre si la FDA ha bajado demasiado su estándar.
El año pasado, la agencia generó controversia cuando anuló su comité de expertos externos y otorgó la aprobación a un medicamento llamado Aduhelm, para la enfermedad de Alzheimer, que afecta a seis millones de estadounidenses y no tiene cura. Tres miembros del comité renunciaron, en protesta.
En la decisión, la FDA utilizó evidencia de ensayos clínicos que mostraban que el fármaco reducía los niveles de placa amiloide en el cerebro. Pero los científicos cuestionaron el uso de ese marcador sustituto y señalaron que otros medicamentos atacan las placas, con poco efecto sobre la demencia del paciente.
Las infusiones intravenosas del medicamento pueden causar efectos secundarios graves, incluida la inflamación del cerebro.
Biogen, el fabricante, presentó Aduhelm a un precio de $56.000 dólares al año. El alto costo para una afección que afecta a millones de estadounidenses hizo que los funcionarios federales propusieran un alza de las primas de Medicare del 14.5% para cubrir los miles de millones de dólares que el gobierno esperaba pagar por él. En diciembre, la compañía redujo el precio anual a la mitad, $28.200.
En enero, Medicare propuso cubrir el costo de Aduhelm solo para pacientes en ensayos clínicos. Está pendiente una decisión final.
Más preocupaciones surgieron sobre el programa de aprobación acelerada en 2016, cuando Janet Woodcock, una alta funcionaria de la FDA, aprobó un medicamento para la distrofia muscular de Duchenne a pesar de que los científicos de la agencia concluyeron que no funcionaba y que aún no se conocían sus riesgos.
Sarepta Therapeutics comenzó a vender el fármaco Exondys 51 a un precio de $300.000 dólares al año. La aprobación provocó una disputa dentro de la FDA que pronto se hizo pública cuando se dieron a conocer los documentos. “Al permitir la comercialización de un fármaco ineficaz, esencialmente un placebo científicamente elegante, miles de pacientes y sus familias recibirían falsas esperanzas a cambio de dificultades y riesgos”, escribió Ellis Unger, uno de los científicos de la FDA que criticó la decisión de Woodcock.
La funcionaria defendió su movimiento. Entre sus argumentos estaba que Sarepta “necesitaba capitalizarse”, le dijo a una junta interna que revisaba la disputa. Señaló que las acciones de la compañía bajaron cuando un comité de expertos votó en contra del fármaco y luego subieron cuando más tarde envió una carta a Sarepta diciendo que esperaba otorgar pronto la aprobación acelerada de éste.
Si el medicamento no se aprobaba, agregó, Sarepta no tendría fondos suficientes para continuar estudiando Exondys 51 y otros fármacos similares en desarrollo.
El portavoz de la agencia le dijo a The Times que “la decisión de la FDA sobre cualquier producto farmacéutico, en cualquier área de enfermedad, se basa en una evaluación de beneficios versus riesgos, apoyada en la ciencia, la medicina, las políticas y el buen juicio, de conformidad con las normas legales y reglamentarias aplicables”.
Los pacientes dependen de los médicos para mantenerse a salvo de fármacos que tienen más riesgos que beneficios. Sin embargo, un informe sugiere que la mayoría de los doctores no conocen la escasa evidencia detrás de algunos medicamentos que recetan.
En una encuesta de 2016, el 70% de los médicos creían erróneamente que una aprobación de la FDA requería estudios que mostraran un efecto “estadísticamente significativo” y “clínicamente importante”.
“La compañía farmacéutica y toda la publicidad dicen que éste es un gran medicamento nuevo”, comentó Hoffman. “¿Cuántos médicos realmente van decir: ‘Esperen un segundo ¿Es eso cierto?’”.
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