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OPINIÓN: Una pálida Cumbre de las Américas

El presidente estadounidense Joe Biden camina al podio para hablar en la ceremonia de inauguración
El presidente estadounidense Joe Biden camina al podio para hablar en la ceremonia de inauguración de la Cumbre de las Américas, el miércoles 8 de junio de 2022, en Los Ángeles.
(Marcio Jose Sanchez / Associated Press)
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Como era de esperarse la Cumbre de las Américas que concluyó la semana pasada en la ciudad de Los Ángeles derivó, en lo que respecta a uno de sus temas centrales que es la migración regional, en un conjunto de acuerdos que si bien es cierto apuntan en la dirección correcta, están aún muy lejos de resolver el problema o por lo menos significar un cambio importante.

La polémica iniciada y alimentada cada mañana por el presidente mexicano en el sentido de exigir que se invitara a todos los gobiernos de América, opacó la agenda y echó a perder la reunión desde antes de que ésta iniciara e incluso continuó cuando se estaba desarrollando. Su enviado “bajo protesta”, en vez de dar prioridad a temas de interés para México como el de los mexicanos en Estados Unidos o un mejor manejo de la frontera común, se dedicó a reclamar que no se hubiera invitado a los gobiernos dictatoriales de la región.

Más allá de cualquier razonamiento, cabe la pregunta si eso le conviene a México y a los mexicanos. Sostengo que no. ¿Pudo haber sido trascendente sin esa polémica y con la asistencia de AMLO? tampoco, pero hubiera fortalecido la posición de México frente a su principal socio. La administración Biden no olvidará fácilmente que AMLO convirtió la cumbre en un fracaso diplomático y político para ellos. AMLO les echó a perder la fiesta en la que el cálculo era que Biden saliera fortalecido y demostrando que el camino Trump no es el único.

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Pero vayamos a los acuerdos. Quizá lo más recuperable es que el principio de responsabilidad compartida es el eje de los acuerdos. Es decir, todos deben hacer algo y ya no estamos en la dicotomía que dividía a la región en países de salida (esencialmente México y Centroamérica) y de destino (esencialmente Estados Unidos y en menor medida Canadá).

El segundo eje de los acuerdos es el disminuir la migración ilegal y aumentar la legal. Conceptualmente supera el lenguaje de Trump de no aceptar ninguna migración de la región y detenerla como sea, toda.

Más allá del debate esencialmente académico acerca del uso del término “ilegal” y de que el principio suena bien, para que los acuerdos tengan algún impacto, deben estar respaldados por estrategias y números congruentes con la dimensión del problema. Las cifras que se “comprometieron” son ridículamente bajas y no guardan ninguna proporción con el tamaño del proceso migratorio.

Ese principio puede llevarse a la práctica con estrategias adecuadas, como la de aumentar los permisos y visas en cantidades y características suficientes, pero también puede tener estrategias muy equivocadas como las instrumentadas por Estados Unidos y México al reprimir por la fuerza y de manera violenta el tránsito de migrantes o con programas tipo “quédate en México” que promovieron Trump y el canciller mexicano.

Por ejemplo, Estados Unidos anuncia en el marco de la cumbre y en voz de su vicepresidenta, que para promover el desarrollo de la región y generar condiciones de arraigo hará una inversión de cerca de 4 mil millones de dólares en Centroamérica. Aun suponiendo que esa cantidad, que no es despreciable, se usara correctamente, con las estrategias más eficientes (algo que estaría por verse), esos recursos no pueden cambiar la cara de la migración. Solo para ubicar la cifra en el tamaño de la economía estadounidense y de la región, la cantidad prometida es inferior a un mes cualquiera de remesas de los migrantes a México y también es menor al valor en el que se adquirió, la misma semana, el equipo de futbol de los Broncos de Denver. Me cuesta trabajo entender y aceptar que una economía aporte menos a la solución del problema migratorio que afecta a millones de personas de lo que gasta en un equipo deportivo, por más buen equipo que sean los Broncos de Denver.

También aparecen acuerdos que incrementan los permisos de trabajo y de asilo y refugio para todos los firmantes. Eso está bien, pero ninguno de los números comprometidos rebasa los 20 mil y solo para ubicar lo ridículamente bajo de esa cifra, en el programa “Quédate en México”, que fue de nefastas consecuencias para los solicitantes de asilo, al terminar la administración de Trump, había 70 mil personas esperando audiencias migratorias.

Esos números son insuficientes. Recordemos que en los primeros cuatro meses de 2022 la patrulla fronteriza realizó cerca de 800 mil detenciones en la frontera con México. Si no hay suficientes visas y permisos y la necesidad de partir subsiste, los migrantes y solicitantes de asilo lo intentarán por cualquier vía. Por eso no procede llamarles ilegales cuando en realidad son víctimas de políticas equivocadas y de modelos de desarrollo fracasados. Cruzan a Estados Unidos de manera “ilegal”, no porque les guste la aventura sino porque no tienen opción.

No es que ingenuamente hayamos pensado que en una semana la cumbre cambiaría todo, pero si se esperaba algo más de lo que resultó.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainstitute

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