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OPINIÓN: Con Trump los republicanos crearon un peligro incontrolable

President Donald Trump's Message on Coronavirus Relief
El expresidente Donald Trump enfrenta más de 30 investigaciones civiles y criminales.
(The White House)
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Los días se acumulan vertiginosamente para la histórica elección de medio término; un referéndum que decidirá la supervivencia del régimen democrático de 244 años, o su fin y el inicio de un régimen autocrático, como pretendió Trump en 2020, cuando se negó terminantemente a abandonar la Casa Blanca”, como asegura la periodista Maggie Haberman en su libro “Hombre Confiado: la creación de Donald Trump y el rompimiento de América”.

Es una fascinante lucha entre la verdad y la mentira, la legalidad e ilegalidad, la honestidad y deshonestidad, que todo el mundo sigue con interés por las implicaciones que pueda tener.

Los protagonistas, son el partido demócrata y el partido republicano, partidos que en los últimos anos se apartan cada vez más, en parte, por la presencia desequilibradora del expresidente Donald Trump.

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Trump enfrenta ahora más de 30 investigaciones civiles y criminales, por incitar a la insurrección armada, sedición, amenazas, intimidación de funcionarios electorales e intervención en procesos electorales estatales, robo de documentos altamente secretos y clasificados, listas de espías estadounidenses y otra información de valor incalculable para Rusia, China y cualquier país enemigo de esta superpotencia.

Pretendiendo tener aun poder, Trump viola leyes, las reescribe, las ignora, o trata de imponer condiciones al FBI y al Departamento de Justicia, ahora apoyado por su última nominación judicial, Aileen Cannon, una poco experimentada jueza federal, que, contra todos los expertos, determinó nombrar un comisionado que revise los documentos altamente clasificados y secretos que retuvo el expresidente y que el FBI decomisó tras un cateo a Mar a Lago.

Esta aberrante y descabellada acción de la jueza, como dicen grandes expertos, podría demorar, obstruir y descarrilar parcialmente el caso que construye el Departamento de Justicia contra el expresidente Trump, amén de poner en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos, por la difusión de los documentos secretos, que el expresidente asegura “tiene derecho a conservar”.

Sus abogados dicen que no son ni secretos ni altamente sensitivos para la seguridad nacional, porque el expresidente los desclasificó. Pero ignoran que, al salir de la Casa Blanca, Trump perdió los poderes para hacerlo y que no hay antecedentes de que lo haya hecho en sus últimos días, razón por la que enfrenta ese problema.

Trump ha ignorado tradicionalmente las preocupaciones de las agencias de inteligencia, que negaron su solicitud de que Jared Kushner su yerno e Ivanka su hija, tuvieran acceso a documentos secretos, considerando su estrecha relación con oligarcas rusos como Roman Abramovich, político y empresario cercano a Vladimir Putin, o con el príncipe saudita Mohammed Bin Salman, jefe de Gobierno de Arabia Saudita, entre otros.

Sin embargo, Trump se impuso y ordenó que se les diera el acceso.

De acuerdo con expertos en seguridad nacional, los documentos altamente clasificados y secretos en manos de Trump, quien indebidamente compartió información de inteligencia de Israel con funcionarios rusos, representa un grave peligro, por lo que consideran que los documentos regresen a la custodia de la comunidad de inteligencia, lo que decidirá un comisionado, tras un inusitado fallo de la Juez Federal Aileen Cannon, de ascendencia Colombiana, una de las últimas nominadas por Trump, que dejó con la boca abierta a incrédulos expertos.

Trump también enfrenta acusaciones contenidas en el Reporte del Fiscal Especial Robert Mueller, que impidió se difundiera, pero estaba por decidirse, entre muchos otras.

Está por verse que ocurrirá si Trump es sometido a juicio, el 24 de octubre en New York, como ordenó el juez Juan Marchan, donde Trump y su familia, deberán responder a cargos de evasión fiscal, fraude por más de 72 millones de dólares, tácticas sucias para solicitar préstamos y otras acusaciones.

A este juicio se podría sumar el de interferencia en la elección de Georgia, amenazas e intimidación de Trump a funcionarios electorales y suplantación de falsos integrantes al Colegio Electoral, para que votaran por él.

Aun quedaría pendiente una eventual consignación del expresidente Trump por incitar a la violencia, insurrección armada y posible coordinación con grupos extremistas y todos sus esfuerzos por revertir el resultado de la elección, inclusive con apoyo de grupos radicales que le apoyan en las fuerzas armadas, policías, grupos nacionalistas, supremacistas, multimillonarios, grupos religiosos, grupos de teorías de conspiración, etc.

Trump asegura que lleva la delantera, intensificando sus campañas de mentiras, impulsando la candidatura de más de 100 candidatos a legisladores que, dicen los expertos, tienen 95% de posibilidades de ganar, lo que podría dar el control de una o las dos cámaras del Congreso a seguidores de Trump, que obstruirían los dos años de gobierno que le quedan a Biden, y que tratarán de impedir su reelección.

Hábilmente, Trump, quien inicialmente era visto por verdaderos políticos como el “payaso” de la contienda en la nominación presidencial en 2016, terminó convenciendo a los dirigentes republicanos, mientras mantenía secretas sus declaraciones de impuestos y su evasión fiscal de 15 años y fraude al fisco, entre otras muchas cosas.

Con trato especial en sus hoteles a legisladores republicanos, les hizo sentir importantes y logró convencerlos de “la nueva era que significaría su relación y ayuda de Rusia, que desplazó al GRU, su servicio de inteligencia, para manipular a conservadores ignorantes y fanáticos, a través de Facebook, YouTube, Twitter y otras redes sociales.

La evidencia muestra cómo una aguda falta de información permitió que florecieran las más ridículas e impensables “conspiraciones”, como “pedidos de niños para rituales satánicos” a una pizzería de NY, por lo que la “misión” de Trump para “salvar al mundo de una conspiración internacional, de gobiernos, militares y religiosos” o de la “invasión de migrantes”, haciendo posible el sueño de Trump; uno que quiso extender indefinidamente.

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