Anuncio

Así es como Paradise ignoró las advertencias, y se convirtió en una trampa letal

Embers blow in the wind as the Camp fire burns a KFC restaurant in Paradise, Calif., on Nov. 8. Fueled by high winds and low humidity, the rapidly spreading wildfire ripped through the town.
(Justin Sullivan / Getty Images)
Share

El destino de Paradise estaba sellado mucho antes de que una tormenta de viento, en noviembre pasado, alimentara el fuego más mortal en la historia de California.

El asentamiento montañoso estaba condenado por su proximidad a una grieta en la poderosa pared de Sierra Nevada, un profundo cañón que bramó vientos con la fuerza de un vendaval. Estaba condenado por su laberinto de callejuelas accidentadas y caminos sin salida, que no prestaban ninguna atención a las formas de escape.

Infrared image
(Jon Schleuss / Los Angeles Times)
Anuncio

Y permaneció condenado porque, a pesar de todos los preparativos que hicieron los líderes de la comunidad, practicaron para domar los incendios forestales que con frecuencia ardían hasta el borde de la ciudad y se detenían, y no una tormenta de brasas impulsada por el viento.

Después del incendio de Camp —86 muertos, más de 13,900 casas destruidas y la ciudad de Paradise diezmada—, funcionarios locales y estatales afirmaron que la tragedia era imprevista e inevitable; un monstruo de fuego “sin precedentes”.

En verdad, la destrucción era completamente predecible, y las luchas de la comunidad para lidiar con el fuego fueron resultado de lecciones olvidadas y advertencias ignoradas. El milagro de la tragedia, según admiten ahora los funcionarios locales, es la cantidad de personas que lograron escapar.

Una investigación de Los Angeles Times descubrió que Paradise ignoró las repetidas advertencias sobre el riesgo que enfrentaban sus residentes, no diseñó ningún plan para evacuar el área a la vez, confió sus alertas públicas a un sistema vulnerable al fuego y no emitió órdenes de huida a toda la ciudad, ni siquiera cuando llovían cortinas de fuego.

Los registros históricos muestran que el incendio de Camp fue típico de los catastróficos fuegos provocados por el viento, responsables de las mayores pérdidas en California por incendios forestales.

Un documento de planificación estatal de incendios advirtió en 2005 que Paradise estaba expuesta a una tormenta de fuego similar a la ocurrida en Berkeley y Oakland 14 años antes, que mató a más de dos docenas de personas y destruyó más de 2,000 hogares. Pero los funcionarios de la ciudad enmarcaron el riesgo en términos históricos: en 50 años, ningún incendio forestal había cruzado el río Feather.

Cars destroyed by the Camp fire in Paradise, Calif.
(Justin Sullivan / Getty Images)

Los caminos que salían de Paradise se paralizaron una hora después de la primera orden de evacuación, y comenzaron a moverse nuevamente solo por un esfuerzo hercúleo de bomberos, policías, burócratas y políticos, que se dirigieron a las intersecciones para tratar de deshacer el nudo —el beneficio de haber practicado en pequeños incendios—.

En otras tres horas, cientos de residentes quedaron atrapados en las profundidades de la ciudad, aislados por las llamas. El sistema de comunicaciones del pueblo estaba muerto, al igual que las torres celulares. Las radios policiales quedaron paralizadas.

La gente saltó de los coches y huyó a pie. Cientos buscaron refugio en estacionamientos y edificios comerciales que nunca habían tenido la intención de ser refugios temporales en una tormenta de fuego. Los restos de decenas de residentes fueron hallados dentro de las casas que nunca pudieron abandonar.

El desastre ocurrió a pesar del hecho de que Paradise era proactiva en cuanto a la preparación para el fuego, no solo con simulacros y planes, sino que también anunciaba su sistema de advertencia, promovía los preparativos de “empaque y salga” por parte de los residentes e incluso escribía las precauciones contra incendios en proyectos de construcción pública.

Los líderes de la ciudad creían que ninguna otra comunidad de California, excepto tal vez San Diego —tenaz contra el fuego— estaba mejor preparada.

Los planificadores nacionales de transporte afirman que la destrucción de la ciudad debería establecer nuevos estándares para los planificadores de emergencias en áreas de incendios forestales, tal como el huracán Katrina cambió la planificación de evacuaciones en la Costa del Golfo. Pero a pesar de las promesas para crear normas en todo el estado después de los incendios forestales anteriores, California aún debe tomar medidas y la planificación de la evacuación sigue siendo una responsabilidad local.

La pregunta es más urgente que nunca, después de dos temporadas de incendios forestales con una cifra de muertes asombrosa: más de 40 fallecidos por incendios en la zona vinícola, más de 20 muertos por los deslaves de Montecito.

Pero los expertos temen que las lecciones no sean escuchadas. “Los recuerdos duran poco y la gente pronto olvidará lo terrible que fue Paradise”, expuso Michael Robinson, director del Center for Innovative Transportation Solutions en la Universidad de Old Dominion, que ayuda a las comunidades a planificar evacuaciones. “O pensarán: Fue terrible para Paradise, pero no me va a pasar a mí”.

Drone video showing charred remains of the Ridgewood Mobile Home Park after the Camp fire

Un sitio imperfecto

Paradise fue construida sobre un sistema de salientes volcánicas, divididas por un abanico de profundos barrancos que desembocan en el Valle de Sacramento.

Los desarrolladores comenzaron con lo que habían sido senderos de minas de oro y luego caminos de huertos de manzanas, para pavimentar un sistema de calles que maximizaba el espacio edificable de la forma en que los vasos sanguíneos se ramifican en capilares. Hay casi 100 millas de caminos privados que terminan en miradores estrechos y pocas calles de conexión.

Para más de 38,000 personas, el acceso al mundo exterior llegaba a través de cuatro carreteras que corrían hacia el sur, a través de estrías y de la cubierta forestal. Después de 2008, se pavimentó un camino forestal hacia el norte para proporcionar escape a los residentes en la cresta superior sobre Paradise. El día del incendio, el estrecho y sinuoso pasaje se atascó y fue intransitable.

Otras ciudades mineras históricas en las estribaciones de Sierra Nevada siguen diseños caóticos y orgánicos similares.

“El ADN de estas ciudades es tal que están... preparadas para el desastre”, indicó Zeke Lunder, un especialista en incendios y geógrafo con sede en Chico, cuya compañía ayuda a propietarios privados y agencias públicas a realizar quemas prescritas y prepararse para los inevitables incendios forestales.

El auge de la población de Paradise llegó en los años 1960 y 1970. Nueve de cada 10 casas fueron construidas antes de 1990 y la mayoría tenía más de tres décadas.

Los registros de tasación fiscal muestran que solo 285 viviendas fueron construidas en la cresta de Paradise desde que entraron en vigencia los nuevos códigos de incendios, en 2008.

Un análisis de los registros de los evaluadores y estudios de incendios realizados por el Times mostró que esas estructuras más nuevas tuvieron una tasa de supervivencia del 13% en el incendio de Camp, en comparación con el 3% de las casas antiguas.

Los funcionarios de Paradise le dijeron repetidamente a The Times que nunca imaginaron que una tormenta de fuego llegaría a la ciudad.

Pero el plan estatal de manejo de incendios de 2005 para la zona montañosa, desarrollado en consulta con algunos de los mismos planificadores de Paradise, advertía que los vientos del cañón representaban una “seria amenaza” para la zona.

Hospital workers and first responders evacuate patients from the Feather River Hospital as the Camp fire moves through Paradise, Calif.
(Justin Sullivan / Getty Images)

El “mayor riesgo” era un incendio con “viento del este”, según el documento, “el mismo tipo de fuego que impactó en las colinas de Berkeley y Oakland durante la tormenta de fuego del 20 de octubre de 1991”, que mató a 25 personas.

El plan también advertía sobre “un alto potencial de grandes incendios y pérdidas de vidas y bienes” en la Cuenca de Concow, al lado de Paradise. “Las cargas de combustible pesado, el terreno empinado, el acceso deficiente y los combustibles ligeros crean graves riesgos de incendio. El aumento de la población en esta zona crea un alto potencial de pérdidas catastróficas de vidas y propiedades”.

Los planes de incendios posteriores creados por los funcionarios de los condados de Butte y Paradise, en conjunto con el Departamento de Bosques y Protección contra Incendios de California, utilizan un lenguaje mucho menos directo. Esos planes solo advierten sobre el fuego “extremo”, un paso por debajo de lo catastrófico. Los incendios por vientos del cañon no se mencionan en absoluto.

La vulnerabilidad de la ciudad al fuego se hizo evidente en 2008, primero por el incendio de Humboldt, que destruyó 87 casas al oeste de Paradise, y luego una semana después, por una tormenta eléctrica que provocó decenas de incendios hacia el este. Los residentes que intentaban huir quedaron atrapados en atascos de tránsito masivos, cuando las llamas ardían a ambos lados de la carretera mientras estaban sentados atrapados en sus autos. Una persona falleció de un ataque al corazón.

Documento

“Los incendios provocados principalmente por vientos ascendentes o de las pendientes o cañones representan una grave amenaza para zonas de Paradise… El mayor riesgo para las comunidades del cordón montañoso es el de un incendio impulsado por el viento del este, que se origina sobre las comunidades y sopla cuesta abajo, a través de áreas habitadas. Es el mismo tipo de incendio que impactó en las colinas de Berkeley y Oakland, durante la tormenta de fuego del 20 de octubre de 1991”.

Los fuegos de 2008 prepararon la tierra alrededor de Paradise para arder nuevamente, señaló Lunder, dejando tanto madera muerta como espacios abiertos para el crecimiento de espesa hierba. Era como si el arma hubiera sido amartillada.

Un año más tarde, el gran jurado del condado de Butte advirtió que la ciudad enfrentaría consecuencias desastrosas si no abordaba los límites de capacidad de sus carreteras. Pero los supervisores y planificadores del condado de Butte rechazaron el pedido del panel para detener el crecimiento hasta que se resolviera el problema de la evacuación.

El periódico más grande de Chico publicó un editorial que concluyó que no se podían construir suficientes vías de evacuación, y que aquellos que elegían vivir en Paradise tenían que estar conscientes del riesgo que corrían, y preparados para marcharse velozmente.

Cinco miembros del gran jurado, entrevistados por The Times, indicaron que las mejoras que se hicieron (pavimentación del camino forestal y enderezamiento de otra ruta) fueron inadecuadas. Sentían que habían sido ignorados.

Entre ellos se encuentra Walt Sipher, un residente de Chico cuya hermana siguió a sus padres a Paradise y permaneció en la cresta después de la muerte de estos. Sipher llamó a su hermana la mañana del incendio, para advertirle que se marchara. Ella le dijo que no sería necesario, que las llamas serían contenidas.

Judith Sipher fue la persona típica entre quienes perecieron ese día: ancianos, enfermos con insuficiencia cardíaca congestiva y quienes estaban en cama con gripe. Aunque tenía coche, rara vez conducía.

Walt intentó conducir a Paradise para buscarla, pero se topó con el tráfico y no pudo entrar. Fue convocado semanas más tarde a la antigua tienda Sears, en Chico, para brindar una muestra de saliva para el forense, que necesitaba el ADN para identificar los restos humanos encontrados en el departamento de su hermana.

“Hay mucha gente en esa cresta, y muy pocas rutas de escape”, afirmó Sipher. “La posibilidad siempre estuvo en la mente de todos... Uno espera que no sea tan terrible, pero lo fue”.

Estrechamiento de la vía principal

El mismo mes en que el gran jurado dio a conocer su informe de junio de 2009, Paradise abordaba los planes para limitar su ruta principal de evacuación, Skyway.

Ocho peatones habían sido heridos por automóviles en el distrito comercial estrecho, y el tráfico pesado le daba a la vía una sensación de “autopista”.

La empresa de ingeniería que diseñó el proyecto dijo que reduciría la cantidad de vehículos que podrían pasar y desaconsejó nuevas “mejoras”, como una mediana de concreto, citando la necesidad de recordar que la carretera era una ruta de evacuación por incendio. Más de la mitad de la población de cresta vivía por encima de esa vía.

Las grabaciones de las asambleas muestran una única voz de preocupación en la reunión del consejo de 2014, que dio la aprobación final al estrechamiento de la carretera.

“Lo principal es el peligro de incendio”, expuso Mildred Eselin, de 88 años. “Si el consejo está buscando una manera de disminuir la población de Paradise, ésta sería la manera de hacerlo”.

El jefe de bomberos de la ciudad, David Hawks, señaló el plan de Paradise para evacuar vecindario por vecindario, en lugar de todos a la vez. “Cuando todos intentan evacuar a la vez, es cuando se crea el cuello de botella”, aseveró.

Sin preparación para lo peor

Las evacuaciones escalonadas han estado en el centro de los planes de Paradise desde 1998. Un plan actualizado, aprobado en marzo de 2015, codificó las decisiones después de los incendios de 2008 para convertir a Skyway en una ruta de ida en caso de emergencias, duplicando su capacidad para evacuaciones. La ciudad practicó su plan durante un ejercicio de 2016, parte de simulacros de desastres regulares, y advirtió a los residentes con anticipación para que pudieran desviarse si fuera necesario.

Jim Broshears, director de manejo de emergencias de la ciudad durante el incendio y su antiguo jefe de bomberos, estimó que las carreteras de Paradise podrían respaldar una evacuación combinada de cuatro zonas en dos horas —menos de una cuarta parte de la población—. Pero los funcionarios de la ciudad le dijeron a The Times que no tenían idea de cuánto demoraría vaciar toda la ciudad. Nunca imaginaron una necesidad, reconocieron. “Nos entrenamos en lo que era más probable”, expresó Marc Mattox, ingeniero de la ciudad.

La planificación para una tormenta de fuego habría sido “similar a pensar: ¿Está la Cuenca de L.A. enteramente preparada para un terremoto que podría devastar la Cuenca de L.A.?”, preguntó Hawks. “No creo que eso sea realista”.

“Obviamente, es el incendio más grande o más devastador en la historia de California”, expuso. “No llegó a lo que llegó porque se trató de un evento normal”.

The Times utilizó el software de simulación de tráfico ubicado en la Universidad de Old Dominion y requerido por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias para los planes de emergencia en torno a las centrales nucleares para analizar las carreteras de Paradise. Éste mostró que toda la ciudad necesitaría de ocho horas para que los residentes evacuaran en condiciones de cielo azul, y más de cinco horas si Skyway se convirtiera de inmediato en una vía de escape de mano única.

Esas estimaciones son sin contar con una lluvia de brasas, obstáculos ardientes, explosiones de tanques de propano y ráfagas de calor que derretían los neumáticos. Tampoco tienen en cuenta los caminos que fueron bloqueados por la caída de los postes de energía y los autos abandonados el día del incendio, o las dos horas que tardó la policía en establecer la mano única en Skyway.

Embers fly as wind and flames from the Camp fire tear through Paradise, Calif.
(Josh Edelson / AFP/Getty Images)

Paradise no hizo uso de tal software. Al enterarse de los hallazgos de The Times, Mattox dijo que le hubiera gustado tener esa información antes del 8 de noviembre. “Todos los planificadores de obras públicas, todos los planificadores de emergencias en todo el país deben ser conscientes de lo que dicen esos tipos de modelos para su comunidad”, expuso.

Broshears, el arquitecto de la mayor parte del plan de emergencia de la ciudad, así como otras fuentes reconocen que sus planes se construyeron en torno al tipo de incendios forestales que Paradise había sufrido en el pasado.

“Seamos todos honestos”, pidió Broshears. “No teníamos un plan que abordara un incendio que ocurriría en todas partes... Teníamos un plan de evacuación diseñado para un incendio en el bosque. Teníamos una bomba de hidrógeno... Nos vimos tan superados”.

No prepararse para un desastre más grande no es algo exclusivo de Paradise, advirtió el exadministrador de FEMA, Craig Fugate.

Las fallas en tal planificación son tan comunes que Fugate las describe como los “pecados mortales” del manejo de emergencias: practicar simulacros que garantizan el éxito; suponer que los planes pueden ampliarse cuando se produce un desastre masivo; confiar en los sistemas gubernamentales para trabajar bajo presión; no planear cómo proteger a las poblaciones vulnerables, como los ancianos; y desconfiar del público, lo cual a menudo lleva a no advertir con la suficiente antelación. “Planeamos para lo que somos capaces, y esperamos que no sea peor”, dijo.

Walt Scherer, quien perdió una casa anterior por el fuego en las estribaciones de Loomis, donde era funcionario de la ciudad, se mudó a Paradise en abril y supo que había un alto riesgo de incendio. Una vez más, perdió su hogar.

El hombre se quedó atónito cuando, más tarde, escuchó al alcalde de Paradise responder a una pregunta pública sobre la maraña de la evacuación.

El funcionario afirmó que nunca se podrían construir suficientes caminos para evacuar a toda la ciudad de inmediato. “Cualquiera en su sano juicio sabría que toda la ciudad era un gran bosque de robles, y todos corrían peligro”, expuso Scherer. Fue un “fracaso colosal”, agregó, no advertir a los residentes que toda la comunidad no podría ser evacuada de inmediato. “Hay que reconocer el riesgo”.

Tizones y brasas

El cañón del río Feather, donde comenzó el incendio de Camp, era conocido por sus fuertes vientos. Los llamados vientos Jarbo Gap se precipitan por el cañón desde el noreste cada otoño, causados por el aire de alta presión estacionado sobre la Gran Cuenca, que busca abrirse paso a través de Sierra Nevada para llenar los vacíos de baja presión en la costa de California.

Police officers prepare to remove human remains that were found in a car destroyed by the Camp fire in Paradise, Calif.
(Justin Sullivan / Getty Images)

Los registros meteorológicos muestran 36 días desde 2003 con ráfagas de 100 mph o más, y tan potentes como de 200 mph. Paradise estaba en medio de su trayectoria.

La mañana en que comenzó el fuego de Camp, los vientos secos habían soplado durante una semana. De acuerdo con el equipo meteorológico en la parte superior de la estación de bomberos de Jarbo Gap, la probabilidad de que una sola chispa comience un incendio lo suficientemente grande como para que sea necesaria la intervención de bomberos para apagarlo es del 76%. La estación registró ráfagas de hasta 52 mph, horas antes del siniestro.

En lugar de extenderse como un frente de llamas que se abría paso a través del bosque, el fuego de Camp se convirtió en viento, formando tizones y brasas que aterrizaban como la lluvia. Estas cayeron sobre combustibles receptivos: árboles y arbustos con varios años de sequía, pasto espeso que crece durante las fuertes lluvias de primavera y luego se seca. Entre los combustibles había rodales de pino gris, conocidos por emitir brasas.

El incendio creció a un ritmo acelerado; aproximadamente 4,600 acres por hora, según un análisis del Times sobre mapas de incendios e imágenes satelitales. Los oficiales de bomberos de la ciudad y del estado consideraron que la velocidad del fuego no tiene precedentes.

Pero el análisis muestra que otros incendios devastadores de California se movieron tanto o más rápido.

En San Diego, el incendio de Cedar, en 2003, ardió durante horas, hasta que llegó un viento de Santa Ana a medianoche. A las 3 de la madrugada, el fuego impulsado por el viento había saltado sobre un río y un embalse, y corrido casi 17 millas. En tres horas, se extendió un promedio de más de 19,600 acres por hora. Quince personas murieron y más de 2,200 casas quedaron destruidas.

El incendio de Tubbs, en 2017, igualó al de Camp en velocidad; recorrió 12 millas en cuatro horas en Santa Rosa, mató a 22 personas y, finalmente, destruyó más de 5,000 viviendas.

Cuando el fuego de Camp llegó a Paradise, el mismo sistema de alta presión y baja presión creó un evento del viento de Santa Ana que empujó el fuego de Woolsey hacia Malibu. Su ritmo en los primeros 90 minutos fue de 21,290 acres por hora.

Después de que fuera reportado el incendio de Camp, a las 6:31 a.m., el viento llevó las brasas a la cercana Concow, donde una orden de evacuación obligatoria fue degradada al estado de “advertencia” a las 7:17 a.m.

Quince minutos después, las brasas incendiaban casas en Concow y la orden de evacuación se hizo obligatoria. En poco tiempo, los bomberos quedaron atrapados con residentes que no habían tenido tiempo de huir. Así, desplegaron sus refugios contra incendios; algunas personas saltaban a un lago. Los cuerpos de al menos seis víctimas fueron encontrados en el exterior o dentro de sus autos.

Graphics reporting by Paige St. John and Rong-Gong Lin II.
(Jon Schleuss / Los Angeles Times)

Sin advertencias

En Paradise, la primera orden de evacuar parte de la ciudad llegó a las 7:57 a.m., y el primer informe del fuego en el borde de la ciudad llegó dos minutos después. Inmediatamente hubo una docena de incendios en el sitio.

La tormenta de brasas azotó la mayor parte de la ciudad a la vez. En menos de una hora, los incendios puntuales se extendieron a la mitad de Paradise y se convirtieron en fuegos sustanciales en los patios y las casas. Estos prepararon a Paradise para la gran quema horas antes de la llegada del incendio forestal principal, creando una tormenta urbana que se movía horizontalmente de casa en casa y dejaba los árboles por encima de éstas intactos.

Según lo previsto, las órdenes de evacuación comenzaron zona por zona. Se enviaron llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos a través de CodeRed, un servicio privado contratado para la ciudad y el condado.

Pero las entrevistas y los registros dados a conocer por la ciudad y el condado muestran que el sistema de alerta falló en muchos niveles.

Solo una fracción de los residentes de Paradise estaban inscriptos en el servicio —inicialmente, los funcionarios de la ciudad estimaron que la inscripción no superaba el 30%; luego le dijeron a The Times que no tenían acceso a la lista de suscripciones—.

Muchas de las alertas de emergencia no se accionaron: los registros de CodeRed mostraron tasas iniciales de fallos de llamadas del 40%, y subieron al 60% a medida que avanzaba el fuego. Muchos suscriptores le aseguraron a The Times que nunca recibieron llamadas.

Una gran parte de Paradise no recibió una orden de evacuación antes del incendio.

The sheriff hasn’t released the location of 25 victims. One person was transported and died at UC Davis Medical Center. Sources: Nextzen, OpenStreetMap, Butte County Sheriff’s Office. Graphics reporting by Paige St. John and Rong-Gong Lin II.
(Jon Schleuss / Los Angeles Times)

Los documentos publicados en el marco de la Ley de Registros Públicos del estado muestran que tres de las 14 zonas de Paradise recibieron solo advertencias —no órdenes obligatorias de evacuación— en la mañana del incendio, y no se enviaron notificaciones a otras tres áreas. La pérdida de las líneas de fibra óptica y las torres de telefonía celular anularon las advertencias por completo: la policía de Paradise abandonó su centro de despacho sin haber enviado una orden general a la ciudad para que otros residentes huyeran.

La mayoría de los habitantes afirmaron haber confiado en el boca a boca, en los vehículos de emergencia que conducían por sus calles con altavoces o en el avistamiento de las llamas.

‘¡Que la gente se ponga en marcha, ahora mismo!’

Le tomó solo una hora a Paradise atascarse tan a fondo, que un sargento del sheriff tomó velozmente la radio y, con voz urgente, gritó: ¡Llamas! ¡Que la gente se ponga en marcha, ahora mismo!

La orden de abrir Skyway al tráfico de una sola dirección finalmente llegó, pero lo que tomó 45 minutos durante un simulacro requirió de una hora en condiciones de incendio. La carretera no se convirtió totalmente en mano única hasta poco después de las 10 de la mañana. Para entonces, las grabaciones de llamados de emergencia indican que Skyway estaba atascada hasta Chico, y que tramos enteros comenzaban a estar en llamas.

Graphics reporting by Paige St. John and Rong-Gong Lin II.
(Jon Schleuss / Los Angeles Times)

Broshears se sorprendió por la velocidad en que las intersecciones se convirtieron en un punto de estrangulamiento. El tránsito retrocedía en carreteras secundarias tan sólidamente, que los automovilistas quedaban atrapados en calles sin salida. En una, Edgewood Lane, los cuerpos de cinco personas fueron hallados dentro o en el exterior de sus autos. Los bomberos fueron convocados para rescatar a las víctimas quemadas al final de otra calle, después de que intentaron huir por un paso para caballos.

La mayoría de los automovilistas no entraron en pánico, y permanecieron en sus vehículos, que avanzaban lentamente mientras el fuego impulsado por el viento se movía a su alrededor, exigiendo desvíos y vueltas sobre sus pasos, y convirtiendo la salida de 16 millas en una fuga de cinco horas. A las 3 de la tarde, siete horas después del éxodo, afirmó la alcaldesa de Paradise, Jody Jones, la evacuación había terminado.

Video from Skyway Road in Paradise shortly after the Camp fire. (Carolyn Cole / Los Angeles Times)

Pero en el extremo norte de la ciudad, los bomberos transmitían por radio informes de civiles que abandonaban sus autos y corrían a pie, dejando atrás un bloqueo de vehículos abandonados. Cientos de residentes tuvieron que huir del fuego hasta que llegaron equipos pesados, que nivelaron un camino para que los autobuses los transportaran.

Lecciones de Paradise

Después de los hechos, los líderes locales de emergencias defendieron sus preparativos. La escala del desastre, dijeron, habría sido mucho peor si Paradise no hubiera realizado simulacros repetidamente.

“Establecimos el objetivo en controlar el tránsito”, remarcó Hawks, jefe de bomberos de la ciudad. “Pusimos el listón en las evacuaciones”.

Broshears quiere un estudio intensivo “para dar cuenta de cada decisión que se tomó”. Ahora prefiere un sistema de sirenas que pueda advertir a todos al mismo tiempo, y mejores planes para hacer lo que Paradise hizo por defecto: refugiar a las personas en el lugar cuando no es posible escapar.

Mattox, el ingeniero de la ciudad, desea “disipar las versiones” de que las personas murieron mientras estaban atrapadas en el tráfico en Skyway, aunque afirmó que Paradise debería calificar nuevas rutas de emergencia para salir de la ciudad.

Durante las primeras horas del incendio, Mattox permaneció de pie, en el humo, dirigiendo el tránsito en Skyway, y vio pasar a su propia familia. Su casa quedó destruida. Ahora forcejea internamente con la pregunta de si Paradise no prestó atención a las advertencias de un incendio impulsado por el viento. “No quiero decir ‘No, no estábamos preparados’, porque trabajamos muy duro”, aseguró. “¿Y qué hubiera sido diferente? Simplemente no lo sé”.

El reportero de planta Jon Schleuss contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio