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El “rabino táctico” ayuda a las sinagogas a defenderse de la violencia antisemita

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Habían transcurrido 45 minutos de su conferencia cuando el rabino sacó un AR-15.

“¿Creen que deberíamos llevar más armas en Shul?”, preguntó el rabino Raziel Cohen a la multitud en una sinagoga de Westside Chabad el pasado miércoles por la noche, durante un seminario de ‘tiradores activos’, organizado a raíz del ataque mortal en Chabad de Poway.

La mitad de la habitación levantó sus manos.

En los días posteriores al tiroteo, los líderes de Chabad en California se han apresurado a obtener subvenciones de seguridad pública y calmar a los fieles temerosos, movilizando a cientos más a través de simulacros de disparos activos y entrenamiento de defensa comunitaria. En el sur de California, los expertos en seguridad religiosa como Cohen, que se llama a sí mismo el “Rabino Táctico”, se están convirtiendo rápidamente en una verdadera industria.

Chabad es un movimiento de judaísmo jasídico. A diferencia de otras comunidades jasídicas, que tienden a permanecer aisladas, Chabad considera que el alcance a los judíos no afiliados y menos practicantes, es el corazón de sus creencias, una posición que a veces los pone en desacuerdo con otros grupos judíos.

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Los Ángeles tiene más congregaciones de Chabad que cualquier lugar fuera de Brooklyn. Un ataque mortal a uno de los suyos, sólo seis meses después de la masacre en Pittsburgh, ha suscitado dolorosas preguntas de identidad para un grupo querido por la comunidad.

El abrazo de la secta de ahavat yisrael, el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo, es la razón de ser de estas sinagogas.

“Nuestros brazos están abiertos, pero la seguridad siempre es lo primero, si hay que sacrificar algo de esta apertura, que así sea”, dijo el rabino Simcha Backman, quien dirige Chabad de Glendale y es parte de los líderes de la secta de California. “En la ley judía, volviendo a la Torá, lo primero y más importante es proteger vidas. Todo lo demás es secundario. Y en el mundo en que vivimos hoy, debemos centrarnos en salvar vidas y mantener a las personas seguras”.

Pero la seguridad ha tenido un precio, una gran congregación de Chabad se reúne ahora en un edificio que simula estar vacio.

“No queremos ser víctimas”, dijo Cohen. “Ahora necesitamos protegernos a nosotros mismos”.

Cada vez aumenta el número de fieles que sienten que eso significa tener armas.

“El beneficio de tener un individuo en la sinagoga con un arma es que estará luchando por algo”, dijo Cohen. “Están mucho más dispuestos a defender a sus hijos que tener a una persona a la que se le paga $15 por hora”.

De hecho, los hombres que asistieron al evento del pasado miércoles, rechazaron la insistencia del rabino de que sólo aquellos con entrenamiento avanzado podían llevar una pistola a una sinagoga.

“Si una persona en tu sinagoga va a llevar un arma, estoy de acuerdo con eso, pero tiene que estar entrenado”, les instó Cohen.

Aquellos que forman parte del mundo de la seguridad judía fueron menos optimistas acerca de la posibilidad de que tantos hombres armados acudieran a una casa de culto.

“La gente está obsesionada con las armas”, dijo Jason Friedman, director ejecutivo del Servicio de Seguridad Comunitaria, que ha capacitado a miles de voluntarios, incluida gente de Los Ángeles. “El debate sobre la seguridad se ha centrado alrededor de las armas, y siempre trato de abrir ese escenario”.

Un rabino se opuso abiertamente a los hombres que venían a rezar armados.

“La solución nunca es el uso de las armas”, dijo el rabino Avraham Zajac, quien dirige una congregación de Chabad en Los Ángeles. “La solución es la capacitación [vigilancia]”.

Hasta ahora, la capacitación era una de las pocas opciones disponibles. A nivel organizacional, Chabad ha estado en sintonía con la seguridad desde que sus emisarios murieron en los ataques terroristas de 2008 en Mumbai. Pero individualmente, muchas congregaciones todavía operan con pocos recursos.

“Hay algunos edificios aquí con un presupuesto de seguridad anual de un cuarto de millón de dólares”, dijo el rabino Yossi Eilfort de Magen Am, una firma de seguridad religiosa con sede en San Diego. “Crecí con Chabad y la mayoría de nuestros edificios no tienen las cualidades óptimas para ser seguros, por lo que necesitamos encontrar otras soluciones de seguridad”.

Las subvenciones de la Iniciativa de Seguridad de Áreas Urbanas del Departamento de Seguridad Nacional han ayudado a cerrar la brecha, financiando la infraestructura para hacerla más segura, como cercas, alarmas y cámaras de vigilancia. Pero hasta el mes pasado, las subvenciones no podían utilizarse para pagar a los guardias armados.

“Es muy importante”, dijo Backman, el rabino de Glendale, sobre el cambio. “Pero incluso si esas subvenciones no se reciben, y no siempre se entregan, todos sabemos que debemos encontrar el dinero para esas mejoras de seguridad”.

Después del tiroteo en Poway, el gobernador Gavin Newsom anunció una gran inyección de dinero en efectivo para el Programa de Subvenciones de Seguridad Sin Fines de Lucro del estado, aumentando el fondo en aproximadamente medio millón de dólares, a $15 millones.

Pero hay muchas maneras creativas de defensa que no cuestan nada.

Una sinagoga de Los Ángeles se encuentra detrás de un escaparate vacío con ventanas cubiertas de papel en un tramo de un bulevar bullicioso. No hay nada en la fachada que sugiera que es un edificio religioso, mucho menos judío. Aunque su interior a menudo está abarrotado a reventar, desde el exterior, el edificio parece abandonado.

“No hay señalización a propósito, por razones de seguridad”, dijo el rabino. “No quiero atención. Preferiría ser invisible ahora”.

La sinagoga contrató recientemente a un guardia armado, pero el rabino considera esto principalmente como un elemento disuasivo. Su verdadera fe está en los miembros de la comunidad, docenas de los cuales se han entrenado con el Servicio de Seguridad Comunitaria.

“Tenemos 36 voluntarios, hombres y mujeres, que vienen todas las semanas”, dijo el rabino. “Estan muy alertas, muy conscientes, tienen una comunicación muy sofisticada entre ellos y con el LAPD”.

En esta sinagoga, en un Shabat típico se verá a una madre con un traje de falda, una armadura como peluca con un auricular y un walkie-talkie en la cadera. En el día de reposo tienen prohibido tocar dichos aparatos electrónicos, y mucho menos usarlos. Pero el mandamiento de proteger vidas en peligro reemplaza virtualmente cualquier otra regla de la ley judía.

El Servicio de Seguridad Comunitario se negó a proporcionar detalles, citando preocupaciones de protección. Pero Friedman, el director ejecutivo de la firma, dijo que en barrios como Pico-Robertson, donde hay decenas de sinagogas, sus equipos se comunican no sólo entre grupos, sino entre sí.

“Siendo de la comunidad, tenemos que ser conscientes y sensibles de las restricciones”, dijo. “No tiene sentido ser una organización judía si no somos conscientes de esto”.

Además del Servicio de Seguridad Comunitario, ahora el rabino de la sinagoga se ha comprometido a enviar a dos de sus miembros a Magen Am, conocido por su programa de entrenamiento de élite para civiles.

“El entrenamiento es algo parecido a una vigilancia de vecindario en lugar de tener que unirse a los marines”, dijo el rabino sobre el nuevo programa. “Exige casi mil horas de entrenamiento”.

Los hombres y mujeres en el entrenamiento del pasado miércoles confiaban en poder ajustar esta nueva realidad con sus creencias más profundas.

“Obviamente, habrá más seguridad en Shul, pero Chabad siempre seguirá igual”, dijo la hermana de Cohen, Sarah Inglis, quien asistió al evento con su esposo. “Ser abierto y acogedor, esa es la base de lo que es Chabad”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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