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En el mundo de ‘El Chapo’ $100 millones era una cifra común

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En cualquier otro contexto, el soborno de nueve cifras con las que el ex líder de cártel Sinaloa, Alex Cifuentes, pagó a un presidente electo no sería creíble según su declaración a un jurado de Nueva York.

Pero para los súper millonarios narcotráficantes que han testificado en el juicio del capo de la droga, Joaquín “El Chapo” Guzmán, $100 millones es solo el precio de hacer negocios.

“Tenemos que pensar en estas organizaciones como corporaciones multimillonarias”, advirtió David Shirk, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de San Diego y experto en el comercio de drogas. “Cuando piensas en estos tipos no como matones sino como líderes de la industria, es muy fácil entender por qué hay tanto dinero involucrado”.

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Sin embargo, las cantidades de dólares dadas ha conocer en los testimonios han sido reveladoras para muchos expertos, quienes estiman que el comercio de narcóticos en los Estados Unidos suma hasta 40 mil millones de dólares al año, equivalentes con los ingresos mundiales de Coca-Cola Co. Pero rara vez se escucha esta información directamente de los ‘altos ejecutivos’ de la industria del narcotráfico.

Once ex líderes del cártel han testificado desde que comenzó el juicio a principios de noviembre, y se espera que muchos más lo hagan antes de que finalice.

La mayoría están en una prisión federal a la espera de ser sentenciados por tráfico de drogas, asesinato y otros delitos.

Se proyecta que su testimonio sea recompensado con sentencias más cortas y visas especiales para sus familias. Los pocos que están libres están bajo el programa de protección de testigos.

Guzmán, quien ya ha sido condenado por tráfico de drogas en México, está siendo juzgado en un tribunal federal por cargos de narcotráfico, conspiración para cometer asesinato y violación de armas. La mayoría de los testigos trabajaron estrechamente con él.

Son la piedra angular del caso de la fiscalía. Por el contrario, los abogados de Guzmán han aprovechado la descripción de sus vidas para retratarlos como mentirosos, poco confiables, que solo buscan su propio beneficio.

Los interrogatorios han revelado historias de riqueza que a menudo se asemejan más a un guión de “Lifestyles of the Rich and Infamous” que a un testimonio legal.

Tirso Martínez, un ingeniero de sistemas autodidacta que construyó líneas de tren para el cártel y administró sus rutas de contrabando, gastó abundantemente en equipos deportivos, caballos de carrera y restaurantes, perdiendo cerca de $ 2 millones en peleas de gallos previo a su arresto en México en 2014.

Antes de ingresar en la prisión mexicana en 1998, la mano derecha de Guzmán, Miguel Ángel “El Gordo” Martínez, erosionó sus narices inhalando 4 gramos de cocaína al día, y con frecuencia interrumpía las reuniones para consumir la droga que guardaba en un frasco de oro con incrustaciones de diamantes.

El hermano de Alex Cifuentes, el narco colombiano Jorge Cifuentes, dijo que canalizó sus ingresos ilícitos en una docena de negocios legítimos lo que le proporcionaba una enorme suma de efectivo hasta su arresto en 2012.

Y el jefe del narcotráfico de Chicago, Pedro Flores, quien ha estado bajo custodia federal desde 2008 y se espera que se una a su familia en el programa de protección de testigos, aún posee varias propiedades en México, aunque dijo al jurado que sería acusado de lavado de dinero si alguna vez intentara venderlas.

Vanda Felbab-Brown, investigadora del Brookings Institution y experta en comercio internacional de las drogas, dijo que estaba siguiendo con mucha atención el juicio de Guzmán.

“Estimar el tamaño de las economías ilícitas es más magia que ciencia”, dijo. “Estimar el tamaño de las ganancias individuales es aún más difícil”.

Un número en particular le sorprendió: $ 1.3 mil millones.

Eso es lo que —en efectivo, bienes raíces y otros activos— Vicente Zambada, el hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, el socio de Guzmán y su supuesto sucesor, dijo al tribunal que accedió a entregar al gobierno de los Estados Unidos cuando se declaró culpable de tráfico de drogas en 2013. No estaba claro cuánto de eso ha incautado el gobierno.

“Me sorprendió mucho ese número y me resultó difícil de creer”, afirmó Felbab-Brown.

Pero otros expertos dijeron que tenía sentido.

“Es razonable decir que, como mínimo, estos tipos dirigían un negocio de $ 6 mil millones y la cantidad de empresas que compiten en esa industria es muy pequeña”, dijo Shirk. “Para un individuo como Guzmán, seguramente nos ubicamos en los cientos de millones anuales, y mil millones no es imposible, de hecho, es bastante probable en términos de un valor neto”.

El temible jefe del cártel del Valle del Norte de Colombia, Juan Carlos “Chupeta” Ramírez Abadia, dijo al jurado que él también renunció a un billón en activos. Un videoclip tomado justo después de su arresto en 2007, que vio el jurado, mostraba sus mansiones, yates, relojes de diseño y otros artículos de lujo.

“Yo era súper rico”, aseguró a la corte.

Sus costos operativos también fueron inmensos. Mantenía libros de contabilidad meticulosos, que contenía la información de millones de dólares en envíos de drogas así como gastos de su negocio, incluidos costosos asesinatos, toneladas de hielo y pescado fresco para cubrir las drogas en sus botes.

“¿Por qué tanto dinero por esta persona?”, preguntó William Purpura, abogado defensor acerca de un asesinato por el que se pagó $ 333,000 según una hoja de Excel.

“Fue un gran grupo de sicarios que participaron en ese asesinato”, dijo Ramírez Abadia.

Más tarde declaró a la corte que pagó por otros 40 asesinatos relacionados con esa disputa.

Ahí está el problema, explicó Felbab-Brown.

La industria del narcotráfico está dominada por un puñado de jugadores importantes, pero esos hombres confían en redes de miles de personas para las operaciones diarias, desde conductores e ingenieros hasta guardaespaldas y sicarios, a los cuales debe pagarse en efectivo.

“Ningún sicario con cerebro aceptaría ser pagado con bitcoins”, dijo. “Necesitas liquidez, porque necesitas poder tomar el dinero y correr”.
Se necesita aún más dinero para comprar a los agentes del orden público y a los políticos, cuya función en el negocio del narcotráfico ha sido revelada en varios puntos clave del juicio.

Los abogados de Guzmán han sido limitados a lo que pueden preguntar acerca de los sobornos.

“Las personas y entidades que no son parte de este caso tendrían problemas y sufrirían de hostigamiento si esta información se hiciera pública”, declaró el juez Brian Cogan a la corte en noviembre, luego de un extenso debate sobre lo que se le permitiría decir a Jesús “El Rey” Zambada García acerca de una serie de pagos a políticos.

Sin embargo, han surgido graves acusaciones: el testimonio de Cifuentes la semana pasada, quien afirmó que estaba cumpliendo órdenes de Guzmán cuando organizó el pago de $ 100 millones a Enrique Peña Nieto en octubre de 2012, dos meses antes de que asumiera la presidencia.

En noviembre, Zambada declaró que personalmente le pagó millones en efectivo a dos funcionarios de alto rango de la Ciudad de México, incluyendo uno con estrechos vínculos con el actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, mientras que el defensor público colombiano convertido en un narco negociador, Germán Rosero, dijo al tribunal en diciembre que convenció a los cárteles rivales de que reunieran a cada uno de los políticos corruptos para un voto crucial.

Tanto López Obrador como Peña Nieto han negado enérgicamente las acusaciones de corrupción.

Los recursos humanos están lejos de ser el único gasto de los narcotraficantes. Incluso antes del juicio, el cártel de Sinaloa era famoso por mostrar sus vehículos exóticos, incluidos aviones, trenes y submarinos, para mover cientos de toneladas de drogas.

Los envíos fueron frecuentemente disfrazados como bienes legitimos, incluyendo productos frescos e incluso ganado. Flores describió una carga de drogas que llegó a uno de sus almacenes en un camión lleno de ovejas, a pesar de que se le impidió contar al jurado lo que les había ocurrido a los animales.

Aún se necesitaba más dinero para albergar las drogas. Testigos han testificado que el cártel controlaba una gran cartera de bienes raíces de almacenes en todo México y casas en los Estados Unidos.

A diferencia de los vendedores minoristas, quienes a menudo guardan pequeños depósitos de drogas en sus propios departamentos, Flores dijo al tribunal que ordenó a sus trabajadores que encontraran propiedades “hermosas” en vecindarios “exclusivos” en los que la policía estaba menos atenta y los vecinos eran discretos.
Una de las casas de Tony “tenía una hermosa vista del puente de Brooklyn”, recordó.

Pero, con mucho, la operación más costosa de cualquier cártel son sus guerras, que según los expertos se han extendido por todo México tras el arresto de Guzmán. Cada vez que un líder del narco cae, otros surgen para tratar de ocupar su lugar, provocando un terrible derramamiento de sangre y un gasto enorme.

Shirk dijo que para los narcotraficantes, la violencia es simplemente una estrategia de negocios.

“Si pudieran llevar a alguien al tribunal por no proporcionar un envío, no tendrían que matarlos”, dijo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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