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De las pandillas y la cárcel a la escuela de leyes y las grandes esferas de la política

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Lucy Flores rara vez ha sido tímida al decir lo que siente que tiene que decir.

Cuando se postulaba para la Legislatura de Nevada como una novata en la política de tan sólo 30 años, fue sincera con los votantes sobre el divorcio de sus padres, su vida adolescente en una pandilla de Las Vegas y sobre cómo había robado autos. Una vez elegida, le dijo a un comité legislativo que había abortado cuando era adolescente.

Luego, el 29 de marzo pasado, publicó un ensayo: un relato personal de cómo el entonces vicepresidente Joe Biden se colocó detrás de ella, le puso las manos en los hombros y olió su pelo antes de depositar lentamente un “gran beso” en la parte posterior de su cabeza durante un evento de campaña en 2014, cuando se postulaba como demócrata para vicegobernadora de Nevada.

Pero antes de contarle al mundo sobre Biden, ella se había negado a decírselo a la persona más cercana a su vida: su padre.

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“Tenía miedo de decírselo”, dijo Flores, de 39 años. “Claro que sabía que me apoyaría, pero él es la persona más importante para mí y temía que se enojara por no haberle dicho nada antes, ni hablar con él cuando decidí escribir el artículo o por cualquier otra razón”.

Flores escribió el ensayo, porque ya había visto demasiados relatos sobre Biden tocando a las personas de manera “inapropiada”, dijo.

Ella pensó que necesitaba señalar cuál había sido la aceptación tácita de que “Joe es Joe”.

Así que el pasado martes, llamó a su papá antes de decir una palabra, y él le dijo a ella: “Sé que estás haciendo esto por las razones correctas”.

Le dijo bromeando que ella había subestimado la cantidad de noticias en español que él había visto.

Su revelación una vez más renovó el tempestuoso debate #MeToo de la nación sobre la conducta de los hombres en el poder y amenazó con poner en peligro la anticipada campaña presidencial de Biden, incluso, antes de que hiciera oficial su candidatura.

Pero no todos estaban de acuerdo con la evaluación de su padre.

Ella ha sido criticada por ser partidaria de Bernie Sanders y señalada por buscar subvertir las aspiraciones presidenciales de Biden en 2020. Ella ha sido llamada una oportunista que busca publicidad. En redes sociales y comentarios online, los insultos y los ataques personales han sido constantes, degradantes y viles.

Pero ella ha lidiado con la adversidad gran parte de su vida, comenzando desde que era una niña pequeña.

Su padre, Joe Flores, era un cantante de mariachi en Los Ángeles con un disco de oro y muchos seguidores. Pero luego, dos de sus hijos fueron asesinados y él decidió llevar a la familia a Las Vegas para alejarse de ese ambiente. Flores era la niña más joven de 13 niños.

Cuando ella tenía 9 años, las cosas se estaban poniendo difíciles en su casa. Ella recordó que su madre se mudó después de que su padre a veces era abusivo con ella. Flores dijo que entendió por qué se fue, pero los niños se sintieron abandonados. En Las Vegas, su padre trató de apoyar a la familia trabajando como jardinero.

“Hubo ocasiones en que no teníamos nada para comer y ... como fue criado en un rancho y en ese entonces era jardinero, él encontraba la maleza comestible en las casas de la gente”, dijo.

La vida en casa era caótica. Comenzó a huir con regularidad cuando tenía 12 años. Flores dijo que a menudo dormía en un parque de la Escuela Primaria Lincoln antes de pasar las noches en las casas de los amigos.

Entonces las pandillas la encontraron, le proporcionaron un sentido de pertenencia, la convencieron para que robara. Pequeñas cosas al principio, como la comida o alcohol. A los 14 años fue arrestada por robar un automóvil y cumplió 10 meses en un centro de detención juvenil.

Cuando salió, decidió vivir con su madre, con la esperanza de que un cambio de escenario pudiera ayudarla a volver a encarrilar su vida. No le fue bien, dijo ella. Las dos se pelearon y acudió la policía. Eso fue una violación de libertad condicional y pronto estuvo frente a un juez, esperando lo peor.

Fue entonces cuando apareció Leslie Camp.

Camp, una oficial de libertad condicional que llevaba un collar con esposas relucientes, le dijo al juez que la perdonara.

“Sentí que era una buena niña”, dijo Camp. “Ella fue más víctima de las circunstancias en mi opinión. Yo ... le dije: “¿Por qué haces esto? Eres una buena chica, tú no necesitas ser ésta”.

Flores habló con Camp sobre su vida familiar, su educación y su futuro. “Ella trataba de entenderme. Nadie me había escuchado antes”, dijo Flores.

Regresó a la escuela, pero quedó embarazada a los 16 años. Flores vio por lo que pasaron sus hermanas cuando se embarazaron siendo adolescentes y decidió que no estaba lista para ser madre. Decirle a su papá, dijo, era lo más difícil que tenía que hacer.

Estaba aterrorizada de cómo podría reaccionar a su decisión de abortar, pero él apoyaba su decisión.

Una de sus mejores amigas de ese tiempo, Yesenia Paulsen, fue con ella a la clínica de abortos y recuerda cómo no hablaron de eso después.

“Fue difícil, las dos lloramos”, dijo Paulsen.

En última instancia, Flores asistiría a un colegio comunitario y después se trasladaría a la USC. Obtuvo su título de abogada en la Universidad de Nevada, Las Vegas, en 2011.

Decidió postularse para la Asamblea estatal después de hacer trabajo comunitario en el Capitolio estatal en 2010 para el Centro de Inocencia de Rocky Mountain y de ayudar a la promoción para que se aprobaran dos leyes de condena errónea, dijo Flores.

Paulsen dijo que pensó que el aborto de Flores seguiría siendo parte del pasado de su vida, pero luego, en 2013, vio un video de Flores testificando sobre ello ya siendo una asambleísta en su segundo término.

Flores dijo que se sentía obligada a compartir su historia en apoyo de un proyecto de ley de educación sexual.

Ella le dijo a los legisladores que el aborto era “algo muy difícil” para ella, pero agregó que fue la decisión correcta.

“Ahora, en retrospectiva, si pudiera estar bajo control de la natalidad, o mejor aún, aprender a llenar mi vida con otras cosas, aparte de estar con un hombre en una relación poco saludable, hubiera preferido hacer eso… Si alguien me hubiera hablado de ello”, dijo en la audiencia.

Felicia Ortiz, que ha sido amiga de Flores desde 2009, dijo que después de ese testimonio, la legisladora descubrió que alguien había disparado un tiro en su casa.

Ortiz hizo que Flores se quedara con ella en su casa.

Flores pasó sólo una noche en casa de Ortiz.

“Ella es muy independiente”, dijo Ortiz. “Ella dijo, ‘Todo está bien. Estoy bien.’”

Durante sus dos períodos en la Asamblea estatal, Flores dijo que estaba orgullosa de la legislación con la que estaba involucrada, que incluía un proyecto de ley para permitir que las víctimas de violencia doméstica anularan los contratos de arrendamiento para escapar de su entorno.

Su luz siguió brillando en la política de Nevada después de 2013, cuando abandonó la Asamblea. Pero al año siguiente, perdió la elección para vicegobernadora por dos dígitos después de haber sido elegida para la contienda por el Partido Demócrata del estado y peor aún, fue vista como una mal perdedora.

Flores tomó un escaño en el Congreso en 2016 y unió su suerte política a Sanders, quien se postulaba contra Hillary Clinton para la nominación presidencial demócrata. Flores perdió la elección primaria.

Después de esa derrota, Flores regresó a L.A. Ahora dirige un sitio web de medios centrado en los problemas de las latinas y no ha descartado una futura candidatura al cargo.

Cuando habló con su padre la semana pasada, él terminó la llamada con una broma, contó.

“Dijo ‘no metas la pata’, que es un dicho divertido en español que básicamente significa, ‘no lo arruines’”, dijo Flores.

Flores se echó a reír y entonces se atragantó al decir “no sería yo, sin él”, dijo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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