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Nino del Arco, el niño que con su actuación le robó el corazón a Latinoamérica, escapa de las garras del Covid19

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En la época dorada del cine en español, Nino del Arco fue considerado el mejor actor infantil de la década y para sus millones de admiradores en Latinoamérica, lo sigue siendo. Su carisma, fue un negocio redondo para los estudios de cine y directores; actuar le dio la fama, pero inevitablemente le robó la infancia al niño más querido de la pantalla en la década de los 60s y 70.

“Anunciaron una audición para la película Un puñado de dólares, mi madre Olivia del Arco, y mi tía me llevaron, porque yo tenía una cara muy graciosa y era vivaracho. En cuanto me vio el director italiano Sergio Leone, dijo que ya no buscaran más, que yo sería el actor. Yo era rubio y me tiñeron el pelo de negro para esa película. A partir de entonces, sería poco colegio, estudiar guiones y vivir una vida a la que casi ningún niño tiene acceso”.

Nino del Arco, fue ese niño de rostro angelical, que toda madre deseaba fuera suyo, que toda abuela quería como nieto. Un pequeño madrileño que jugaba en los foros de cine, entre mamparas y cámaras, y memorizaba sus diálogos, antes de iniciar el primer grado de primaria.

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Su padre Salvador del Arco, manejó su corta carrera, nunca hubo un publirrelacionista ni nada de lo usual en esta industria. El Sr del Arco, aceptó lo que consideró correcto y rechazó un par de proyectos. Un buen día le dejaron de ofrecer películas y nunca supo por qué.

Tenía 13 años, creo que simplemente crecí y ya no había más proyectos para mí como adolescente. Mi padre enfermó de artritis y la enfermedad progresaba rápidamente, llego el día en que la falta de ofertas y la gravedad de la enfermedad de mi padre fueron la combinación perfecta para retirarme del cine. Mi niñez y el comienzo de mi adolescencia quedó en los foros de filmación, me ausentaba meses de casa, extrañaba a mi madre, el colegio me examinaba a destiempo y así logre actuar en una película por año y concluir mis estudios del colegio. Yo iba a los rodajes, a los estrenos, pero nunca me enteré de que era un chaval famoso, ni sabía que era un actor infantil recordado hasta que ingresé a las redes sociales en 2005, desde entonces ese cariño ha sido un alimento, la mejor medicina.

Nino es el mismo que se convirtió en paracaidista y piloto de ultraligeros, se graduó Bioética en la universidad Rey Juan Carlos, estudio Derecho y Ciencias Políticas, también cursos de criminología en UNED Madrid, un Master de Prevención del Crimen en la misma casa de estudios.

En lo personal se casó y lleva un matrimonio de 34 años sin hijos, es escritor y ha publicado poemarios y novela corta. Desde la cuarentena obligatoria para combatir la crisis del coronavirus en España, Nino se sumergió en el trabajo de su escritorio, concluyendo nuevos proyectos literarios.

Al estricto confinamiento lo transformó en una gran faceta creativa. Ahora que llega la ‘desescalada de las medidas’ para reactivar la economía, está buscando nuevos horizontes deseando vivir del arte de escribir.

Sin embargo, aunque España respira libertades poco a poco en la fase tres de covid19, el confinamiento se extiende para Nino del Arco.

Si hago esfuerzo me cuesta respirar, debo mantener serenidad y movimiento físico mínimo, tengo oxigenoterapia y no puedo subir o bajar escaleras, andar distancias ni viajar; el bicho es una gran amenaza para todos y yo soy de riesgo por mi condición de hipertensión pulmonar. Trabajé en la Secretaría de Ayuntamiento de Castilla-La Mancha, pero desde hace tres años me he retirado.

Nino del Arco no sale de casa con la frecuencia de antes. Su condición médica se lo impide y peor aún, en tiempos del silencioso enemigo de la humanidad Covid19. Pero no hay confinamiento para su mente creativa y estos meses los ha validado con una gran producción literaria.

Recientemente publicó un poemario titulado Veneno del Tiempo (2019), escribe novelas desde su juventud, el poemario Temprano y su primer novela El Escritor (2014) y continua a sus 61 años. Nino escribe actualmente guiones y durante la cuarentena, a través de su popular cuenta de Facebook regaló sus certeros Haikus.

Me he dedicado a escribir un thriller Nazi, poesía y compartir con mis amigos de las redes sociales mis Haikus, uno cada día de esta larga cuarentena; esos poemas de origen japoneses de 3 versos con 5, 7 y 5 sílabas, que fueron una distracción creativa. Mi esposa es auxiliar de de un hospital cercano a casa, y estando al frente combatiendo la pandemia, había angustia para nosotros.

Aquellos ojos soñadores, su voz dulce y gran carisma conquistó a los directores de cine más populares de la época, que descubrieron el gran talento en Nino. Paradójicamente ese actor infantil del que América Latina se enamoró y recuerda casi 6 décadas después, es el mismo actor que España empieza a recordar valorando su aportación al cine. Durante esta cuarentena sus películas empezaron a ser vistas en la televisión española y por YouTube, renaciendo Nino con ellas.

Cine del Barrio un programa español conducido por Concha Velasco, me había invitado a estar con ella y presentar mi película, El Cristo del Océano, estaba feliz por ella, pero se ordenó el confinamiento y me quedé sin asistir al foro, aunque la película si la televisaron.

Aquel primer casting que lo convirtió en actor a los 5 años fue en la cinta vaquera, Fistfull of Dollars (Un puñado de dólares) en 1964, junto al actor Clint Eastwood y dirigida por Sergio Leone en Italia.

Siguió El Niño y el Muro (1965) de Ismael Rodríguez filmada en Alemania. Rodríguez, dirigió a Dolores del Río, Sara García, Gloria Marín, Antonio Aguilar, Tito Guízar y Flor Silvestre. Pero la cinta que lo lanzó a la fama fue Tizoc con Pedro Infante y María Félix.

Nino actuó en dos películas dirigidas por Rodríguez, La primera Aventura (1965), Grandes amigos (1967); Más allá del río Mino (1969), La gran Aventura (1969) todas ellas filmadas en México, así como su aclamado protagónico a los 12 años en El Cristo del Océano (1971), Kaliman el hombre increíble (1972) .

Sin duda, Nino del Arco se consagró con El Cristo del Océano.

Podía llorar fácilmente, me saltaban las lágrimas rápidamente sin esfuerzo. Mi truco era acordarme de mi madre, pensaba que al no verla por tanto tiempo se podía morir y que me quedaría sin ella y así podía llorar para las escenas.

Nino del Arco, tiene tantas anécdotas, como creatividad y talento, su última película como actor infantil fue Kaliman y el rodaje fue en El Cairo, Egipto.

Recuerdo que el hotel del Cairo tenía una piscina enorme, nunca había visto algo similar; estaríamos en el rodaje un mes y en ella actuaban Adriana Roel y Susana Dosamantes. Alberto Mariscal, que era el director de la película de Kaliman, detuvo una escena y se molestó con el actor Jeff Cooper; porque no cabalgaba como deseaba Mariscal, entonces el director, se subió al hermoso corcel blanco y arrancó a todo galope para mostrarle a Cooper como debería de hacerlo cuando en la escena cae del caballo lastimándose.

La aventura en Egipto tiene muchas anécdotas, pero la más intensa fue cuando las autoridades acusaron a la producción de robar una piedra gigantesca, tan enorme que era imposible esconderla en ninguna parte porque la famosa piedra que buscaban era más grande que un camión. No nos permitieron partir hasta que apareciera la piedra y transcurrieron 2 meses más. Estuvimos 3 meses en Egipto, al final, la producción pagó una multa por la piedra que nunca existió.

La gran Aventura lo llevó a México. En la tierra Azteca, vivía otra famosa actriz juvenil Mili Bayardo, una de las guapas gemelas del dúo televisivo Pili y Mili que conquistaron también los hogares latinoamericanos. Casada con un empresario de espectáculos mexicano, Mili, lo invitó a cenar a su casa.

A mi edad cruzando el atlántico, ir a México y conocer las pirámides de Teotihuacán, nadar en las playas de Acapulco y visitar Oaxaca fue maravilloso; aquel viaje sería una de las mejores anécdotas para mis amigos del colegio. Actuaba junto a Juliancito Bravo, el actor adolescente que tenía más tablas y era mayor que yo; luego me enteré de una rivalidad de adolescentes, por ello no me trató muy bien, aunque nunca me percate de ello, todos decían que siempre supo cómo robarse los planos durante las filmaciones. Le llamaban la atención varias veces incluso mi padre lo recriminaba. Siendo un niño no se entera de esas cosas.

Marisol, Pili y mili, Pablito Clavo, Joselito, Ana Belén y yo, fuimos aquella generación de actores infantiles juveniles de la época dorada del cine español. Desde la filmación de La gran Aventura, lleva años recibiendo cartas, postales, mensajes de afecto y de admiración.

Nino del Arco ganó el Premio especial de Interpretación del festival de Conde de Granollers en España en 1971. El cine le otorgó otros momentos con Coto de Caza en 1983 y una participación en la serie televisiva Los Ladrones van a la oficina en 1994. Su pluma autoral le da un presente y le aguarda un futuro, así como su actuación infantil le permite ser recordado.

El dinero que yo ganaba no era para mí, era para nuestra casa, comíamos mejor, no faltaba nada. Fue duro tener una infancia agendada de compromisos de rodajes, extrañar a mi madre siendo hijo único, pero eso lo entiendo más ahora que antes. Me quedo con aquel cumpleaños en el Cairo, cuando me llevaron un pastel enorme para celebrarlo. Con la magia que el cine le dio a mi vida, los niños de entonces no viajaban en avión, no hacían transcontinentales como hice yo.

Durante Covid19, un Haiku de Nino del Arco llama al optimismo y a la solidaridad frente a la crisis:

Vive las horas,

deja pasar la vida,

¡Ven alegría!

Mucha gente lo pasó muy mal en España, mientras el país aplaudía cada día la entrega heroica del sector salud entre ellos mi esposa que trabaja en un hospital, unos cuantos cobardes dejaban mensajes amenazantes en los elevadores de distintos edificios del país. En España sufrimos mucho, vimos morir a bastantes personas, nos robó por un tiempo la alegría este episodio y nos deja una nueva realidad esta pandemia. Ahora el sufrimiento es en América y me duele mucho. En la vida, como en la Pandemia, hay retos a vencer, por más difíciles que se presenten.

Araceli Martínez-Rose es una periodista mexicana que colabora desde Alemania.

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