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El regional mexicano se acerca al género urbano y toma un alcance mundial ¿Cómo lo están logrando?

Alejandro Fernández y Natanael Cano.
Alejandro Fernández y Natanael Cano.
(Lalo The Giant)

Las fusiones y colaboraciones entre el urbano y el regional están creando un fenómeno que hoy se refleja con grandes números en las plataformas y redes

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Mucho antes de que el mundo conociera el reggaetón cortesía de “Despacito”, el mariachi ya llevaba muchos años como el género latinoamericano por excelencia. Fue algo que destacó Alejandro Fernández cuando le preguntamos en 2018 si la música mexicana sería la próxima en aprovechar el apetito por los ritmos de la América hispana. “¿En qué parte del mundo no reconocen el sombrero y no han escuchado una ranchera”, preguntó El Potrillo.

La pregunta era retórica y la respuesta innecesaria. Claro que todo el mundo conoce al mariachi, pero hasta ahí. Tres años después el panorama es más extenso y las intenciones de seguirle los pasos al reggaetón están más que claras con fusiones, colaboraciones y hasta la creación de nuevos sonidos que le han quitado lo estático a los diferentes géneros que conforman lo que se conoce como el regional mexicano.

Fernández reconoce públicamente los efectos del fenómeno urbano en la música mexicana. “Nos ha enseñado que arriesgarse vale la pena. Los tiempos han cambiado y es permitido jugar con los estilos musicales, romper con los límites de los géneros y fusionar, cambiar y experimentar. La música mexicana pasó mucho tiempo sin cambiar y el arte pide eso, atreverse”, reconoció. Sabe bien lo que dice. Después de lanzarse con un álbum de mariachis, su siguiente entrega, en 1993, fue “Piel de niña”, un disco que hoy en día define como “pop mexicano”, pero que en su momento le valió las críticas de los amantes de las rancheras, entre ellos su legendario padre, el icónico Vicente Fernández.

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“Me siento pionero de todo lo que está sucediendo ahora. Yo fui el primero que salió del mariachi y aunque se me vio como pop, siempre traté de que mis baladas tuvieran una clara influencia de la música mexicana más clásica”, afirmó el artista y empresario de la música. En pocas palabras, antes del “mariacheño” de Christian Nodal vino el “pop mariachi” de El Potrillo.

Christian Nodal
(UMG)

Justamente fue Nodal, desde su reinvención del mariachi el que le dio el primer gran empujón al género. “Yo de adolescente me sentía más atraído hacia lo urbano como el rap, que a la música mexicana. El primero que me hizo sentir que era posible hacer algo diferente fue Ariel Camacho, que le dio un toque romántico al género sierreño”, contó el artista, quien sorprendió al lanzarse a los 18 años sacudió al mundo de la música con su disco “Me dejé llevar”, que llegó al primer lugar de la cartelera Billboard de álbums de regional mexicano y fue nominado a tres Latin Grammy.

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“Yo concebí el mariacheño como una fusión de la ranchera y la música norteña, con instrumentos de las dos corrientes”, explicó Nodal. El éxito del experimento lo convirtió en el primer artista de regional mexicano en grabar con artistas del movimiento del reguepop como Sebastián Yatra, Camilo, Reik y otros. Este año, Nodal fue un paso más allá e hizo colaboraciones con los reggaetoneros colombianos de Piso 21 y Maluma.

Mexicano urbano
Una vez abierta la compuerta, las ideas comenzaron a salir a la velocidad de la luz. La innovación más notable fue la de un nuevo género, cortesía de Danny Félix y Natanael Cano: Los corridos tumbados.

“Estábamos en el estudio con el Nata cuando le propuse cambiar los acordes de una canción de mayores a menores. Ahí nació el género, pero no sabíamos que estábamos inventando. Fue algo que nació espontáneamente”, manifestó Félix.

El artista estadounidense de padres mexicanos y criado en Arizona no se quedó allí. A mediados de abril sacó la canción “Mariachi Tumbado”, acompañado del tradicional Mariachi Vargas de Tecalitlán. ¿Ha nacido otro género? Aun no se sabe, pero lo que sí se puede afirmar es que a los nuevos artistas del regional mexicano no los para nadie y los grandes se están dando cuenta.

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Uno de esos grandes es el propio Alejandro Fernández, quien participó en una nueva versión de “Amor tumbado”, una de las canciones más populares de Cano. “Siento que hay que apoyarlos”, explicó.

Los nuevos talentos se lo están agradeciendo. “Lo que está pasando con la música mexicana es más que necesario, era urgente”, considera por su parte el compositor mexicano Édgar Barrera, quien es productor de Christian Nodal, Camilo y Maluma, entre muchos otros. “Ha sido una lucha de años con productores, disqueras y los que deciden en las radios, pero por fin se abrieron las compuertas de la innovación”.

Por esas compuertas está pasando energía desde todas direcciones. Inicialmente, parecía que los artistas del regional querían aprovechar la popularidad del reggaeton para atraer nuevo público hacia sus proyectos, pero pronto quedó en evidencia que Alejandro Fernández se había quedado corto y la música mexicana tiene fans incluso entre las calles más rudas del Caribe. Los cubanos de Gente de Zona se unieron a Gerardo Ortiz el año pasado en “Otra copa”, Nicky Jam grabó con Natanael Cano, Chiquis Rivera y la Banda MS con Becky G y muchas más. Maluma grabó una ranchera con Carlos Rivera.

Camilo y Los Dos Carnales, prueban una nueva fórmula que está funcionando.
(Sony)

Este año, Camilo sorprendió con “Tuyo y mío” una “ranchera urbana” con los Dos Carnales, el español C. Tangana incluyó en su aplaudido álbum “El Madrileño” una colaboración con Carin León y Adriel Favela llamada “Cambia”. El puertorriqueño Guaynaa lanzó “Cumbia de la gente” con Los Ángeles Azules y el panameño Joey Montana se metió en el mundo de los corridos tumbados con “No hay pedo” con el Grupo Sigma.

“Yo quería trabajar en ese género”, indicó Montana. El compositor de canciones para Luis Coronel, Thalía, Alejandra Guzmán y Paulina Rubio, entre otros. Aunque el compositor e intérprete del mega éxito “Picky” ya había compuesto dentro del regional mexicano, la canción va del corrido tumbado al reggaetón lento y de vuelta al corrido tumbado sin parar ni un momento. “Son ritmos muy generosos que se hablan entre ellos. Por eso muchos celebramos que se estén acercando, para mí, el corrido tumbado es la música urbana de los mexicanos y tiene toda la posibilidad de volverse tan famosa como el reggaeton”, pronosticó Joe Montana.

Joey Montana se metió en el mundo de los corridos tumbados con “No hay pedo” junto al Grupo Sigma.
(UMLE)

Como de costumbre, Nodal tiene el dedo en el pulso del público y la última semana de abril se colocó en el primer lugar de la lista “Top Debut” de Spotify con su canción “Botella tras Botella” con el rapero mexicano GeraMx.

El dinero acompaña
Por mucho que los artistas y productores empujaran la evolución y la globalización de la música mexicana, el proceso no funcionaría sin inversión. “Ahí está otra de las grandes diferencias de este momento”, indicó Édgar Barrera.

“Las disqueras y las plataformas de streaming nos están respaldando, gracias a la necesidad de encontrar música diferente que siga alimentando el fenómeno de la música latina. De lo contrario no habría podido crecer el movimiento, que por muchos años chocó con una pared sólida por parte de las radios y los empresarios del regional mexicano, que pensaban que el cambio sería rechazado por el público”, explicó.

Para Juan Carlos Hidalgo, vicepresidente de programación de la cadena SBS Radio en la Costa Oeste, los nuevos movimientos dentro de la música mexicana están funcionando “porque los están apoyando las radios que tienen más contenido urbano”. Las emisoras de los géneros más clásicos han encontrado en estudios de opinión, “que la audiencia prefiere seguir oyendo el mismo tipo de canciones de toda la vida”.

“Es complicado porque nosotros sabemos que el público más joven sí quiere escuchar todo tipo de música, pero tenemos que escuchar a nuestro público”, manifestó Hidalgo, quien también fundó y sigue dirigiendo la empresa de medición Monitor Latino.

El experto subrayó que no es la primera vez que otros géneros se acercan a la música mexicana. Paulina Rubio grabó con Jenni Rivera, Thalía sacó en 2001 un disco entero de sus canciones en versión banda. La lista es interminable. Sin embargo, entiende que el momento es diferente. “Ahora los jóvenes son más sofisticados y entienden más de música. También rechazan cualquier límite, aunque sea en un género. El público y los artistas tienen más libertad, pero no todos se adaptan”.

Elena Jovel, directora de programación de la emisora KRZZ 93.3 La Raza, piensa que “hay espacio para todo. Depende de las horas, los días y la popularidad que alcancen ciertas canciones”. Sin embargo reconoce que es un reto balancear “las demandas de la población que tiene un gran apego por las tradiciones, con los jóvenes que van llegando o los que han crecido en Estados Unidos”.

Spotify y Amazon Music parecen no tener ese problema, gracias a la versatilidad que ofrecen las “playlists” en sus plataformas de streaming de audio. Aun así, no hay duda de que apoyan el crecimiento de los nuevos géneros de música mexicana. “Nosotros hemos visto que hay mucha demanda”, señaló Antonio Vázquez, Jefe editorial de Spotify para el mercado hispano. “De hecho, ya tenemos una ‘playlist’ que se llama ´Internacional mexicano´”. Su idea es evitar que el término “regional” limite la definición de una música que hoy en día es mucho más que de ciertas partes de México.

Las disqueras independientes que apoyaron a los artistas más aventureros ya han comenzado a ver dividendos concretos. Un ejemplo es “Rancho Humilde”, que fichó a Natanael Cano, tiene ya una sociedad exclusiva con Warner Music.

La fusión de géneros y la exploración que crea nuevos estilos musicales es irreversible, no solo en el regional mexicano, aunque es allí donde se está produciendo en este momento los cambios más notables. Danny Félix contó que se convenció de eso cuando trabajó con Karol G en la canción “200 Copas” de su más reciente disco KG0516. “Debido a la globalización de la música, estamos siendo testigos de la unión entre la tradición y evolución. Esta unión está para quedarse”, aseguró.

Para Vázquez de Spotify, “es una de las consecuencias de la nueva forma de oír música y de la lección que le han dado los artistas urbanos a la industria. No hay distancia que no se pueda salvar entre un género y otro y estos encuentros crean cosas nuevas y hay apetito en el público para todo eso y más”.

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