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CRÍTICAS. Spielberg, Kidman, Bardem, DiCaprio y Lawrence deslumbran en una cartelera llena de estrellas

Una escena de la nueva versión fílmica de "West Side Story".
Una escena de la nueva versión fílmica de “West Side Story”.
(Niko Tavernise / 20th Century Studios)

Esto es lo que puedes esperar de ‘West Side Story’, ‘Don’t Look Up’, ‘Being the Ricardos’ y otros estrenos de cine

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Esta semana, mientras que el frío se acentúa a lo largo y ancho del país, la cartelera sube considerablemente de temperatura con el esperado estreno de varios títulos de consideración que se insertarán sin duda en la carrera por los Premios de la Academia… o que pretenden al menos hacerlo.

WEST SIDE STORY

Director: Steven Spielberg

Reparto: Ansel Elgort, Rachel Zegler, Ariana DeBose

Género: Musical

Como hay todavía muchos que andan confundidos, habrá que repetirlo: la nueva “West Side Story” no es un ‘remake’ del clásico de la pantalla grande de 1961, sino una nueva adaptación del musical de Broadway estrenado en 1957. Pero tendrías que estar en la luna para ignorar que su referencia más directa es la película original y que las comparaciones que se hagan con ella serán inevitables.

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Curiosamente, varias de las críticas profesionales que se han publicado antes del estreno de esta noche en salas insinúan o dicen directamente que la adaptación de Steven Spielberg (sí, el mismo de “Jaws”, “Jurassic Park”, “Schindler’s List” y muchas más) es cinematográficamente superior a la anterior, lo que resulta cuando menos cuestionable. Para mí, el problema principal en esto (si es que hay uno) es que se trata de una historia que ha sido contada ya de manera estupenda en el mismo formato y que, por lo tanto, dista mucho de ser original, lo que entra en consonancia con la falta habitual de creatividad que azota a Hollywood.

Esa sombra es inevitable y, por lo tanto, se convierte en un motivo de distracción para cualquiera que se encuentre familiarizado con la entrega de hace cuarenta años. Pero eso no quiere decir que la de Spielberg sea mala, ni mucho menos; de hecho, en su primera incursión en el musical, el veterano maestro filma todo con una vitalidad y un dominio de escena que sorprenden constantemente, o al menos hasta el segmento final del relato, que baja intencionalmente de ritmo para acentuar el lado reflexivo del asunto y que puede resultar agotador (lo que tiene sentido en un trabajo que se extiende por más de 2 horas y media).

En todo caso, más allá de la revelación mundial de dos nuevas estrellas latinas de talento indiscutible (empezando por la espectacular Ariana DeBose, quien interpreta a Anita, el personaje que fuera inmortalizado por Rita Moreno -a quien se le otorga ahora un papel distinto-, y siguiendo por David Álvarez, quien se pone en la piel del líder de pandilla Bernardo), la “West Side Story” del 2021 refuerza significativamente los elementos de crítica social de la puesta inicial y adquiere vigencia sin alterar la época original de los hechos.

Y lo hace incorporando elementos referidos al temor que sienten muchos anglosajones ante lo que no conocen (aplicable en la actualidad al asunto migratorio), refiriéndose al proceso depredador de la gentrificación (que afecta ahora mismo a muchas comunidades desfavorecidas) y dándole un espacio considerable a unos diálogos en español que, en este caso, no vienen con subtítulos en inglés.

DON’T LOOK UP

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Director: Adam McKay

Reparto: Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence

Género: Ciencia-ficción / Comedia

Han pasado dos semanas desde que la NASA anunció oficialmente la implementación de una misión destinada a probar la eficacia de una novedosa tecnología que pretende desviar asteroides que puedan poner en riesgo a nuestro planeta. Y solo ayer, la misma institución dio a conocer la inminente llegada de uno de estos objetos celestiales, que pasará aparentemente cerca de la órbita terrestre.

Fuera de cualquier temor o teoría conspirativa que lo recién dicho pueda provocar, se trata de una coincidencia ciertamente inquietante con el estreno de “Don’t Look Up” (disponible en salas desde este viernes y en Netflix a partir del 24 de diciembre), una producción que, en lugar de tomar la ruta heroica y patriotera de “Armaggedon” (el ‘blockbuster’ con Bruce Willis y Ben Affleck de fines de los ’90), plantea un dilema apocalíptico similar de la mano de un reparto incluso más impresionante en el que figuran Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep, pero de una manera mucho más cínica y satírica.

Aquí, luego de descubrir el inminente arribo de un cometa ‘asesino de planetas’, dos astrónomos poco conocidos (interpretados por los siempre competentes DiCaprio y Lawrence) se embarcan en una lucha desesperada para tratar de que la presidenta de los Estados Unidos (Streep, siempre estupenda) tome medidas urgentes al respecto mientras se encuentra involucrada en un escándalo público.

Además de enfrentarse a la indiferencia y el aprovechamiento político generado por las circunstancias, los científicos tienen que lidiar con los ‘conspiranoicos’ y los negacionistas (¿les suena familiar el asunto?) a lo largo de una aventura que tiene momentos innecesariamente estridentes y que pierde frecuentemente la brújula, pero que no deja nunca de ser entretenida bajo la guía de su director y guionista Adam McKay (“Step Brothers”, “Vice”).

BEING THE RICARDOS

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Director: Aaron Sorkin

Reparto: Nicole Kidman, Javier Bardem, J.K. Simmons

Género: Drama / Biografía

¿Existe todavía alguien que no se encuentre familiarizado con el programa televisivo “I Love Lucy”, que dejó de emitirse bajo ese nombre especifico en 1967, pero que ha sido visto sin cesar por numerosas generaciones? Es probable que no. A fin de cuentas, como se dice en esta película, se trató de un espacio que llegó a ser visto por 60 millones de personas y que paralizaba prácticamente a los Estados Unidos cuando estrenaba sus nuevos capítulos, lo que no sucede ni por asomo con las producciones actuales para la pantalla chica.

En ese sentido, los rostros y los ademanes de Lucille Ball (quien interpretaba al ama de casa Lucy Ricardo) y de Desi Arnaz (quien hacía de Ricky Ricardo, músico y esposo de Lucy, y estaba casado con Ball en la vida real) son inmediatamente reconocibles, lo que afecta irremediablemente la credibilidad de “Being the Ricardos” (disponible desde este viernes en salas y desde el 21 de diciembre en Amazon Prime Video), un drama biográfico en el que los famosos artistas son colocados en las manos de dos actores con aspectos físicos completamente distintos a los suyos (la estadounidense-australiana Nicole Kidman y el español Javier Bardem).

Pero, claro está, Kidman y Bardem son muy buenos, lo que se hace incluso más evidente en el caso de la primera, encomendada en cuerpo y alma no solo a la recreación del icono público, sino sobre todo a darle consistencia a la personalidad de una mujer que luchó siempre por imponer sus ideas en la popular ‘sitcom’ y que se enfrentó tanto al machismo como a las convenciones de la época -pese a no haber presentado nunca una propuesta realmente contestataria-.

Por otro lado, aunque el guion peca de ambicioso por sus constantes saltos temporales y la inclusión de innecesarias voces en off, el escritor y director Aaron Sorkin (“The Trial of the Chicago 7”) no pierde nunca el sentido del ritmo ni la capacidad de maravillarnos con una esmerada reconstrucción de época que incluye la reproducción de los ambientes del set original de grabación y las fascinantes discusiones creativas que se producían antes de que las cámaras se pusieran en funcionamiento.

AGNES

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Director: Mickey Reece

Reparto: Molly Quinn, Hayley McFarland, Paul Satchimo

Género: Terror / Drama / Comedia

“Agnes” (disponible en salas selectas y en Video On Demand a partir de este viernes) es un espécimen especialmente interesante. Inicialmente, parece ser una combinación ‘indie’ de horror y comedia irreverente sobre una posesión diabólica producida en un convento de monjas, alineándose por ello con las propuestas fílmicas vinculadas a los exorcismos; pero más adelante, cuando abandona intempestivamente los confines del mismo recinto, nos enfrenta a la historia de una muchacha llena de conflictos y en busca de su identidad.

En ese sentido, podría decirse que contiene dos películas en una, lo que es generalmente un problema en un trabajo de esta clase porque indica falta de decisión por parte de sus creadores. Sin embargo, sin ser inexpugnable -ni mucho menos-, “Agnes” está lejos de ser una cinta convencional, y el hecho de que toda su primera parte dé ya indicios de ‘rareza’ (tanto en el plano narrativo como en el visual) prepara de algún modo al espectador para involucrarse en un viaje que no resulta precisamente predecible y que va mucho más allá de los confines del género de terror.

Esa primera parte nos presenta a la dama que le da nombre al filme -una joven monja que ha empezado a lanzar insultos a diestra y siniestra y que está completamente fuera de control-, pero el protagonismo recae realmente en el Padre Donaghue (Ben Hall), un exorcista ciertamente llamativo, mientras que lo que sigue después le otorga el liderazgo casi completo a Mary (Molly Quinn), una amiga de Agnes que abandona el centro religioso para tratar de emprender una vida laica que no le será fácil.

Aunque parece haber una desconexión evidente entre los dos relatos, el punto de concordancia parecen ser los originales comentarios que se hacen sobre los dogmas del cristianismo y las maneras en que estos afectan (y hasta llegan a arruinar) las vidas de sus practicantes más incondicionales.

BLANCO EN BLANCO (WHITE ON WHITE)

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Director: Theo Court

Reparto: Alfredo Castro, Lars Rudolph, Lola Rubio

Género: Drama histórico

La opción precisa para los adeptos al cine latinoamericano que no teman enfrentarse a propuestas lentas y contemplativas completamente ajenas al ‘mainstream’ llega esta semana de la mano de “Blanco en blanco” (disponible desde este viernes en el Laemmle’s Monica Film Center de Los Ángeles y llamada “White on White” en inglés), una obra que, además de sus méritos artísticos, ha sido elegida por Chile con la finalidad de intentar una nominación en la categoría de Mejor Película Internacional del Oscar.

Como habrán podido ya adivinar, “Blanco en blanco” -que no deja nunca de impresionar en el aspecto visual- no es una cinta necesariamente accesible debido a la paciencia que emplea para mostrarnos la evolución (¿o habría que decir más bien la involución?) de un fotógrafo de inicios del siglo XX que viaja a una región rural de la nación sudamericana para hacerle un retrato profesional a la novia de un hacendado terrateniente de origen estadounidense.

Pese a que la muchacha es extremadamente joven (lo que siembra incomodidad en el espectador desde el inicio del filme), el artista (ya mayor, e interpretado por el excelente y experimentado Alfredo Castro) queda prendado de ella, lo que lo lleva a meterse en una serie de enredos y a comprometerse eventualmente con un sistema local de abusos sistemáticos contra la población indígena que nos conduce a un impresionante punto culminante de inspiración real.

Más allá de lo interminable que puede resultar su parte media, el desenlace y el comienzo de la historia, sumados al poderoso discurso social enarbolado por el director y coguionista Theo Court, justifican ampliamente el visionado de una película que presenta más de un desafío, pero que sabe bien lo que quiere y que lo hace sin concesión alguna.

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