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Los descendientes de Violeta Parra mantienen vivo su legado en L.A.

Ángel Parra y Javiera Parra en una de las presentaciones del homenaje a su abuela Violeta.
Ángel Parra y Javiera Parra en una de las presentaciones del homenaje a su abuela Violeta.
(Carlos Muller)

El Museo del Grammy presenta un homenaje muy especial a la legendaria Violeta Parra

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La grandeza de Violeta Parra no ha pasado desapercibida en Los Ángeles, una ciudad que, por razones ya conocidas, favorece a los artistas de procedencia mexicana cuando se trata del ámbito hispano, pero en la que se ha sabido también valorar la importancia de una folklorista chilena que, cinco décadas después de su muerte, sigue siendo un referente indiscutible de la música latinoamericana.

Para hablar solo de los años recientes, en abril del 20215, el Disney Concert Hall, uno de los recintos más prestigiosos de nuestra urbe, fue escenario de “Gracias a la vida”, un concierto de tributo a la aludida; y el próximo 29 de marzo, el Grammy Museum (800 W Olympic Blvd., Los Ángeles, CA 90015), también de renombre mundial, ofrecerá una presentación especial del documental “Violeta existe”, protagonizado por Ángel y Javiera Parra, nietos de la legendaria artista, en la que la proyección del filme será sucedida por un conversatorio y un acto musical.

El panel y el pequeño show que lo sucederá contarán no solo con la participación de los mismos nietos -quienes llegarán hasta aquí procedentes de Santiago, y que tienen ya largas y celebradas carreras propias como músicos-, sino también con la de Francisca Valenzuela, una joven y reconocida cantautora chilena de pop alternativo que se ha encontrado vinculada a la homenajeada desde el inicio de su trayectoria y que, además de incluir en su repertorio habitual un celebrado ‘cover’ de Violeta (“Run Run se fue pa’l Norte), estuvo presente en el concierto del Disney Hall.

“Conocí a Ángel hace varios años, cuando compartí algunas presentaciones con su grupo Los Tres; y me encontré con Javiera -a la que admiraba también mucho- en algún ‘backstage’”, nos dijo a través de Zoom Valenzuela, quien vivió en Los Ángeles a lo largo de seis años y que se acaba de mudar a la Ciudad de México. “Después de eso, tuve un reencuentro con la discografía de Violeta que se ha expresado de varias formas”.

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La promoción en vivo de su más reciente álbum, “La Fortaleza”, que vio la luz el pasado mes de febrero, se vio interrumpida por la llegada de la pandemia, afectando de ese modo la difusión de un trabajo cargado de matices sonoros y propositivos que tiene todavía mucho para ofrecer.

Jul. 23, 2020

Una de ellas es la inclusión del nombre de la misma artista en al menos dos de las canciones de “Vida tan bonita”, el nuevo álbum de Valenzuela, que se lanzará el próximo 6 de mayo. “Hay tres cosas en el cuerpo de trabajo de Violeta que hacen que regrese siempre a ella: la primera es que se trataba de una artista extraordinaria y muy libre que buscaba siempre diferentes fuentes de inspiración, desde la música hasta otras formas de arte; la segunda es el modo confesional en que muchas de sus canciones -tanto personales como colectivas- logran transmitir aspectos íntimos que una siempre esconde; y la última es lo lúdica que era, el modo en que jugaba con el lenguaje”, detalló nuestra entrevistada.

Valenzuela asegura que le llama también mucho la atención la habilidad de Violeta para contar historias, usar sus composiciones como una forma de transmisión de conocimiento y emplear su arte para impulsar el cambio social. “Ella es una referenta [sic] absolutamente esencial de la cultura latinoamericana”, precisó.

Además de interpretar “Run Run”, Valenzuela adelanta que presentará probablemente en el Grammy Museum algunas piezas suyas que se vinculan de algún modo con el espíritu de la celebrada.

Una imagen reciente de Francisca Valenzuela.
(Jesús Soto)

Todo en familia

“Violeta existe” muestra el proceso de grabación de un disco del 2017 que presentó versiones nuevas de “Las últimas composiciones”, el álbum más conocido -así como el de despedida- de la misma Violeta, quien acabó voluntariamente con su vida en febrero de 1967. El gestor de la recreación fue Ángel, quien decidió emprender el proyecto tras la revelación de dos circunstancias negativas muy específicas.

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“Mi padre [Ángel], que vivía en Francia desde hace mucho y al que no le gustaba hablar del pasado ni de los momentos duros -como el suicidio de su madre y su periodo como prisionero en Chacabuco- fue diagnosticado con cáncer al pulmón en 2015, y paralelamente, yo, que acababa de salir de Los Tres, sufrí una lesión en el tendón que me llevó a tener mucho tiempo libre”, no dijo el guitarrista en una entrevista por Zoom, refiriéndose primero a uno de los pilares de la Nueva Canción Chilena y después a su relación con una de las más connotadas bandas del rock sudamericano.

“Eso me llevó a agarrar el cancionero de mi abuela y a ponerme a memorizar primero las letras, porque no podía tocar todavía la guitarra”, prosiguió. “Luego, decidí que debía unirme a Javiera y a mi padre -que estuvo sumamente activo en sus tres últimos años de vida, y que grabó la guitarra en el disco original de ‘Las últimas composiciones’- para hacer algo que a algunos les puede parecer un sacrilegio, pero que fue un gesto de amor destinado a sanar la pena tanto por los 50 años de partida de Violeta como por el hecho de estar perdiendo en esos momentos a otro integrante de nuestra familia”.

Ángel asegura que es muy significativo para él y para su hermana -como hermanos, como familiares de Violeta y como chilenos- darle presencia a su ilustre antecesora en el Grammy Museum y lograr que esta se pueda asentar dentro del contexto internacional. “Salir de Chile siempre ha sido difícil, sobre todo por cuestiones de distancia, y es por eso que la mayor parte de los artistas chilenos [de renombre] residen en México”, proclamó.

“Con esta presentación, esperamos conectarnos en primer lugar con el mundo latino, para que se sientan orgullosos de una mujer que trascendió las fronteras de Chile y que es reconocida también por sus contribuciones a la plástica y su pensamiento, aunque algunos sigan creyendo que su composición más popular, ‘Gracias a la vida’, era de Mercedes Sosa”, precisó.

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Para el mundo entero

Javiera, que participó en la misma conversación y que es ampliamente conocida por su rol estelar en la agrupación de pop rock Javiera y Los Imposibles, resaltó que su abuela puede ser distinguida sin problema alguna como una ‘power femme’. “Lo que pretendemos con esto es instalarla en el lugar que le corresponde”, comentó. “Del mismo modo en que el pueblo mexicano sacó a Frida Kahlo de su pequeña casa en Coyoacán y la lanzó al mundo entero, ‘La Viola’ también recibe invitaciones para participar en bienales con su obra plástica, porque era una artista muy completa que, además, en los últimos años, ha sido un estandarte de lucha de las revueltas sociales y de las feministas”.

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Uno de los hechos más curiosos en lo que respecta a los Parra de Chile es la abundancia de artistas musicales que la familia ha generado. “Todo eso ha salido del ADN, no necesariamente de estar juntos, de reunirnos y ponernos a hacer música”, precisó Javiera. “A diferencia de Ángel, yo no llegué a conocer a mi abuela. Estudié la carrea de intérprete en danza, y en medio de eso, fui a tocar al Festival de Viña [del Mar] y gané, lo que hizo que se iniciara mi carrera en la música. Ahora, las hijas de Ángel son pianistas, pero también pintoras e ilustradoras”.

Sin embargo, Ángel -que trabaja desde hace varios años con el Ángel Parra Trío y con el cantautor Manuel García- admite que lo suyo fue un poco más forzado, lo que no que no significa que tenga algo que reclamar. “Mi papá me subió a un escenario a tocar la guitarra cuando yo tenía 12 años y solo me sabía dos acordes”, recordó. “Después de eso, me puse a componer, porque no tenía ninguna habilidad con las cosas científicas”.

Un retrato de los hermanos que protagonizan el tributo.
(Sebastian Utreras)

Más allá de su talento artístico y de su reconocida labor como promotora de formas del folklore chileno que no tenían la visibilidad necesaria, Violeta Parra ha sido siempre un icono definitivo para quienes promueven la lucha social, y este aspecto esencial de su propuesta sigue vigente en Chile, como se pudo ver durante el estallido social ocurrido entre el 2019 y el 2020.

“Lo que pasó se dio porque había mucha rabia contenida debido a muchos años de desigualdad, en un país al que el agua no le pertenece porque está vendida a pequeños grupos de oligarcas”, explicó Javiera. “Ese despertar estuvo profundamente ligado a la palabra de ‘La Violeta’, a sus letras, porque es insólito escuchar una canción como ‘Arauco tiene una pena’ el día de hoy, cuando el pueblo mapuche estaba siendo militarizado por una medida de [el expresidente] Sebastián Piñera. Ella estaba ya denunciando esas cosas en el año 60”.

“Esos reclamos iban desde las injusticias cometidas contra los mineros hasta las que se hacían contra las mujeres, pasando por las personas que piensan distinto”, prosiguió nuestra entrevistada. “Sus canciones siguen siendo un reflejo de ese avance implacable del neoliberalismo en Chile que se dio a partir de los ‘Chicago Boys’ [promotores de la dictadura pinochetista] y que, al seguir siendo avalado por sucesivos gobiernos supuestamente democráticos, terminó provocando este estallido enorme, que ha sido muy duro pero muy necesario, y que ha abierto la puerta para la escritura de una nueva Constitución”.

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En ese sentido, Javiera y Ángel reconocen la esperanza que produce en ellos la reciente llegada al poder de Gabriel Boric, quien arriba al Palacio de La Moneda amparado en su juventud, en su apoyo al feminismo y en ideales que parecían borrados del ‘chip’ mental de sus compatriotas. “Estamos viviendo un momento interesantísimo que será materia de estudio durante muchos años”, retomó ella. “Para nosotros, haber salido a las calles y ver en ellas a jóvenes desde los 15 hasta los 25 años tocando en vivo las canciones de ‘La Violeta’ fue muy emocionante”.

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