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Del Toro e Iñárritu se confesaron ante Cuarón en el Museo de la Academia del Cine

Alejandro G. Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro
Alejandro G. Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro durante el evento “The Three Amigos” en el Museo de la Academia del Cine.
(Tommaso Boddi/Getty Images for Netflix)
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En más de un momento, Guillermo del Toro se mostró sorprendido por el hecho de que los únicos que estaban hablando extensamente durante el conversatorio “The Three Amigos”, que lo reunía con sus colegas y ‘compadres’ Alejandro G. Iñárritu y Alfonso Cuarón, eran él y el segundo, mientras que el tercero se limitaba a hacer preguntas y a ofrecer breves reflexiones sobre la obra de los otros dos.

“Se supone que esto es ‘The Three Amigos’, y parece más bien ‘The Two Amigos’”, le dijo en cierto momento al realizador de “Gravity”, luego de insistir en que este dijera algo sobre sus propias películas. Puede ser que ‘El Gordo’ no hubiera recibido el ‘memo’, o, simplemente, que estuviera decidido a burlarse de las reglas de un evento que, a fin de cuentas, era un acto promocional para Netflix, la empresa organizadora del panel cuyo interés era resaltar los logros de “Guillermo Del Toro’s Pinocchio” y “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, dirigidas respectivamente por Del Toro y por Iñárritu y disponibles ahora mismo en la citada plataforma.

Pese a que solo la segunda tiene nominaciones para la edición de los Globos de Oro que se llevará a cabo el próximo martes (en las categorías de Mejor Película Animada, Mejor Partitura Original y Mejor Canción), ambas esperan insertarse en diferentes categorías del Oscar -“Bardo” es la apuesta mexicana para la terna de Mejor Película Internacional-, mientras que Cuarón no tiene un largometraje nuevo que promover, por lo que, desde el inicio del conversatorio, quedó claro que el papel de este último iba a ser el de conductor. Y eso era un tanto decepcionante en vista de que el anuncio de la actividad parecía prometer algo distinto.

Sin embargo, tener a tres cineastas tan ilustres en una misma tarima, todos ellos mexicanos y de la misma generación, resultaba ya inmensamente atractivo para el público que llenó las instalaciones del espectacular Teatro David Geffen del Museo de la Academia del Cine, con capacidad para mil personas y una pantalla enorme en la que se proyectaron diversos clips relacionados a las filmografías de Del Toro y de Iñárritu.

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Cuestión de temperamento

El encuentro entre los maestros -que se hizo completamente en inglés- permitió además notar que, pese a ser amigos cercanos, cada uno de ellos tiene una personalidad muy distinta: Del Toro fue sin duda el más gracioso de la partida -sus intervenciones llegaban muchas veces marcadas por el humor-, Iñárritu se mostró como el más analítico e intelectual, y Cuarón -que, como señalamos, no pudo hablar mucho- dio cuenta de un nerviosismo que él mismo justificó a los pocos segundos de aparecer en el escenario, al apuntar que prefería mil veces estar del otro lado del auditorio.

“¡Todo lo que dice Alejandro es intenso!”, exclamó en cierto momento Del Toro, antes de imitar el modo en que su compañero de batalla dicta supuestamente la receta de un guacamole, con una descripción prácticamente existencialista de cada ingrediente. “¡Bueno, pero antes de que yo termine, tú ya te lo comiste!”, retrucó Iñárritu, quien, para ser claros, hizo también gala de un sentido del humor que lo llevó más adelante a comparar las promesas que tanto él como Del Toro hacen constantemente con ciertas costumbres propias de los latinos.

“Cada vez que terminamos una película, nos decimos que es la última que vamos a hacer, pero termina siendo como lo que pasa mucho con los mexicanos; si estás con alguien en un bar y te dice ‘un último trago y nos vamos’, ya sabes que se vienen al menos dos botellas más”, comentó, despertando las risas de los asistentes.

Detalles de lujo

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No todo fueron bromas, por supuesto. Se proporcionó mucha información valiosa sobre el quehacer artístico de los dos realizadores destacados, sobre todo en lo que respecta a sus películas recientes (lo que quiere decir que quienes esperaban saber más de “El laberinto del fauno” o de “Amores perros” salieron con los crespos hechos).

Tras la proyección de la escena inicial de “Bardo”, que muestra una suerte de despegue que se interrumpe constantemente y a un bebé que regresa al vientre de su madre tras haber salido de este, Iñárritu dijo que el vuelo es un elemento constante en sus sueños y que se refiere también con ello a las altas y bajas que se han producido en su vida, para revelar luego que la secuencia del parto alude a la pérdida real de un hijo que sufrió al lado de su esposa María Eladia Hagerman, quien se encontraba presente en el auditorio.

“El arte existe para liberarnos del dolor, y esta película me ha permitido liberar muchas cosas”, comentó, antes de referirse a la barba cada vez más voluminosa que luce ahora. “La barba blanca tenía que tener alguna ventaja”.

Cuando Cuarón le habló de la importancia de la muerte metafórica o literal en sus filmes, Iñárritu afirmó que esta recurrencia viene de “un temor primario, porque he estado pensando desde chico en lo que significa dejar de estar presente”. “Más adelante, decidí imaginar cómo sería mi muerte, pero no por una cuestión de morbo, sino porque podía darle un significado más profundo”, agregó.

Los tres cineastas mexicanos a su paso por la alfombra roja del evento.
(Tommaso Boddi/Getty Images for Netflix)

Por su parte, tras la proyección de un montaje de escenas de sus películas y una pregunta de Cuarón acerca de los temas centrales en su obra, Del Toro habló de “la virtud de la desobediencia, que creo que es vital”; del “derecho inalienable de estar jodido, de ser imperfecto, que es lo que caracteriza a los monstruos”; y de “la muerte, en la que he estado pensando desde que tenía 7 años”.

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“Alfonso me ha dicho que soy un cineasta súper católico, porque todo el mundo en mis películas tiene que morir para ser feliz; y la verdad es que crecí con esa cosmología, por lo que es parte de mis huesos”, precisó.

“Lo peor que hemos inventado es que tenemos que ser ‘agradables’ [‘nice’]; todos somos complicados”, aseguró después el creador de “The Shape of Water”, antes de ser interrumpido por Iñárritu, quien le dijo: “Lamento decepcionarte, Guillermo, ¡pero tú sí eres ‘nice’!”

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Más allá de la madera

Más adelante, cuando se vio un clip de “Pinocchio” en el que Geppetto, todavía traumatizado por la muerte de su hijo de carne y hueso, despierta de un estupor alcohólico para encontrarse cara a cara con la marioneta que ha cobrado vida y a la que rechaza violentamente, Del Toro aseguró que “los milagros nos llegan a veces de manera horrible”.

“Esta es la primera película sobre Pinocchio en la que Geppetto es el que aprende, en lugar de Pinocchio”, detalló. “Tiene que aprender a ser un buen padre, algo que ninguno de nosotros sabe realmente cómo hacer”.

“Nadie puede ser perfecto, y tenemos que entenderlo; yo perdí a mi padre después de hacer ‘The Shape of Water’ y a mi madre justo antes del estreno de ‘Pinocchio’, y fui capaz de verlos como personas, no como santos ni demonios”, prosiguió. “La escena de ‘Bardo’ [que se mostró] me recuerda algo que me decía mi madre: ‘Fuiste una enfermedad de nueve meses con un periodo de convalecencia de toda una vida’”.

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Ante estas palabras, Iñárritu le manifestó su admiración por no haber cedido a la tentación de mostrar a un Pinocchio con rasgos esbeltos y ojos azules, en clara referencia a la versión clásica de Disney. “Dejas que sea siempre un pedazo de madera y, pese a ello, logras que se vuelva cada vez más entrañable sin necesidad de maquillaje alguno”, exclamó.

Del Toro aludió también al carácter profundamente cinematográfico de una cinta que empleó “sets y elementos de escenografía reales” y en la que la exhaustiva animación cuadro por cuadro tomó en cuenta toda clase de detalles para lograr la mejor impresión de realidad que fuera posible.

Y esto entró en concordancia con una intervención de Cuarón destinada a resaltar la complejidad que pueden llegar a tener las películas animadas, pese a que muchos siguen considerándolas como parte de un género estrictamente infantil. “Esta no es una película para niños, sino una que puede ser vista por niños”, puntualizó Del Toro. “No es una niñera”.

Fuera del acceso al teatro que tuvieron, los asistentes al conversatorio pudieron visitar la primera planta del museo, en la que se encontraba una exposición fotográfica de “Bardo” y una muestra de los muñecos utilizados en “Pinocchio” que tenía a su cargo a uno de los animadores de la cinta, quien respondía gustosamente las preguntas de los interesados y mostraba incluso el modo en el que se implementaron los movimientos de estas increíbles figuras.

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