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En ‘Parts Unknown’, Anthony Bourdain buscó los momentos más humanos y su lugar en este mundo

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La televisión en general no cumple con sus promesas y responsabilidades. Eso no quiere decir que gran parte de lo que trasmite no sea maravilloso o que no haya algo que valga la pena.

Pero como invento para acercar el mundo, construir puentes, proporcionar a las clases con menos recursos una cultura que de otro modo solo estaría disponible para los más acomodados, estos momentos se limitan a emociones rápidas, efectos baratos y un entusiasmo inmerecido.

Eso nunca sucedió con “Anthony Bourdain: Parts Unknown”, una de las mejores y más valiosas series del medio, cuya undécima temporada (desde su estreno en 2013) comenzó en mayo, en CNN.

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La culminación del trabajo televisivo de este presentador -después de “A Cook’s Tour”, “The Layover” y “No Reservations”, cuyas nueve temporadas en Travel Channel constituyen una especie de versión menor a la realizada de “Parts Unknown” - no es un show de viajes o un espectáculo de comida, sino una enciclopedia de la variedad humana, ingenio, adaptación, supervivencia y aspiraciones.

“Parts Unknown” vive en el punto donde la tradición se resiste o se acomoda al cambio, la difícil encrucijada donde el viejo mundo se encuentra con el futuro; es una lección de historia y un boletín de noticias. Reconoce lo malo con lo bueno pero vive con la esperanza, a veces sin decirlo, de que hay mejores cosas por delante y que serán deliciosas.

Es un proyecto antinacionalista impregnado de orgullo local: todas las localidades, sugiere, vale la pena conocerlas y cada cultura merece respeto. (En ningún otro episodio esta actitud se hace más evidente que cuando Bourdain se sentó con el presidente Barack Obama en un restaurant de fideos de Hanoi).

En donde la mayoría de los espectáculos basados en viajes tienen una tendencia turística, los de Bourdain, que iban desde Corea hasta Los Ángeles, desde Irán hasta la Antártida, de Chicago a Shanghái y de Boreno a Senegal, nunca fueron hacia donde usted como espectador, como consumidor, podría ir.

Su mensaje es que el verdadero lujo está en el aprendizaje y la compañía, en ser humano entre los humanos y terrenal en la Tierra. Y mientras este programa miraba con interés pasajero las obras fantásticas de la humanidad, repetidamente volvía a la tierra, incluido el mar, para dar forma a los que viven en ella y fuera de ella.

De vez en cuando, el programa se centraba en el propio Bourdain, lo seguía en una clase de artes marciales o en un salón de tatuajes o en una noche de tragos (era un drogadicto recuperado pero no abstemio) o en una aventura con su buen amigo, el chef francés Eric Ripert, que había estado filmando con él en Francia antes de que Bourdain aparentemente se quitara la vida.

Estos episodios podrían parecer distracciones de la serie, pero ahora se ve que formaban parte de una historia más amplia que estaba escribiendo allí, la de una conciencia cambiante, una persona en el mundo que luchaba por ver el mundo y por encontrar su lugar en el.

Si usted o un ser querido está considerando suicidarse, llame al National Suicide Prevention Lifeline al (800) 273-8255.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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