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Cardenal estadounidense Robert Prevost es el nuevo papa; tomará el nombre de Leo XIV

Newly elected Pope Leo XIV appears at the balcony of St. P
(Alessandra Tarantino / Associated Press)

El papa León XIV, el estadounidense Robert Prevost, dijo “La paz sea con ustedes” en sus primeras palabras como papa, ofreciendo un mensaje de paz y diálogo “sin miedo”.

Desde la logia de la Basílica de San Pedro, el primer papa estadounidense de la historia recordó que fue un sacerdote agustino, pero que era sobre todo un cristiano y un obispo, “para que todos podamos caminar juntos”.

Habló en italiano y luego cambió al español, recordando sus muchos años como misionero y luego como arzobispo de Chiclayo, Perú.

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El cardenal Robert Prevost, un misionero que dedicó su carrera a ministrar en Perú y lidera la poderosa oficina de obispos del Vaticano, fue elegido el primer papa estadounidense en los 2.000 años de historia de la Iglesia Católica.

Prevost, de 69 años, tomó el nombre de León XIV.

Apareció en la logia de la Basílica de San Pedro vistiendo la tradicional capa roja del papado, una capa que el papa Francisco había evitado en su elección en 2013.

Prevost había sido un candidato destacado, excepto por su nacionalidad. Durante mucho tiempo hubo un tabú contra un papa de Estados Unidos, dado el poder geopolítico que ya ejerce ese país en la esfera secular. Pero Prevost, originario de Chicago, parecía elegible también porque es ciudadano peruano y vivió durante años en Perú, primero como misionero y luego como arzobispo.

Francisco claramente tenía en mente a Prevost y en muchos sentidos lo veía como su heredero aparente. Lo llevó al Vaticano en 2023 para servir como el poderoso jefe de la oficina que evalúa las nominaciones de obispos de todo el mundo, uno de los trabajos más importantes en la Iglesia Católica. Como resultado, Prevost tenía una prominencia al entrar en el cónclave que pocos otros cardenales tienen.

La multitud en la Plaza de San Pedro estalló en vítores, los sacerdotes hicieron la señal de la cruz y las monjas lloraron mientras la multitud gritaba, “¡Viva il papa!” después de que el humo blanco se elevara en el cielo de la tarde.

Ojos en la chimeneaDurante el día, grandes grupos escolares se unieron a la mezcla de humanidad que esperaba el resultado en la Plaza de San Pedro. Se mezclaron con personas que participaban en peregrinaciones del Año Santo planificadas previamente y periodistas de todo el mundo que han descendido a Roma para documentar la elección.

“¡La espera es maravillosa!” exclamó Priscilla Parlante, una romana.

“Esperamos el humo blanco esta noche”, indicó Pedro Deget, de 22 años, un estudiante de finanzas de Argentina. Dijo que él y su familia visitaron Roma durante el pontificado del papa argentino y esperaban un nuevo papa a imagen de Francisco.

“Francisco hizo bien en abrir la Iglesia al mundo exterior, pero en otros frentes tal vez no hizo lo suficiente. Veremos si el próximo podrá hacer más”, expresó Deget desde la plaza.

El reverendo Jan Dominik Bogataj, un fraile franciscano esloveno, fue más crítico con Francisco. Indicó que si estuviera en la Capilla Sixtina, votaría por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, el Patriarca Latino de Jerusalén que está en muchas listas de contendientes papales.

“Tiene ideas claras, no mucha ideología. Es un hombre directo, inteligente y respetuoso”, dijo Bogataj desde la plaza. “Sobre todo, es ágil”.

Una larga espera en la primera votaciónEl miércoles por la noche, el humo negro de la primera votación salió de la chimenea de la capilla poco después de las 9 p.m., unas cuatro horas y media después de que los cardenales ingresaran a la Capilla Sixtina para prestar sus juramentos al inicio del cónclave.

La hora tardía provocó especulaciones sobre por qué tomó tanto tiempo: ¿Tuvieron que rehacer la votación? ¿Alguien se enfermó o necesitó ayuda con la traducción? ¿El predicador papal tardó mucho en dar su meditación antes de que comenzara la votación?

“Probablemente necesiten más tiempo”, dijo Costanza Ranaldi, una mujer de 63 años que viajó desde Pescara en la región de Abruzzo en Italia al Vaticano.

Algunos de los cardenales habían dicho que esperaban un cónclave corto. Durante gran parte del siglo pasado, el cónclave ha necesitado entre tres y 14 votaciones para encontrar un papa. Juan Pablo I —el papa que reinó durante 33 días en 1978— fue elegido en la cuarta votación. Su sucesor, Juan Pablo II, necesitó ocho. Francisco fue elegido en la quinta en 2013.

Conjeturas sobre los contendientesLos cardenales abrieron el ritual secreto y centenario el miércoles por la tarde, participando en un rito más teatral de lo que incluso Hollywood podría crear. Sotanas rojas brillantes, guardias suizos en posición de atención, antiguos cantos y juramentos en latín precedieron el cierre de las puertas de la Capilla Sixtina para aislar a los cardenales del mundo exterior.

El cardenal Pietro Parolin, el secretario de Estado de 70 años bajo Francisco asumió el liderazgo de los procedimientos como el cardenal más senior menor de 80 años elegible para participar.

Parolin parecía haber recibido las bendiciones de nada menos que Re, el respetado anciano entre los cardenales. Durante el tradicional intercambio de paz durante la misa previa al cónclave el miércoles, Re fue captado por un micrófono abierto diciéndole a Parolin “auguri doppio” o “doble felicitación”. Los italianos debatieron si era solo un gesto habitual reconociendo el papel de Parolin en la conducción del cónclave, o si podría haber sido un respaldo informal o incluso una felicitación prematura.

El proceso de votaciónLa votación sigue una coreografía estricta, dictada por la ley de la Iglesia.

Cada cardenal escribe su elección en un papel inscrito con las palabras “Eligo in summen pontificem” — “Elijo como sumo pontífice”. Se acercan al altar uno por uno y dicen: “Llamo como mi testigo a Cristo el Señor, quien será mi juez, que mi voto es dado a aquel que, ante Dios, creo que debe ser elegido”.

La papeleta doblada se coloca en un plato redondo y se inclina en una urna de plata y oro. Una vez emitidas, las papeletas son abiertas una por una por tres diferentes “escrutadores”, cardenales seleccionados al azar que anotan los nombres y los leen en voz alta.

Los escrutadores, cuyo trabajo es verificado por otros cardenales llamados revisores, luego suman los resultados de cada ronda de votación y los escriben en una hoja de papel separada, que se conserva en los archivos papales.

A medida que el escrutador lee cada nombre, perfora cada papeleta con una aguja a través de la palabra “Eligo”. Todas las papeletas se atan luego con hilo, y el paquete se aparta y se quema en la estufa de la capilla junto con un químico para producir el humo.

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