Anuncio

OPINIÓN: Y bajarán las remesas

Share via

México tiene una enorme dependencia del dinero que los mexicanos en Estados Unidos envían a sus familiares en este país. En el escenario de falta de inversión extranjera, caída del turismo y de los precios del petróleo, las remesas representan para la economía mexicana la mayor fuente de ingresos por divisas. Muchos de los conceptos macro de esa economía dependen de cuantos dólares reciba el país, por ejemplo, la balanza de pagos.

Por supuesto no se trata de inversión extranjera o ingresos de los que el país disponga como si fueran reservas. Se trata de recursos que van directamente a hogares mexicanos de los familiares en Estados Unidos. Como sucede con cualquier asalariado que lleva a su hogar, con su familia, los ingresos producto de su trabajo. Solamente que en este caso esos ingresos se generan en otro país.

Históricamente, los gobiernos en México han celebrado el incremento de las remesas como si se tratara de inversión extranjera que genera empleos o como si se derivara de algún programa gubernamental. Más allá de ese festejo mensual, ningún gobierno, ninguno, ha hecho nada ni por los que envían ni por los que reciben esas remesas. Ese dinero a pesar de ser constante y cuantioso, no los convierte en sujetos de crédito, no acumula para pensión o retiro y no da acceso a servicios de salud. Los gobiernos deberían avergonzarse de que una buena parte de sus gobernados y de los hogares en su territorio dependen de otro mercado laboral y que no reciban nada a cambio.

Anuncio

Apenas en 2019, según fuentes oficiales, se calcula que México recibió poco más de 35 mil millones de dólares por este concepto en 1.6 millones de hogares. En promedio casi 22 mil dólares anuales o casi 45 mil pesos mensuales por hogar. Sólo estas cifras hacen dudar que toda esa cantidad sean remesas familiares. Pero esa es otra discusión.

En algunos estados como Michoacán, Jalisco o Guanajuato, el 10% de los hogares viven de las remesas. En Zacatecas, el 17% de los hogares dependen de esos recursos. Sólo en Michoacán 200 mil hogares se mantienen de ese dinero.

Cuánto y cómo envían los migrantes esos recursos a sus familias depende directamente del empleo que tengan en Estados Unidos. De la cantidad de recursos que reciban y de la estabilidad con la cual ello ocurra. Pues bien, todo apunta a que la recesión económica, que sin duda seguirá a la crisis sanitaria del coronavirus, impactará considerablemente el envío de remesas. Recordemos que en la crisis económica de 2009 hubo una significativa disminución de las remesas.

Ese año, como producto de esa crisis y de la pérdida de empleos en Estados Unidos, las remesas disminuyeron un 20% y se tardaron 6 años en recuperar el nivel que tenían. Los especialistas dicen que esta crisis tendrá consecuencias más graves aún. Los indicadores ya empiezan a aparecer. En el peor momento de la crisis de 2009 había en EE.UU 800 mil desempleados. Hoy ya hay 3.2 millones.

Este escenario es muy preocupante para los migrantes. Muchos de los empleos que ahora tienen, los perderán. Ya estoy oyendo a los políticos en Estados Unidos, sobre todo en un año electoral, culpando a los migrantes de la escasez de empleo y hasta ideando formas de cómo evitar que esos recursos salgan del país y que esos empleos vayan a manos de “estadounidenses”.

Desespera, por decir lo menos, que en México nadie esté abordando el problema que se ve venir. Nadie se pregunta qué pasará con los hogares que no recibirán remesas o que recibirán, en una estimación optimista, 20% menos. ¿Cómo se les va a ayudar? ¿Cómo, esos hogares, van a pagar su renta o al médico particular al que tienen que ir? Sobre todo, porque en muchos de esos hogares viven personas en edad avanzada que no cuentan con la posibilidad de obtener otros ingresos.

Desespera aún más que el presidente mexicano invierta un día de su tiempo en ir a supervisar la construcción de una escuela primaria en San Luis Río Colorado o se detenga a criticar generadores de energía eólica cerca de Mexicali. ¿No sería más importante y productivo que ese día lo invirtiera reuniéndose con los gobernadores de los estados más afectados por la inminente disminución en las remesas? ¿O que se reuniera con su gabinete para ver cómo se ataca ese problema? ¿O mínimo que le encargara a la Secretaría del Bienestar el diseño e instrumentación de algún programa para contrarrestar la ausencia de recursos en esos hogares mexicanos?

Quizá es más fácil supervisar el avance de obra de una escuela primaria o acusar de conservadores a unos generadores de energía eólica en medio del bello e impresionante paisaje de La Rumorosa. Sólo que no lo contratamos para eso.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Intitute

Anuncio