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Luis Echeverría: El legado de un político al que la historia juzgará

Luis Echeverría Álvarez
Luis Echeverría Álvarez habla con los miembros del partido después de convertirse en el candidato oficial para la carrera presidencial de 1970-76, durante la sesión de clausura de la convención del gobernante Partido Revolucionario Institucional en el Palacio Olímpico de Deportes en la Ciudad de México, el 16 de noviembre de 1969. El presidente actual Andrés Manuel López Obrador confirmó la muerte de Echeverría el sábado 9 de julio de 2022. Echeverría, quien gobernó de 1970 a 1976, cumplió 100 años.
(AP)
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Nacido el 17 de enero de 1922 en Ciudad de México, el expresidente Luis Echeverría Álvarez fue conocido por su lema de “Arriba y Adelante” y sin duda deja un legado claro oscuro de su mandato que ejerció entre 1970 y 1976.

Se sabe que Echeverría inició su carrera política como secretario particular del general Rodolfo Sánchez Taboada, entonces presidente del Partido de la Revolución Mexicana. Fue secretario de Gobernación durante el período de Gustavo Díaz Ordaz. A él se le atribuye la represión del movimiento estudiantil de 1968 y la posterior masacre de estudiantes ocurrida el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.

Como mandatario, se le responsabiliza del “halconazo” o la matanza del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, cuando paramilitares organizados por su gobierno, agredieron a estudiantes que se manifestaban y dejaron 17 muertos.

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Asume el poder en el momento en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejerce el dominio absoluto del panorama político de México e inicia una política nacionalista y con una fuerte presencia en el panorama internacional. Incorporó a México en el Movimiento de los Países no Alineados, que buscaban convertirse en una tercera opción en un momento en el que la guerra fría confrontaba a las grandes potencias de Estados Unidos y la Unión Soviética.

De Luis Echeverría se cuentan numerosas anécdotas, como que empezaba a trabajar a las 5 de la mañana y terminaba su jornada a la media noche. Tenía una intensa actividad que lo llevaba de un rincón a otro del país, inaugurando obras descomunales, como la Normal del Desierto, en pleno paralelo 28, la línea imaginaria que divide a los de estados de Baja California y que a la larga causaron un grave daño al erario público.

Se conocía al expresidente por su extensa capacidad retórica. A él se le atribuyen frases como: “No somos de derecha, ni de izquierda, sino todo lo contrario”. Se cuenta que en alguna ocasión le prometió a un pueblo la construcción de un puente. Entonces, uno de sus asesores le comunicó que en ese sitio no había río alguno, por lo que Echeverría contestó: “Les traeremos un río también”.

Su gestión está caracterizada por una profunda inestabilidad económica, a nivel mundial y regional. Le tocó vivir la época del embargo petrolero de los países árabes en 1973 y la consecuente devaluación del peso mexicano, la primera en más de dos décadas.

Su gobierno apoyó la revolución de Cuba, a Salvador Allende en Chile y al sandinismo en Nicaragua, pero dentro reprimió brutalmente a los movimientos de izquierda, especialmente a los movimientos guerrilleros que surgieron después de la masacre de los estudiantes en 1968. Su lucha contra el Partido de los Pobres y su líder Lucio Cabañas, y grupos como la Liga Comunista 23 de Septiembre, fue conocida como “La guerra sucia”, en la que un número indeterminado de personas desaparecieron a manos de las fuerzas armadas.

Junto a su esposa Esther Zuno de Echeverría hicieron gala del nacionalismo mexicano. El instauró la moda de que los políticos vistieran guayaberas y las mujeres huipiles y otros trajes regionales mexicanos. La política nacionalista que impulsó fue respaldada por el PRI, en una etapa en la que el Nacionalismo Revolucionario fue la bandera del régimen.

En materia económica, se esmeró por mantener cerradas las fronteras y sostener la llamada economía mixta, con una fuerte presencia del estado en sectores estratégicos de la economía a través de las llamadas empresas paraestatales, lo que dio pie a una gigantesca burocracia y a una gran corrupción. Esa fuerte presencia del Estado, que hoy se conoce como populismo, le permitió utilizar los programas sociales, para mantener el apoyo de los sectores mas necesitados de la población. Muchos comparan al actual presidente Andrés Manuel López Obrador con Luis Echeverría.

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