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OPINIÓN: Ahora fueron nueve migrantes ahogados en el río

Los migrantes ahogados en esa parte en el Río Grande son frecuentes y sus muertes se banalizan.
Los migrantes ahogados en esa parte en el Río Grande son frecuentes y sus muertes se banalizan.
(Carolyn Cole/Los Angeles Times)
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No sé qué más necesitamos en México y Estados Unidos para aceptar que manejamos mal el proceso migratorio de la región. No sé qué más queremos que pase para hacer algo por lo menos diferente. Apenas el pasado jueves autoridades estadounidenses reportaron, una vez más, 9 migrantes ahogados en su intento de cruzar el Río Bravo (Río Grande en Estados Unidos), cerca de la ciudad fronteriza de Eagle Pass, Texas, colindante con Piedras Negras, Coahuila. Se rescataron otros 37 con vida y las autoridades mexicanas detuvieron a 39 más.

Cualquier política pública que por ella misma pone en riesgo la vida de una persona, debe ser calificada como equivocada, revisada y modificada en consecuencia. No hay nada mas que discutir. Quizá la solución no es fácil pero por lo menos deberíamos reconocer que el estado actual de cosas es inaceptable. Lo peor es que ya nos acostumbramos. Los migrantes ahogados en esa parte del río son frecuentes y sus muertes se banalizan. Se suman a otros “accidentes de migrantes” como el de San Antonio en Texas, San Fernando en Tamaulipas, accidentes carreteros en Chiapas y muchos más. Los gobiernos se apresuran a culpar a los polleros y ahora seguramente dirán que es culpa del clima que hizo crecer el cauce del río. El colmo.

Desde hace muchos años miles de migrantes que intentan cruzar a Estados Unidos, fallecen en su intento. Lo que buscan es simple y sencillamente trabajar en ese país y un desarrollo que sus sociedades de origen no les dan. No se trata de delincuentes que representen un riesgo ni para la sociedad de salida, ni para la de llegada, ni para el país de tránsito. Todo lo contrario.

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Pocos procesos sociales han sido tan estudiados como el migratorio sin que hayan derivado en ningún programa o política pública. Se sabe de dónde vienen y porqué los migrantes intentan llegar a Estados Unidos, se conocen sus rutas, las temporadas de mayor flujo migratorio, cómo interactúan con organizaciones criminales, dónde se hospedan en las ciudades fronterizas, cuáles son sus espacios de movilidad.

Como bien decíamos hace algún tiempo, ni siquiera hay que perseguirlos en la frontera, bastaría ir a cualquier juego de la selección mexicana de futbol o de El Salvador o de cualquier otro país de la región y está lleno de indocumentados.

Hay incluso estrategias regionales. Se sabe por ejemplo que el sector donde se ahogaron estos migrantes es por donde entran más venezolanos (14 mil detenciones solo en julio de este año). AMLO sigue alabando al gobierno de Maduro en Venezuela, pero vaya usted a saber por qué los venezolanos no comparten su opinión, abandonan su país corriendo toda clase de riesgos y llegan hasta la ciudad fronteriza mexicana de Piedras Negras sin que la “incorruptible” Guardia Nacional mexicana los vea.

Del lado mexicano el discurso es totalmente equivocado y contradictorio. Se siguen celebrando las remesas que envían los migrantes y ni así se les protege. Peor aun, se presentan como quienes salvan la economía mexicana y sostienen a millones de hogares, sin darse cuenta de que con ese discurso se alimenta la migración, se elevan los costos de los polleros y se hace evidente el fracaso de los programas del gobierno.

En Estados Unidos domina la politización electoral del tema. La sociedad sabe el papel que juegan los migrantes. Es perfectamente conocido que van a ese país a trabajar. Los ven en sus jardines, en las cocinas de los restaurantes, en los campos agrícolas, construyendo viviendas y edificios, fortaleciendo a la economía estadounidense. A pesar de ello, solo para ganar algunos votos, se les presenta como indeseables. Tanto que los gobernadores de Texas y Arizona, donde hoy por hoy más fallecimientos de migrantes ocurren y donde las sociedades saben perfectamente el papel que juegan en sus economías los migrantes, los mandan en autobuses a Washington y a Nueva York como para decir que en sus estados no los quieren, a sabiendas de que los necesitan.

Entre la omisión mexicana que parece feliz con que miles y miles de mexicanos se vayan a otro país (así mandarán más remesas), tratando de “vender” el control de los migrantes de otras nacionalidades y la sobre politización estadounidense que sigue apostando a que atacar a los migrantes deja votos y ver por ellos los quita, el proceso sigue y seguirá caminando porque la necesidad de migrar es real, tanto como la necesidad de mano de obra joven en la sociedad estadounidense.

Parece utópico, pero se han preguntado ¿qué sucedería si en la región se permitiera la libre circulación laboral y que el mercado auto regule dónde y en qué trabajan sus habitantes? En Europa así ocurre y no ha pasado nada malo, ni ningún país se ha vaciado en otro.

¿Por qué el presidente mexicano que le dedica tanto tiempo a sus enemigos, a los conservadores, a los gobiernos anteriores (menos al de Peña Nieto), a promover a sus candidatos en la próxima elección presidencial, a mentir a los mexicanos presentando escenarios que no se sostienen con un solo dato, sino más bien todo lo contrario, no dedica un poco de su energía y recursos -que son de los mexicanos- a los migrantes?

¿De verdad no se han cansado de contar muertos? ¿Cuándo harán su trabajo? Para el que son pagados con nuestros recursos. Qué frustrante.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW:@mexainstitute

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