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Los detectives que se dedican a buscar los restos de 250 aviones desaparecidos en Estados Unidos

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Más de 250 aviones que cayeron en Estados Unidos jamás han sido hallados, pero un equipo de detectives voluntarios se dedica a rastrearlos.

Todo comenzó con seis palabras pronunciadas durante una fiesta. Robert Hyman, un montañista y explorador, era el anfitrión del evento en su casa en Washington DC.

Era diciembre de 2007, tres meses después de que el multimillonario Steve Fossett desapareciera sobre la frontera entre Nevada y California. A pesar del gigante operativo de búsqueda, el avión y el cuerpo aún no habían sido hallados.

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A Hyman eso le molestaba. Los militares no abandonan a sus hombres, pensó. Tampoco los Boy Scouts. Entonces dijo esas seis palabras: “Los exploradores no abandonan a otros exploradores”.

Justo en ese momento pasaba por allí Lew Toulmin, otro miembro del club. Y así fue que durante una fiesta nació el Equipo de Búsqueda de Aviones Desaparecidos(MAST, por su sigla en inglés).

Al día siguiente se reunieron. Robert trajo a dos personas: a su esposa Deb Atwood, una especialista que trabaja para el gobierno, y a Bob Atwater, exconsejero de seguridad de Steve Fossett.

No tenía sentido tomar el primer vuelo a Nevada. La búsqueda inicial de Fossett cubrió más 44.000 kilómetros cuadrados así que su primera tarea era reducir al rango de búsqueda.

Utilizando datos y entrevistas —Lew habló con más de 40 personas— lo lograron. Para agosto de 2008, nueve meses después de la fiesta, estaban listos para viajar.

Lew, Robert y más de 25 voluntarios (entre ellos algunos de los investigadores originales) se reunieron en Nevada. El equipo incluyó a tres aviones, siete pilotos y algunos de los mejores montañistas del país.

Buscaron 19 días y no hallaron nada.

Dieciocho días más tarde un excursionista y su perro hallaron la licencia de conducir de Fossett, a unos 100 kilómetros.

Un equipo de investigadores halló el avión, más de un año después del accidente, pero los restos de Fossett seguían desaparecidos.

Un colega de Lew y Robert, que vive en la zona, comenzó a buscar cerca de la zona del choque. Encontró una zapatilla masticada cerca de la guarida de un animal.

Llamó al equipo de búsqueda local que encontró restos óseos pertenecientes a Fossett, junto con un chaqueta rasgada.

Para Lew el final fue “horripilante, triste pero gratificante”. El equipo había —”de manera pequeña”— contribuido a cerrar el caso: “Fue tan fascinante y tan satisfactorio poder ayudar”.

Nuevas investigaciones

En septiembre de 2006, Bill Westover, de 54, y Marcy Randolph, de 43, despegaron en una aeronave desde el aeropuerto Phoenix Deer Valley, en Arizona. Jamás regresaron.

Cuando la búsqueda oficial de tres semanas concluyó sin haber hallado nada el padre de Marcy, Phil, asumió el desafío. Renovó su licencia de piloto y pasó horasbuscando desde el cielo y sobre el terreno. Pero no sirvió.

En 2008, tras haber oído sobre su trabajo en el caso Fossett, contactó al equipo de Lew y Robert.

MAST dedicó más de 1.000 horas, de forma gratuita, a investigar. Entrevistaron a 40 personas, incluyendo a amigos, familiares e instructores de vuelo. Analizaron los informes. Estudiaron más de un millón de señales de radar.

Estaban a punto de empezar el trabajo de campo, rastreando la zona, cuando lograron resolver el misterio a través de una clásica tarea detectivesca.

En abril de 2009, un miembro de MAST estaba leyendo reportes de incendios cuando notó algo. El día en que Bill y Marcy desaparecieron dos excursionistas informaron haber visto un incendio pequeño en un cañón remoto.

El fuego no había sido investigado así que el informe no estaba en la principal base de datos computarizada. Pero el archivo incluía el nombre de los dos excursionistas así que MAST los contactó.

Alertados por el equipo volvieron a la zona y vieron los restos de un avión. Contactaron a las autoridades y dos años y medio después de haber desaparecido, el avión fue hallado.

“Preguntas por qué hacemos esto”, dice Robert ocho años más tarde, “bueno, si ves la carta que recibimos del señor Randolph…”.

Hace una pausa, atragantado por el recuerdo. “Cuando obtienes un agradecimiento de un padre que ha perdido un hijo, es una gran sensación”.

Hasta ahora no se ha revelado oficialmente el número de aviones desaparecidos en el país. Ni la Fuerza Aérea, ni la Patrulla Aérea Civil ni la Guardia Costera llevan un registro extenso.

La Junta Nacional de Seguridad de Transporte investiga los accidentes, pero no mapea los aviones desaparecidos. De hecho, solo una persona sabe sobre todos los aviones perdidos en EE.UU., y es un miembro de MAST.

John López Jr. fue voluntario de la Patrulla Aérea Civil entre 1969 y 1975 antes de comenzar una carrera de 20 años en el ejército.

Alrededor de 2003 comenzó a sentir intriga por los aviones que buscaba durante su juventud en California. Había una lista pública parcial de accidentes que se remontaba a 1964 así que empezó a completarla.

Al día de hoy 658 aviones estuvieron perdidos por más de 60 días. De esos, 255 desaparecieron sobre tierra y unos 403 sobre agua.

La base de datos de John incluye el tipo de aeronave, dónde desapareció, la cantidad de personas a bordo y un resumen sobre cómo se perdió y qué se hizo para buscarlo.

Sus años de investigaciones hacen que cuando MAST busca un avión, parten con ventaja. Logran achicar la búsqueda y suelen tener información que nadie más posee.

MAST es una mezcla de científicos, matemáticos y tradicionales detectives. Algunos miembros trabajan en la aviación. Otros en fuerzas de seguridad.

Lew es un consultor de gobiernos extranjeros. Trabajó durante tres años para la oficina del primer ministro de Vanuatu, en las islas del Pacífico Sur. Robert es un fotógrafo e inversor, además de un montañista y explorador.

Las búsquedas oficiales suelen concluir de dos a tres semanas después de que cae el avión. Cuando nadie más puede ayudar, las familias pueden acudir a MAST.

El equipo suele trabajar en “seis o siete” casos a la vez, pero no todos están involucrados en todos los casos.

Una de sus búsquedas más grandes fue en 2009, cuando utilizaron mapas submarinos de la Bahía de Santa Mónica y lograron hallar dos aviones que habían desaparecido en los años 50 y 70.

Han trabajado en más de 20 casos y han logrado hallar, o contribuido en el hallazgo, de al menos siete aviones.

No se dan por vencidos fácilmente. El lema del grupo es: Spes Mos Increbresco, que en latín significa La Esperanza Prevalecerá.

“Durante la búsqueda de Fossett los medios me preguntaban: ‘¿Qué te hace creer que lo pueden resolver?’”, dice Robert.

“Mi respuesta era: ‘Sé que es una posibilidad remota y que tenemos pocas chances de éxito. ‘Pero lo que es seguro es que hay cero posibilidades de éxito si no lo intentas‘”.

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