El partido oficialista de Zimbabue elige nuevo líder tras 37 años de Mugabe
El partido gobernante de Zimbabue, Zanu-PF, confirmó hoy al presidente provisional, Emmerson Mnangagwa, como su líder y candidato presidencial en las elecciones del próximo año, durante la celebración del congreso anual de la formación, en el que destacó la ausencia del expresidente Robert Mugabe.
La histórica decisión se produce un mes después de que los militares tomaran el poder en una operación que, según defendieron, tenía el objetivo de eliminar a los “criminales del entorno de Mugabe”, lo que condujo a la dimisión del presidente, que había estado al frente del país los últimos 37 años, y al ascenso provisional a la presidencia del exvicepresidente Mnangagwa.
Aunque presidente provisional, Mnangagwa necesitaba el aval de su partido para encabezar formalmente la formación y poder concurrir a las próximas elecciones.
Por ello, miles de delegados de las diez provincias del país avalaron hoy a Mnangagwa como presidente del partido y candidato presidencial, con el apoyo también de los diversos órganos del partido, que incluye a las secciones de asuntos de la mujer, jóvenes y veteranos de la guerra de independencia de los años setenta.
En su primer discurso como presidente del Zanu-PF, Mnangagwa, conocido como “el Cocodrilo”, aseguró que las elecciones se realizarían según lo programado, lo que llevaría al país a celebrar los comicios antes del próximo agosto.
“ZANU-PF debe competir por la presidencia en unas elecciones que tienen que ser creíbles, libres y transparentes”, dijo un confiado Mnangagwa, quien aseguró que la oposición no plantearía resistencia a un partido gobernante “rejuvenecido”.
Lo que sí reconoció es saber que el éxito en las urnas solo se garantizará si su partido logra revitalizar la debilitada economía.
“Solo ganaremos en las urnas si podemos mostrar señales de que estamos reavivando la economía. Lo político y lo económico son igualmente importantes para nuestro futuro”, subrayó el nuevo líder.
En su discurso ante los delegados del congreso Mnangagwa dijo que la operación militar del mes pasado y las marchas en solidaridad con las tropas demostraron que millones de personas querían “un cambio en la dirección del país”.
“Como resultado, se está gestando una nueva era, un futuro próspero para nuestra gente”, apuntó Mnangagwa.
El congreso confirmó además la salida del partido de la ex primera dama Grace Mugabe, que era hasta hace un mes la favorita para ocupar la vicepresidencia.
El choque entre Mnangagwa y la primera dama había llevado a su destitución como vicepresidente de Mugabe una semana antes del paso al frente de los militares, detonante principal de la crisis que acabó con casi cuatro décadas de Mugabe en el poder.
Además, el conocido como “grupo G40”, funcionarios de alto rango alineados con Grace Mugabe, quedó fuera del partido, ya que algunos abandonaron el país y otros enfrentan cargos ante la Justicia.
Lo que el congreso del partido oficialista no despejó fue la duda de quién ocupará la vicepresidencia, ya que Mnangagwa dijo que necesitaba más tiempo y sugirió que la decisión podría alcanzarse en “unos días más”.
Expertos especularon con que Mnangagwa podría recompensar con este cargo al jefe de las Fuerzas Armadas, Constantine Chiwenga, quien lideró la toma de poder.
La gran ausencia del congreso fue la del expresidente Mugabe, que viajó con su esposa a principios de esta semana a Singapur para someterse a una revisión médica y pasar las vacaciones de fin de año.
Por lo tanto, desde hoy y durante los próximos meses, el ya oficialmente presidente del Zanu-PF tiene la ardua tarea de revitalizar la debilitada economía y hacer que los zimbabuenses confíen en él para convertirse en presidente electo.
Zimbabue está sumido en una profunda crisis económica, casi diez años después de la crisis hiperinflacionaria de 2008.
La escasez de efectivo implica largas colas bancarias y el aumento de los precios de los bienes, ya que los supermercados apuestan por divisas en el mercado negro.
La caída de la confianza de los inversores ha derivado en el cierre de empresas y el aumento del desempleo -se calcula un 10 por ciento de empleo formal-, lo que ha forzado a muchos zimbabuenses a abandonar el país.