Anuncio

Dellen Millard, el joven y rico playboy que se convirtió en uno de los asesinos más famosos de Canadá

Share via

Es uno de los asesinos más famosos de Canadá. Pero durante su más reciente juicio por asesinato en primer grado, Dellen Millard no sólo compareció ante la corte como acusado, sino también como su propio abogado.

De pie en el estrado, frente al banquillo de los testigos, Millard respiró profundamente.

“¿Está nervioso?”, le preguntó luego a Clayton Babcock, el padre de Laura Babcock, desaparecida desde 2012.

Con su elegante chaqueta, anteojos y una pequeña trenza de pelo detrás de la oreja, el hombre de 32 años se parecía más a un ejecutivo de una empresa de tecnología que a un abogado criminal.

Pero ahí estaba, desempeñándose como abogado defensor en el primer día del juicio por asesinato más impactante de 2017: el suyo.

“Esto no debe ser fácil para usted, considerando que soy el acusado. ¿Se lo hace mucho más difícil?”, insistió Millard.

Anuncio

“No”, le respondió Babcock, decidido a aguantar el intercambio.

Durante las siguientes siete semanas, el jurado observaría como Millard interrogaba a los familiares y amigos más cercanos de su exnovia.

Lo que no podían ver -porque el estrado lo ocultaba- era a sus piernas sujetas por grilletes.

En 2016, Millard y el otro acusado por el asesinato de Babcock, Mark Smich, fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato en primer grado de Tim Bosma.

Pero en agosto de este año regresaron a la corte para responder por la muerte de Babcock.

Los fiscales creen que, al igual que como pasó con Bosma, el dúo planeó su asesinato, le disparó y quemó su cuerpo en un incinerador industrial comprado justo para la ocasión.

Su cadáver nunca fue encontrado.

Y el sábado pasado Smich and Millard fueron condenados por segunda vez, por asesinato en primer grado.

Las muchas caras de Dellen Millard

Nacido en el seno de una familia acomodada, Millard creció en Toronto y trabajaba junto a su padre en Millardair, una compañía aérea fundada por su abuelo en la década de 1960.

En la superficie, parecía un tipo normal al que le gustaba divertirse y no tenía problemas en teñirse el pelo de rosa, además de un tatuaje con la palabra “ambición” en la muñeca.

Acostumbraba celebrar fiestas en la piscina de su lujosa mansión en el suburbio de Etobicoke y dejaba que sus amigos jugaran videojuegos y condujeran los autos de lujo de su colección, le dijeron varios de ellos a la televisora estatal canadiense, CBC.

Pero debajo del playboy había un hombre cada vez más vinculado con el bajo mundo criminal.

El jurado escuchó testimonios sobre la inclinación de Millard a vender drogas o robar autos, a menudo con Smich actuando como su cómplice.

Y cuando su padre murió, aparentemente por suicidio, en noviembre de 2012, Millard heredó un negocio multimillonario y numerosas propiedades, según registros develados por el Toronto Star.

“Era frugal con él mismo y generoso con los otros. La única gente a la que le temía era a los racistas”, escribió en el obituario de su padre, dos semanas después de su fallecimiento.

“Era paciente y terco. Admiraba a Cristo, Gandhi y Lindbergh”, se lee ahí.

“Creía que el bienestar de los animales era un esfuerzo humanitario. Era un hombre bueno en un mundo descuidado. Era mi padre”, escribió también Millard.

Seis meses más tarde, sería acusado no solo por el asesinato de Babcock y Bosma, sino también por el de su progenitor.

“Una simple camioneta”

Si no hubiera sido por su camioneta. Tim Bosma probablemente seguiría con vida: el padre de familia de 32 años estaba tratando de vender su vehículo diesel, y su esposa Sharlene publicó un anuncio en internet.

Tenían una hija de dos años y querían ampliar la familia. Pero el dinero no sobraba y, para ayudarse, optaron por deshacerse de la camioneta.

El 6 de mayo de 2013, Millard y Smich llegaron a la casa de los Bosma, en las afueras de Hamilton, Ontario, para probar el vehículo.

“¿Debería ir con ellos cuando vengan?”, le preguntó Bosma a su esposa.

“Claro, porque queremos que la camioneta regrese”, le respondió ella.

Nunca lo volvió a ver.

Después de numerosas llamadas y mensajes sin respuesta, la señora Bosma reportó la desaparición de su esposo.

Se lanzó una campaña por las redes sociales, pronto toda la comunidad estaba buscándolo. Y el 8 de Mayo, Sharlene Bosma ofreció una conmovedora conferencia de prensa en la que pidió que le regresaran de su marido.

“Es una simple camioneta, una estúpida camioneta”, dijo. “Ustedes no lo necesitan pero yo sí. Y nuestra hija necesita a su papá”, agregó.

Cuatro días después, la policía encontró el vehículo de Bosma en un tráiler en una propiedad de la madre de Millard.

Los interiores de la camioneta habían sido prácticamente desmontados, pero restos de pólvora y sangre se encontraron en su interior.

Más tarde, restos humanos también fueron encontrados en un incinerador en la granja de los Millard.

“La voy a sacar de nuestras vidas”

El asesinato de Bosma sacudió a la comunidad de Hamilton hasta sus cimientos: los medios locales cubrieron el juicio hasta el último detalle y las autoridades llegaron a preocuparse tanto de la seguridad de Millard en la cárcel local que lo tuvieron en confinamiento solitario durante los más de 1.100 días que duró el proceso.

Pero aunque fue el primer juicio de Millard y Smich, no fue el último. Poco después de su arresto, la policía también los acusó por el asesinato de Babcock, desaparecida desde el 4 de julio de 2012.

Smich y Millard tuvieron abogados diferentes durante el juicio por Bosma y ambos fueron sentenciados a cadena perpetua por asesinato en primer grado en junio de 2016.

Pero para octubre Millard le dijo a la corte que ya no podía costear abogados para los otros dos casos, pues cuando fue acusado por la muerte de su padre perdió derecho a la herencia y la familia Bosma también lo estaba demandando por US$11 millones en una corte civil.

Además, si bien poseía millones de dólares en propiedades, poco después de su arresto había transferido la mayoría de las mismas al portafolio de su madre.

Y cuando el juez le negó el derecho a ayuda legal, Millard tomó la inusual decisión de representarse a sí mismo.

Fue por eso que en el primer día del juicio Millard se encontró frente al padre de Babcock preguntándole si alguna vez había golpeado a su hija, si sabía que esta se había prostituido, interrogándolo sobre sus problemas de salud mental.

“Yo estaba realmente contento con mi familia”, dijo el Sr. Babcock, negando haberle pegado alguna vez a su hija. “Era una buena familia. Estuve bendito por 53 años y luego pasó esto. Así que ahora no soy tan feliz”.

En lo meses que precedieron a su muerte, Laura Babcock había vivido una vida difícil. Descrita por familiares y amigos como “extrovertida” y “efervescente”, también había padecido frecuentemente de depresión y ansiedad.

Anuncio