Trump, el despertar de los antifascistas de la resistencia
Los antifascistas estadounidenses, conocidos como “antifa”, son un pequeño pero ruidoso movimiento radical que, en pleno auge desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, buscan tejer alianzas con fuerzas moderadas en contra del presidente y todo lo que le rodea.
El anuncio de Trump de concurrir a las primarias republicanas, su nominación y su posterior victoria electoral en 2016 supusieron una infusión de combustible para este movimiento “militante”, que ha visto cómo se multiplicaban sus grupos entre 2015 y 2017, señaló a Efe Mark Bray, historiador y autor de “El Manual del Antifa”.
Los “antifa” han protagonizado múltiples respuestas a actividades de la ultraderecha estadounidense en el último año, pero entre ellas destacó la contramanifestación ante la marcha de supremacistas y neonazis del pasado verano en Charlottesville (Virginia), donde un racista mató a una mujer y causó una veintena de heridos al arrollar con su vehículo a una muchedumbre.
Con el uso o la amenaza de la violencia como uno de sus métodos y principal obstáculo para generar alianzas con la izquierda moderada y tradicional, algunos de estos grupos buscan hoy dejar a un lado las diferencias tácticas para poner sobre la mesa los objetivos comunes como argumento para estrechar lazos.
“Hay tensiones y discrepancias, pero hay lugares en los que se están tendiendo puentes”, comentó Bray, también activista en “Occupy Wall Street” -movimiento protesta surgido en Nueva York durante la crisis económica-, sobre la respuesta de los “antifa” ante la necesidad de formar coaliciones con otros grupos para engordar el movimiento de la resistencia contra el “Trumpismo”.
Según Bray, la llegada del mandatario implica una “amenaza” para los valores democráticos por todo lo que ha supuesto para la extrema derecha, a la que “da un apoyo extra, entusiasmo”.
Bray empleó en su conversación con Efe el concepto de “autodefensa preventiva” para referirse al uso de la violencia contra fascistas antes de que ellos sean violentos y lleguen a agredir a colectivos minoritarios.
“En la centroizquierda están incómodos con eso, pero hay espacio para crear movimientos transversales y se está progresando en esa dirección de agrupar movimientos muy diversos”, afirma Bray, investigador visitante en el Dartmouth College, sobre la tendencia de sumar la llamada “acción directa” con movilizaciones populares.
El lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, una de las voces académicas más reconocidas de la izquierda del país, se refirió a los antifascistas como “un gran regalo para la derecha” en su crítica al movimiento en una entrevista para el Washington Examiner tras los acontecimientos en Charlottesville.
Con orígenes en las luchas antirracistas estadounidenses de la segunda mitad del siglo XIX, recuerda Bray en su obra, el antifascismo se desarrolló en las décadas de 1920 y 1930 frente al fascismo italiano de Benito Mussolini, el nazismo de Adolf Hitler y combatiendo al franquismo antes, durante y tras la Guerra Civil española.
Todd Gitlin, profesor de Periodismo y Sociología en la Universidad de Columbia, se inclinó por clasificar a los “antifa” como un fenómeno “relativamente pequeño” dentro de la histórica oposición al fascismo y de la actual “resistencia” contra el “Trumpismo”.
El autor de “Nación ocupada: las raíces, el espíritu y la promesa de Occupy Wall Street” piensa que su auge se debe a que muchos jóvenes, mayoritariamente anarquistas, “sienten que es una emergencia y que necesitan tomar acción contra los fascistas en persona o contra su victoria”.
Trump fue muy criticado el pasado agosto al culpar “a los dos lados” -supremacistas y antirracistas- de los incidentes de Charlottesville, algo que Gitlin calificó de “ridículo y asqueroso”.
Aunque Gitlin reconoció a Efe el auge de la ultraderecha con la llegada de Trump, también explicó que han despertado una reacción de la resistencia en general y de los antifascistas en particular que ha levantado “un muro alrededor de ellos” al llamar la atención y provocar una lucha “más activa” contra el racismo.
Gitlin recalcó que con la crisis económica y el surgimiento del movimiento protesta Occupy Wall Street, los “antifa” se ganaron las simpatías de muchos jóvenes.
Coincidió, además, con Bray en que uno de los aspectos más característicos de este movimiento es su regionalismo, con especial fuerza en ciudades del oeste, como Portland, y que solo en contadas coaliciones y redes de asociación tienen vocación nacional.
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