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La mexicana Rosa Sabido elogia a la comunidad tras un año en “santuario”

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EFE

Al cabo de un año de permanecer en “santuario” en una iglesia del sur de Colorado, la mexicana Rosa Sabido asegura que el inesperado respaldo de la comunidad local y la esperanza de un cambio en las leyes de inmigración han transformado positivamente su “experiencia de sacrificio”.

“Hace un año que estoy aquí y no sé cuánto tiempo más voy a estar. Quizá un año más. No sé. Siento tristeza porque mi caso no se ha resuelto y aún más porque muchos otros casos de familias inmigrantes siguen sin resolverse. Eso me causa mucha incertidumbre”, dijo Sabido en entrevista telefónica con Efe.

Con 54 años de edad y originaria de la Ciudad de México, Sabido llegó a Estados Unidos en 1987 y en 2001 comenzó a gestionar su residencia permanente en el país.

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En 2011, se le concedió un permiso especial que debía ser renovado cada año. Así fue hasta que el 11 de mayo de 2017 las autoridades federales de Inmigración cancelaron ese permiso y ordenaron su deportación.

El 2 de junio del año pasado, Sabido decidió buscar “santuario” en la Iglesia Metodista Unida de Mancos, con sólo 60 miembros -la mitad de ellos inactivos- y presupuesto relativamente pequeño, de unos 100.000 dólares anuales.

“Ahora no puedo darme por vencida. No puedo salir de ‘santuario’. Equivaldría a decirles que ellos triunfaron y eso no estaría bien”, expresó al tiempo en que reconoció un fuerte apoyo comunitario.

“Mis padres, ambos ciudadanos estadounidenses naturalizados, ya están ancianos. Mi padre está enfermo y mi madre todos los días se preocupa por mí. Pero debo seguir, no por mí, sino por aquellos otros inmigrantes para quienes yo represento una esperanza”, agregó Sabido.

Miembros de la Iglesia Metodista transformaron la sala de juegos infantiles de su pequeño edificio en un dormitorio para ella, y luego la congregación invitó a la comunidad a turnarse para proveerla de comida y enseres, para además acompañarla durante el día y permanecer en la iglesia durante la noche, explicó mediante un correo electrónico el pastor Craig Paschal.

Según Paschal, el 95 % de los residentes en Mancos, una localidad de sólo 1.300 personas y dos calles principales, ubicada a unos 650 kilómetros al sur de Denver, participan de una manera u otra en ayudar a Sabido.

De hecho, así nació el proyecto “Rosa Belongs Here” (Rosa pertenece aquí), transformado a la vuelta del tiempo en una campaña comunitaria regional de apoyo a otros inmigrantes.

Para que Sabido pueda permanecer en el templo religioso, miembros de la comunidad han donado unos 500 dólares mensuales, cubriendo así los gastos de electricidad y agua de la casa Sabido, donde todavía viven sus padres.

Todo ese respaldo llega a pesar de que Rosa no es metodista. Fue secretaria de una iglesia católica en la zona y no vivía en Mancos, sino en una ciudad cercana, Cortez.

Paschal enfatizó que “la vida de Rosa no corre peligro”, pero, dijo, “nuestras almas corren peligro si la gente de buena voluntad no hace nada cuando ve que las familias son separadas”.

Por su parte, la mexicana reconoce que una resolución positiva de su caso será “algo complicado”, por su ingreso no autorizado al país y por un arresto previo relacionado con su situación migratoria.

Pero esa dificultad no le ha impedido trabajar en conjunto con las otras mujeres en “santuario” en Colorado: Araceli Velásquez (salvadoreña, en Denver), Ingrid Encalada Latorre (peruana, en Boulder) y Sandra López (mexicana, en Carbondale).

Juntas, con la ayuda de expertos del Movimiento Santuario de Colorado, trabajaron durante cinco meses hasta publicar en abril pasado una “Resolución popular” a favor de una reforma inmigratoria, pidiéndole al Congreso de Estados Unidos que implemente leyes que “valoricen a nuestras comunidades y respeten la unidad de nuestras familias”.

La resolución también pide que los miembros de organizaciones comunitarias y religiosas insten a sus líderes a contactar a legisladores, funcionarios y empresarios locales, y les pidan el respaldo para una reforma inmigratoria.

Sabido pide que no se hable de su “sacrificio” y que no se crea que ella es el centro de esta historia.

“La historia, lo que celebramos, es una comunidad antes dividida y ahora unida que trabaja para que personas como yo sintamos que aquí pertenecemos. Eso es lo que celebramos, la esperanza que nos dan los músicos cantando y los niños jugando”, expresó.

“Ya no estoy sola ni tengo miedo. Muchas personas nos quieren. Y mi vida ahora tiene un nuevo propósito”, sostuvo.

Este sábado, en la Iglesia Metodista de Mancos habrá una verbena, “pero no para celebrar mi sacrificio de un año en ‘santuario’, sino para homenajear a esta comunidad que se ha movilizado por mí y por otros”, dijo Sabido.

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