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El lado samaritano de Google intenta compensar los problemas que la tecnología está acusada de crear

Google's Jacqueline Fuller
La vicepresidenta de Google, Jacqueline Fuller, dirige Google.org, que invierte $100 millones al año en organizaciones sin fines de lucro que emplean la tecnología para tratar de contrarrestar los problemas que el mundo tecnológico está acusado de crear, incitar o exacerbar.
(Michel Euler / Associated Press)
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La líder de filantropía de Google afirma que la compañía está teniendo “muchas conversaciones” internas, en medio de las preocupaciones sobre el apetito voraz del gigante tecnológico por los datos de los consumidores y cómo utiliza sus algoritmos.

Aunque la vicepresidenta de la empresa, Jacqueline Fuller, no quiso comentar sobre las controversias específicas de privacidad de datos que persiguen a Google últimamente, sí afirmó que comparte otras preocupaciones que muchos tienen respecto de las Big Tech, las grandes compañías de tecnología: el acoso en línea, el discurso de odio amplificado en línea, y el efecto de la inteligencia artificial en todo, desde el trabajo hasta la guerra. “Como consumidora, como parte del público en general, como madre, es muy importante entender qué estoy viendo, qué están mirando mis hijos”, aseveró en una entrevista desde París, donde anunció este martes nuevos ganadores de subvenciones para proyectos destinados a enseñar habilidades digitales a usuarios pobres, inmigrantes, rurales o ancianos.

El brazo filantrópico que dirige, Google.org, invierte $100 millones al año en grupos sin fines de lucro que usan la tecnología para intentar contrarrestar los problemas que el mundo tecnológico está acusado de crear, incitar o exacerbar. “A nivel global queremos asegurarnos de que somos ciudadanos responsables”, afirmó.

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Pero, ¿puede el brazo de las buenas obras de Google compensar todo lo demás? Al menos lo intenta, argumenta la ejecutiva. “La compañía está teniendo muchas conversaciones sobre cuestiones como el acceso a la información y a los datos, y se asegura de que no haya sesgos algorítmicos”, remarcó.

La indignación pública creció por el uso de Google de los datos del consumidor y el dominio del mercado de búsqueda en línea, y los gobiernos han intensificado el escrutinio sobre la compañía.

Precisamente la semana pasada, nueve grupos pidieron al gobierno de EE.UU que bloquee la adquisición por parte de Google de $2.100 millones del fabricante de aparatos de acondicionamiento físico Fitbit, alegando preocupaciones de privacidad y antimonopolio. Luego Google fue criticado por una asociación con el sistema de salud estadounidense Ascension que, según Wall Street Journal, brinda al gigante de la búsqueda acceso a miles de registros de salud de pacientes sin el conocimiento de los médicos. Ambas compañías aducen que el acuerdo cumple con la ley de salud y privacidad.

Fuller no hizo comentarios específicos sobre ninguno de los casos, pero expresó: “Nos tomamos muy en serio la confianza de nuestros usuarios”.

También insistió en que la empresa tiene una “intensa discusión interna” sobre la conducta sexual inapropiada, los derechos humanos y otros problemas que han empañado la reputación de Google, una división de Alphabet Inc.

Su brazo filantrópico se centra últimamente en el uso de inteligencia artificial (IA) para ayudar a la sociedad; por ejemplo, proporcionando un mejor acceso a la atención médica y servicios de emergencia más efectivos. También trabaja en formas de limitar el daño del desarrollo vertiginoso de la IA, especialmente después de que las renuncias de los empleados y la presión pública sobre un contrato del Pentágono empujaron a la compañía a prometer que no usaría esa tecnología en el desarrollo de armas.

Entre los proyectos que Google.org financia se encuentran algunos que ayudan a los usuarios a crear y compartir currículums digitales o mapear oportunidades de empleo, mientras la empresa trata de descubrir cómo puede “anticipar algunos de los impactos de la IA en una economía, y entender cómo podemos asegurarnos de que todos tengan acceso a trabajos que no sólo son interesantes ahora, sino que también serán útiles en el futuro”, indicó Fuller.

Google también está llevando a cabo una competencia este año en Europa para proyectos sobre “cómo podemos mantener la seguridad de los niños”, explicó. La alfabetización digital es crucial, agregó: “Todos nosotros debemos discernir lo que es verdadero de lo que vemos en línea. ¿Cómo hacemos las preguntas de quién patrocina este contenido?”.

En París, Fuller anunció los ganadores del último Impact Challenge de Google.org, concursos que la empresa celebra en todo el mundo para organizaciones sin fines de lucro que utilizan la tecnología para buenos fines. Diez grupos ganaron subvenciones por un valor total de aproximadamente $3.3 millones, para desarrollar proyectos que ayudan a millones de personas en Francia que carecen de las habilidades digitales básicas, cada vez más cruciales para las tareas cotidianas.

A pesar de sus esfuerzos filantrópicos, los críticos de Google siguen siendo legión, incluso dentro del universo tecnológico. El ex especialista en ética del diseño de Google, Tristan Harris, argumentó que la tecnología está acortando nuestra capacidad de atención y llevando a las personas hacia opiniones más extremas. Como no logró que Google abordara esos problemas cuando trabajaba allí, renunció y ahora presiona para lograr modificaciones desde su Center for Human Technologies.

Según Harris, compañías como Google no cambiarán voluntariamente, pero el mundo de la tecnología ha experimentado un “cambio radical” en la conciencia de los problemas que ha causado, en parte gracias a la presión del público frustrado.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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