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La extraña reapertura de Las Vegas atrae multitudes, algunas enmascaradas, otras no

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Luces brillantes, sonidos de campanas, y ahora, cristales protectores en mesas de blackjack, taburetes vacíos obligatorios y una camarera bailando en bikini portando máscara facial.

Después de un cierre de 78 días, el juego se reanudó a las 12:01 a.m. del jueves en una Las Vegas cambiada.

“Esto es historia”, manifestó Donna Alexander, quien vino con su sobrino, Eric Sánchez, desde San Antonio para unirse a la multitud de reapertura en el hotel y casino Golden Nugget en el centro de la ciudad.

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“Estamos muy emocionados de ver a Las Vegas activarse de nuevo”, dijo Alexander, que suele visitar la ciudad tres veces al año. El cierre “literalmente me hizo llorar”, reveló. “Me gusta apostar, pero es la gente, en realidad”.

“Sólo quiero que Las Vegas sea normal”.

Cerca de ella, estaba Teddy Willoya, quien había viajado 2.300 millas desde Anchorage ese día para jugar a los dados, dijo. Willoya comentó que se quedaría hasta el lunes, “tal vez más tiempo. Depende de cómo vayan las cosas”.

Patricia González de Glendale y Tammy Bollinger de Sierra Madre, quienes comentaron que se sentían aliviadas de salir de la caótica área metropolitana de Los Ángeles durante unos días, se registraron en el Bellagio el jueves por la mañana, donde celebrarían el cumpleaños de Bollinger. El momento fue una coincidencia, pero dijeron que estaban contentas y sin inmutarse por las preocupaciones de la pandemia.

“Conseguimos reservaciones anticipadas en restaurantes y en la piscina”, dijo Bollinger. “Conseguí un búngalo para que no haya mucha gente a nuestro alrededor”.

Los miles de visitantes que acudieron el miércoles por la noche y el jueves se enfrentaron a mayores y más sombrías apuestas que en visitas anteriores, navegando por lugares públicos en medio de la pandemia y con un auge nacional de protestas por la brutalidad policial y la muerte de George Floyd.

¿Qué los llevó a venir en estos tiempos? La locura de la agitación, dijeron varios.

“Estoy cansado de estar encerrado”, manifestó Cuong Tran, quien había llegado desde Dallas en un vuelo casi lleno. Sin embargo, añadió que las protestas generalizadas le preocupaban.

La violencia en Las Vegas incluyó dos tiroteos el lunes por la noche y el martes temprano. En uno de ellos, un hombre armado recibió un disparo mortal por parte de la policía metropolitana de Las Vegas cerca de la corte federal de la ciudad. En el otro, un oficial de policía recibió un disparo en la cabeza cerca del casino Circus Circus y se informó que estaba en estado crítico.

La mayoría de los viajeros entrevistados dijeron que habían hecho sus planes antes de que esos incidentes se desarrollaran. Al llegar, estos viajeros encontraron una Las Vegas abreviada: muchas tiendas y restaurantes siguen cerrados, prácticamente todos los espectáculos en vivo están prohibidos y los trabajadores visibles tienen órdenes de usar máscaras (aunque muchos huéspedes, dada la opción, eligen no hacerlo). Además, se esperaba que la temperatura del jueves por la tarde superara los 105 grados.

Aún así, la gente llegó. El resultado, el jueves, fue un momento singular de la cultura pop: el despertar del principal patio de recreo hedonista de Estados Unidos en un momento de riesgo para la salud física y psicológica de la nación.

“Es un poco extraño” estar trabajando cuando tantos protestan, dijo el barman del Bellagio, Alec Williams. Pero estaba contento de haber regresado al trabajo.

“Veremos cómo va”, dijo Ron Hornik, apostado en una mesa de dados del Bellagio esperando a su primer cliente (a quien se le exigiría llevar una cubierta facial debido a las dimensiones relativamente íntimas del juego). Una portavoz del hotel señaló que, al adaptarse a las nuevas medidas anti pandémicas, su objetivo sería alcanzar no más del 30% de su capacidad habitual.

“Todo el mundo ha sido bueno”, dijo Emyli Augustine, una paramédica que comprobaba las temperaturas de los huéspedes del Bellagio mientras hacían fila en la recepción.

En el Venetian, se ofrecen de nuevo paseos en góndola, pero los conductores de góndolas ya no cantan (para reducir los riesgos de transmisión de virus) y los precios son más altos porque la capacidad de los barcos es limitada.

Muchos hoteles del centro de la ciudad eligieron abrir a medianoche, lo que les dio medio día de ventaja sobre los casinos a menudo más elegantes del Strip, que en su mayoría decidieron esperar hasta la media mañana o más tarde. Las icónicas fuentes del Bellagio volvieron a echar espuma a las 9:30 a.m., seguido de la reanudación del juego. En pocas horas, Wynn Las Vegas, Encore, Caesars Palace, Venetian y varios otros casinos también estaban abiertos.

Menos de la mitad de los casinos del Strip han reabierto hasta ahora, pero la mayoría se han ceñido a los horarios establecidos antes del estallido de protestas de la semana pasada. Algunos, citando una fuerte demanda, adelantaron sus fechas de apertura.

Cerca de 15 casinos en el Strip esperan abrir el fin de semana, incluyendo el Strat, Sahara, Circus Circus, Treasure Island, Harrah’s, Cosmopolitan, MGM Grand, Signature en el MGM Grand, New York-New York y Tropicana.

Tony Romo, un local de Las Vegas que tiene debilidad por las máquinas tragamonedas, dijo que vino porque “quería ser parte de eso”. Michael Gorbe de Las Vegas, quien suele jugar a las máquinas tragamonedas dos o tres veces a la semana, vino por la misma razón, y trajo a su perro Zephyr para ver y escuchar el vicio de su amo.

Hubo murmullo en las máquinas tragamonedas y gritos en las mesas de dados. A los 10 minutos, los taburetes de Claude’s Bar en el Golden Nugget estaban llenos, bueno, cada dos taburetes, por lo menos, bajo la orden de distanciamiento social.

Para muchos en Las Vegas, especialmente aquellos que se quedaron sin trabajo durante el cierre de los casinos, toda la escena reanimada fue un cambio bienvenido.

“Conseguimos un buen número de reservas tan sólo hoy”, dijo Wade Nakamura, gerente de recepción del hotel Golden Nugget en el centro de la ciudad, mientras registraba a un huésped el miércoles por la tarde. A la mañana siguiente estimó que el hotel de 2.400 habitaciones estaba lleno hasta en un 15%.

Muchos de los huéspedes en el vestíbulo no portaban mascarillas, mientras que todos los trabajadores (incluidos los salvavidas que vigilaban la piscina del Golden Nugget) llevaban máscaras, según lo exigido por los funcionarios de salud pública.

“Tenemos que tomar su temperatura”, dijo Nakamura a un huésped que llegaba. “Se la tomaré rápidamente”. Después, para registrarse, “Le daremos una pluma que se desinfectó antes”.

Un colega rápidamente colocó un termómetro a una pulgada de la frente del huésped y dio el visto bueno.

Mientras tanto, en el restaurante Claim Jumper, la camarera Chrissie Douglas se apresuraba de un cliente a otro, esquivando las mesas que han sido desocupadas por los requerimientos de distanciamiento social. Era el primer día de Douglas de regreso al trabajo.

“Me despidieron el 18 de marzo”, dijo. “Ha sido difícil. Los locales se están volviendo locos. Hemos estado encerrados. No tenemos playas a las que ir”.

Y ahora, “esperamos que nuestros californianos regresen”, manifestó.

En el bar de la acera del D Hotel en Fremont Street en el centro de la ciudad, los camareros Khin San y Kiyona Adams preparaban bebidas para un puñado de clientes el miércoles por la noche, con la esperanza de que aparecieran más en el período previo a la medianoche, cuando varios de los casinos del centro reabrirían.

San dijo que se sentía aliviada de estar en el trabajo de nuevo, pero nerviosa por el momento. “Con todas las protestas, no lo sé realmente. Planeamos la reapertura antes de eso”, comentó.

A unas pocas cuadras de distancia, en Fremont Street, una camarera bailarina giraba en una barra al aire libre en bikini y con mascarilla. En la otra dirección, una protesta se estaba acabando y varios jóvenes se habían dirigido al bar, incluyendo uno cuyo letrero decía: “Mi asesinato podría ser televisado”.

Para el restaurantero Maurice Sweiss, cuyo restaurante y club nocturno Ali Baba Las Vegas siguen cerrados, la apertura de esta semana es un paso en un viaje más largo. Una vez que su local abra en unas pocas semanas, Sweiss comentó, que tendrá 18 empleados de vuelta en el trabajo, pero “vamos a estar operando al 50% de capacidad” debido a las nuevas normas de salud.

“Sólo voy a esperar lo mejor, y deseo que en un par de meses estemos a plena capacidad. En este momento es un incremento difícil de lograr”.

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