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Columna de Adictos y adicciones: El cristal casi me mata

Brandon Nikonowicz camina por las vías del tren en Hanford.
Brandon Nikonowicz camina por las vías del tren en Hanford. Brandon lleva dos años limpio y es un antiguo consumidor de metanfetamina.
(Tomas Ovalle/For The Times)
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“A mí el cristal me arrastró y por poco me destruye, aún no canto victoria, pero cada día me siento más seguro, ya llevo un año y medio limpio y no puedo negar que me gusta esta sensación de libertad, aunque de vez en cuando regresan los pensamientos obsesivos”.

Así comenzó la plática con Saúl, quien a sus 30 años ha pasado por una de las experiencias más amargas de su vida.

Saúl es un joven callado e introvertido, según nos cuenta, no tiene muchos amigos y en cuestión de amores siempre ha salido huyendo. “Soy comerciante, o mejor dicho, era comerciante, tenía un puesto donde vendía y compraba cosas usadas, no me iba mal, tenía suficiente dinero para solventar mis gastos y ayudar a mis padres”.

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Nuestro amigo cuenta que ha tenido dos novias, aunque nunca logró formalizar nada, “Creo que me daba miedo el compromiso y siempre ponía de pretexto a mis padres, aunque ellos siempre me animaban a formar una familia”.

Saúl empezó en el comercio a los diecisiete años, muy pronto se vieron los resultados de su trabajo. “A mis veintidós años, ganaba más que mis amigos, seguía viviendo en casa de mis padres, porque soy el único soltero, además, para mí era muy cómodo, cooperaba con los gastos de la casa y a cambio recibía todas las atenciones de mis padres”.

Los primeros años todo iba sobre ruedas, Saúl ganaba buen dinero, trabajaba cuatro días a la semana y se parrandeaba una semana sí, y otra también. A veces agarraba la parranda todo el fin de semana, pero como él mismo cuenta, “Me iba a dormir y descansaba un par de horas, después me servía unas rayas, me comía un buen menudo y aguantaba toda la jornada de trabajo, así estuve como cinco años, hasta que conocí el cristal”.

Como toda droga, al principio fue placentero, pero antes de un mes, ya estaba consumiendo diario. “El cristal no te deja hacer nada, no duermes, no comes, no quieres salir y mucho menos trabajar, no sé a otros, pero yo me volví un holgazán”.

En poco tiempo, Saúl perdió clientes y contactos, su economía se derrumbó; con los pocos ahorros que tenía logró mantener su adicción por varios meses, hasta que se convirtió en una carga económica y motivo de constante preocupación para sus padres.

De acuerdo al relato de Saúl, llegó a pasar días encerrado en su cuarto, sus padres se cansaron de hablar con él, pero como suele ocurrir, las conversaciones terminaban con promesas y reclamos. “Yo sí quería dejar el foco, pero no encontraba el valor para buscar ayuda, siempre hallaba un pretexto para prolongar la agonía”.

Finalmente, llegó el día en que Saúl sentía un dolor enorme al ir a orinar; cuando el médico lo examinó, confirmó lo que sus padres sospechaban, Saúl necesitaba una intervención quirúrgica para retirar piedras en el riñón. “Entonces empezó una cuenta regresiva, no podía esperarme más, pero antes de toda intervención debía dejar de consumir; estaba en una encrucijada, o me moría de una infección en los riñones o me mataba el cristal, solo había de dos sopas y ambas eran muy amargas para mí”.

“No sé si fue intervención divina o es que tengo mucha suerte, pero la operación fue todo un éxito, aunque quedé advertido que si seguía consumiendo ya sea cristal o cocaína, mis días estaban contados. Pase tres meses sin salir de mi casa, por miedo a recaer y debilidad, después llegó la pandemia y el círculo se cerró.

Gracias al apoyo de mis padres y mis hermanos he podido sobrevivir, aunque debo agradecer especialmente a José, un amigo de la infancia y miembro de Narcóticos Anónimos, ya que gracias a él me llegó el mensaje; al principio me conectaba a reuniones virtuales, luego se abrió un grupo y empecé a asistir regularmente, y míreme, aquí estoy, viví para contarla”.

Agradezco de todo corazón a Saúl y su familia por compartir esta historia conmigo. Desde este espacio envío mis oraciones para que Saúl encuentre su camino y forme esa familia que tanta falta le hace. Dios los bendiga.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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