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‘La ayahuasca es una planta maestra que nos enseña’: Entrevista con Carlos Cano

Carlos Cano es un reconocido terapeuta gestalt que imparte medicina
Carlos Cano es un reconocido terapeuta gestalt que imparte medicina (plantas del saber) alrededor del mundo a través de Maestrita Ayahuasca, fundación de ayuda emocional y espiritual.
(Carlos Cano.)
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Vivimos basados en ficciones selectas. Nuestra visión de la realidad está condicionada por nuestra posición en el espacio y tiempo –no por nuestras personalidades, como nos gustaría pensar–. De este modo, cada interpretación de la realidad está basada sobre una posición única. El trabajo del “psicochaman” mexicano Carlos Cano es alentarnos a dar dos pasos al este u oeste para cambiar nuestro cuadro.

Carlos Cano es un reconocido terapeuta gestalt que imparte medicina (plantas del saber) alrededor del mundo a través de Maestrita Ayahuasca, fundación de ayuda emocional y espiritual.

Charlé con Carlos Cano sobre chamanismo, la realidad de las cosas, la luz y la oscuridad –que ayudan a que emerja un ser completo–, la Ayahuasca y sus visiones, los riesgos de obtenerla por Internet y obviamente, de su maestro: el psiquiatra y escritor chileno Claudio Naranjo.

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El Chamán es un ser humano que se mueve de un mundo a otro, comunicándose con el espíritu de todas las cosas, buscando las almas perdidas. ¿Cómo encontraste el camino hacia el chamanismo, cuándo te percataste que tenías la capacidad de modificar la realidad a través del ritual o la ceremonia?

El camino del chamanismo lo encontré primero en las medicinas ancestrales –la ayahuasca fue quién me recibió– y posteriormente se complementó en la escuela de Claudio Naranjo en Puebla. No creo ser capaz de modificar la realidad de ningún individuo; aprendí a ver la mía y desde ahí sembrar algo diferente para cosechar diferente. Eso lo comparto a las personas que tienen la confianza de trabajar conmigo.

¿Poseemos todos esa capacidad?

Todos tenemos la posibilidad de cambiarnos a nosotros mismos –no de la pareja, la familia, etc.–, se puede ver también que en realidad no estamos cambiando, simplemente estamos regresando a ser lo que siempre hemos sido y lo fuimos olvidando. Para que esto suceda debemos preguntarnos si estamos dispuestos a soltar lo que nos ata a lo que llamamos realidad: programaciones familiares, sociales, auto-engaños, etc.

¿Está volviendo el chamanismo –la tecnología humana más antigua utilizada para explorar la relación entre nosotros y el resto de la creación– a nuestras vidas?

El chamanismo esta intrínseco en nuestra naturaleza, porque es nuestro instinto, pero como decía Claudio Naranjo: nos volvimos animales domesticados; nos vamos olvidando de nosotros mismos y de nuestra naturaleza.

La palabra Chamán proviene de Siberia y significa: “el que ve en la oscuridad las realidades ocultas”; esto empata muy bien con las ceremonias de Ayahuasca, que comienzan en la noche (oscuridad) para concluir con los primeros rayos de sol (luz). Háblame de este proceso para restaurar el equilibrio y la plenitud, abordando la raíz del problema desde el lado oscuro de las personas.

Ya lo mencionaron tanto Carl Jung como Claudio Naranjo, si no se trabaja la sombra no se llega a ningún lado –es darse atole con el dedo uno mismo, diría yo–. Actualmente existe una falsa salud emocional, promovida por coaches. “chamanes”, influencers de conciencia –sea lo que sea que esto signifique–, donde pregonan que hay dos caminos: el del amor y el del dolor; esto me parece muy similar a los infomerciales que te prometen bajar de peso, recuperar el cabello perdido, (inserte su problema aquí) y esto va a ser solucionado simplemente tomando unas pastillas, sometiéndose a una operación, etc.

En el trabajo con la sombra podemos descubrir la verdadera dimensión de nuestro ser, porque la integramos con la luz y de ahí emerge un ser completo, como el yin y el yang: emerge nuestro Dios interior.

Se dice que los chamanes no trabajan solos, sino junto a aliados espirituales que les guían en proporcionar lo que el paciente necesita, ¿con qué aliados trabaja Carlos Cano?

Yo trabajo para la luz. Mi principal guía es Dios –no me refiero al que promueve la iglesia católica, sino el que está en todo y en todos–, de ahí, son varios más: Krishna (avatar de Dios), el maestro Jesús, La Abuela (Ayahuasca), mi padre, algunos arcángeles: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel y Metatrón, algunas vírgenes/deidades: Tonantzin, madre Kuan Yin, Yemanyá, María, y seres de la hermandad blanca de quinta dimensión y superiores: Sanat-Kumara, Patpor.

¿Cuándo y cómo fue tu primer contacto con la Ayahuasca?

Fue los primeros días de 2014 –no recuerdo exactamente el día–. Me llegó en un momento en el que me quería quitar la vida: para el 31 de diciembre de 2013 compré tres botellas de whisky, metí a mis cachorros pugs y les dije: “discúlpenme, no puedo más, si vomito no se lo vayan a comer”, cuando me desperté dije en voz alta: “Dios, Budha, Shiva, Shakti, quien seas, si estás ahí, si existes, mándame algo porque yo no puedo”; ese día fue muy soso, al día siguiente –mala costumbre de agarrar primero el celular antes que otra cosa– lo primero que apareció fue “ceremonia de Ayahuasca” y dije: pues esto ha de ser –era en CDMX, le pregunté a un amigo que nació allá y me dijo “si no tienes que ir ahí mejor no vayas”–, lo dejé pasar y un par de días después apareció otro anuncio “ceremonia de Ayahuasca en Monterrey”. Ahí comprendí que el mensaje sí era para mí.

Fue una experiencia horrible: una casa llena de polvo, llena de gente joven –en ese entonces tenía 34 años, así que supongo estaban en los 20s–. Cuando llegué estaba el guía hablando por un micrófono y diciendo: “¡radio ayahuasca! Todos estamos locos”, primero me molestó eso y pensé “¿qué hago aquí?”. Después de una hora de estar hablando el organizador de la ceremonia levantó la voz y dijo “¡bueno ya!, ¿nos vas a dar Ayahuasca o vas a seguir hablando?, ¡ya tienes horas hablando!”.

Después de unos 15 minutos terminó de hablar y sirvió la medicina (Ayahuasca). Sacó una botella de refresco con un líquido marrón, llenó la taparrosca y comenzó a pasar por los lugares para que la bebiéramos. Me puse en posición de meditación después de que la bebí y repetía mentalmente el Hoʻoponopono (perdón, lo siento, gracias, te amo), pasó una hora –hora y media y no sentí ningún efecto, recuerdo que escuché alguien que dijo “siento las estrellas y el universo” (ahí pensé que tenía razón con lo de “todos estamos locos”), aún así me acerqué con el guía para decirle que no sentía nada, me respondió “hermanito, con eso es más que suficiente, pero para que veas que soy buena gente te voy a dar un poco más”, tomé la ayahuasca nuevamente, regresé a mi lugar y después de un tiempo empecé a sentir que dormitaba, me di cuenta que empezaba a entrar en estado de medicina cuando escuché una voz terrorífica diciendo “¡¿querías un fast track?!, ¡aquí está tu fast track!”, comencé a ver imágenes que me dieron mucho miedo, la mayoría eran confusas, no sé en qué momento me quedé dormido, desperté cuando el guía me estaba ayudando a recostarme –estaba todo chueco, entre sentado–acostado y me estaba mordiendo la lengua–, me dio miedo volver a dormirme, me molestaba escuchar hablar a las personas, algunos viendo su celular, otros riéndose, entraba y salía gente a cualquier hora, etc. Cuando ya sentí que podía manejar decidí irme a la que entonces era mi casa. Hoy entiendo que todo eso me sirvió para ahora ofrecer el trabajo terapéutico que ofrezco con la medicina.

La Ayahuasca, planta maestra o sabia del mundo, constituye la puerta al universo espiritual y sus secretos. ¿Por qué buscar ayuda en esta planta amazónica?

La ayahuasca es una planta maestra porque nos enseña, pero también podemos considerar que es una medicina y una herramienta:

Es una medicina porque nos ayuda a sanar las heridas del corazón y ayuda a acomodar los pensamientos.

Es una herramienta porque apoya, de manera significativa en el avance del proceso terapéutico, si no se lleva proceso terapéutico nos brinda piezas del rompecabezas de la vida.

Importante: no es una “cura mágica”, te abre la puerta pero está en uno mismo atravesarla o no.

¿Es la Ayahuasca una sustancia con potencial que puede llegar a ser útil en ámbitos como la depresión o las adicciones?

Con una buena preparación emocional y un seguimiento definitivamente sí. Menciono la preparación y el seguimiento porque si la persona no está dispuesta a soltar lo que le generó la depresión –que es generalmente un exceso de pasado- o la adicción –que es regularmente una evasión para no sentir la realidad porque duele– puede ser que entre en crisis por lo que le llegue a mostrar la medicina.

“Me invadió una oleada de vértigos y la choza empezó a dar vueltas. Era como dormirse con éter o cuando uno está muy borracho, se acuesta y la cama da vueltas. Unas luces azules frente a los ojos […]. De pronto me agarraron unas náuseas violentas […]. Apenas podía caminar. No tenía ninguna coordinación. Los pies eran como bloques de madera. Vomité con violencia […]. Me sentía tan embotado como si hubiera estado cubierto por capas de algodón […]. Una incontrolable incapacidad mecánica se apoderó de mí. Repeticiones hebefrénicas sin sentido […]; debo haber vomitado seis veces. Seguía viendo las luces azules. Me eché y me cubrí con una manta. Tenía escalofríos como de paludismo. De pronto me sentí con mucho sueño. A la mañana siguiente me sentía perfectamente bien, salvo una cierta sensación de cansancio y un ligero estado nauseoso”. Narra el escritor William Burroughs (1914-1997) en el libro Las cartas del Yagé (1971), sobre la ingesta de la Ayahuasca y su experiencia personal con la liana. ¿Qué nos dicen las visiones bajo los efectos de la Ayahuasca sobre nosotros mismos?

Hay dos modos de interpretar las visiones, la parte psicológica nos habla de lo que tenemos dentro de nosotros mismos; nos pone la neurosis: ego, auto definición del “yo”, etc., en la mesa para que la puedas observar y trabajar. Desde la visión chamánica está mostrando los mundos que están más allá de la razón –mandalas de colores que se mueven al menos en tres dimensiones–, El Espiritú (Dios, Budha, etc.), el instinto (las visiones de animales), la verdad, etc. Lo importante es identificar en cada persona lo que significan.

¿Debe tomar el paciente estas visiones como una verdad absoluta?

Hay una delgada línea entre las visiones que brotan desde los deseos del inconsciente y lo que nos está enseñando la medicina, sin una buena guía puedes confundir esto.

¿Cuáles son las diferencias entre la Ayahuasca y el Yagé?

En mi experiencia el Yagé es masculino (Abuelo) y es la preparación que hacen en Colombia; la Ayahuasca es femenina (Abuela) y es la preparación que hacen en Perú y Brasil (en mi práctica la ayahuasca brasileña es más ligera y te sirven unos vasos muy grandes; la ayahuasca peruana es más potente y con menos medicina conectas más profundo ). El nombre Ayahuasca es el más popular a nivel mundial, pero hay otros nombres como Natem en Ecuador, más desconozco cuál es el efecto. En lo personal trabajo con Ayahuasca Peruana.

¿Cuáles son los peligros de comprar Ayahuasca por Internet?

Lo primero es que no sabes qué te están vendiendo –no sabes si solo tiene la liana de la Ayahuasca y chacruna o si tiene alguna otra planta como el floripondio o algún químico–, desconoces la fuerza que pueda tener, desconoces la intensión –energía– con la que fue preparada, etc. Bajo ninguna circunstancia recomiendo esta opción.

¿Qué es lo peor que puede ocurrir en una Ceremonia?

Depende del contexto en el que se tome:

Sin una preparación previa –operaciones recientes sin alta médica, consumo de medicamentos que chocan con la medicina (IMAO, entre otros) y/o consumo de drogas (hay que revisar el caso en específico)– las consecuencias pueden ser mortales.

Con una preparación previa lo peor que puede pasar es que la persona se resista a lo que la Ayahuasca esté mostrando y pueda entrar en crisis; aquí es donde el acompañamiento y preparación del individuo que comparte la medicina juega un papel primordial.

Háblame de tu acercamiento –como psicólogo– con la Gestalt, la psicología intrapersonal y en especial, con el psiquiatra y escritor chileno Claudio Naranjo, autor de Ayahuasca, la enredadera del río celestial (2012).

No soy psicólogo de profesión, estudié ingeniería en sistemas, pero lo dejé porque no era feliz. Estudié una maestría en psicoterapia gestalt en la escuela de Claudio Naranjo en Puebla, desafortunadamente no me tocó trabajar directamente con Claudio, aprendí de sus discípulos: Iñaki Zapirain, Amor Hernández, Assumpta Mateu, Pedro Caldas, Gaby Palma, Alejandro Napolitano, Catalina Lladó, Montse De Pablo, Beatriz Trujillo, Charlie Keck, Gerardo Ortiz y Lolique Lorente –mi directora–.

Claudio era un buscador, creo que todos los que seguimos sus enseñanzas lo somos también; en el libro “Ayahuasca: la enredadera del río celestial” se nota claramente cómo el psiquiatra escribió el primer libro –primera parte, en los años 60’– y el terapeuta de la espiritualidad el segundo –segunda parte, ya con el programa SAT institucionalizado– (Seekers After Truth), el trabajo con el cuerpo, el instinto, el chamanismo, etc. Lo que te puedo decir es que aprendí a escuchar a mi instinto, a trabajar mi sombra, a ser más compasivo conmigo, a quitarme de en medio –en la relación paciente – terapeuta–, a ver qué es lo que me mueve (herida primaria).

¿Cómo confluyen la psicología de la Gestalt y la Ayahuasca en tu trabajo de sanación?

La Gestalt es la basé sobre la que realizo todo el trabajo chamánico que ofrezco con la Ayahuasca. En los inicios de mi caminar con las medicinas (Ayahuasca, Yagé, Yopo, Hikuri, Sapo de Sonora, Kambó, Cacao y honguitos) encontré que muchas veces me sentía bien después de la ceremonia, pero tiempo después volvía a sentirme mal y no entendía por qué –la mayoría de las veces fue porque no hacía la tarea que me dejaba la medicina–; en algunas ocasiones tuve visiones que tomaba como algo premonitorio –y la realidad me mostró que no era así, que venía más de mi deseo inconsciente que “eso” sucediera–.

Cuando ponía los temas que salían en las ceremonias en terapia (con mi amigo y maestro Lalo Macías) me hacía corto circuito porque quería que las cosas fueran como lo había visto bajo la medicina, en el momento que comprendí que la base es la terapia y la medicina era una herramienta todo cambió. Aparecieron videos de Claudio Naranjo hablando sobre el proceso terapéutico y la Ayahuasca y todo cobró sentido. Sincrónicamente en mi última dieta con José, hablamos de cómo el origen de muchas cosas que vamos a trabajar en ceremonia tienen una raíz emocional y lo mismo menciona Claudio en su libro –los chamanes eran los psicólogos y doctores de la selva–.

Convérsame de tus intenciones de abrir un centro o fundación para organizar retiros y ceremonias de sanación de una manera más completa e intensiva.

Me gustaría abrir un espacio para integrar las enseñanzas de las medicinas y la escuela de Claudio Naranjo: estoy convencido que la sutileza del Cacao nos permite abrir el corazón; que la sabiduría de la Abuela –y su trabajo con el espíritu– se integra perfectamente con el trabajo terapéutico potencializando a ambos; que limpiar el cuerpo con el Kambó nos puede llevar a la sabiduría del “no hacer nada”; que la magia del despacho andino, llevado de manera terapéutica y con la medicina de la palabra, nos da claridad para el camino.

Trabajar esta integración en un espacio donde las personas se puedan regalar un tiempo para sí mismas, para conocerse, para verse en los espejos que nos reflejen los compañeros/as, con buenos alimentos y en un espacio de contención y seguridad, para brindar herramientas y guías que la gente pueda tomar y aplicar en la vida diaria.

¿Es el amor la solución a nuestros problemas?

Dijo Einstein que el amor es la fuerza más poderosa del Universo, pero también decía Claudio que la sed de amor es una de las grandes causas del sufrimiento del mundo y su cura es el desarrollo de la consciencia. El maestro Jesús nos enseñó el perdón y esto lo relaciono yo con la consciencia.

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