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Por qué tengo miedo de enamorarme

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Cantidad de días desde mi último enamoramiento: 15. 16. 17. 18.

Casualmente echaba un vistazo a la pizarra que colgaba en el vestíbulo del hospital de rehabilitación, en camino a la habitación de mi padre. No pensaba demasiado en ello. Mi padre estaba tan mal que me preocupaba mucho más su respiración que mis temas.

Había sido un accidente extraño. Él tenía 50, yo 20, y él había sufrido una lesión cerebral traumática en un extraño accidente de go-karts. Aunque llevaba un casco, quedó paralizado en el lado izquierdo de su cuerpo. Era increíble que hubiera sobrevivido, según su neurocirujano.

Esto ocurrió en marzo de 2010, una semana antes de mis vacaciones de primavera durante el segundo año de universidad. Pasé mi verano con mi madre y mi hermana, entrando y saliendo de hospitales. Mi padre volvió a casa, unos agotadores seis meses después, pero nunca volvió ‘a casa’ realmente; nunca más volvió a ser él.

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Reorganicé mi calendario, amontoné mis clases y me gradué un semestre antes de tiempo. Mi madre era estoica en su defensa y sus esfuerzos con él, pero vivir en casa a tiempo completo era agotador y deprimente. Mi hermana ya estaba allí, había vuelvo después de terminar su carrera para ayudar tanto como pudiera. Mi hermano volaba ida y vuelta entre L.A. y San Francisco. Yo solicitaba trabajos y trataba de darle sentido a mi nueva estructura familiar, que no parecía una familia, ni mucho menos mi familia, en absoluto.

Soy una persona tímida; siempre lo he sido. Así que sabía que las citas online serían una posibilidad para mí. Me creé un perfil en línea, y así comenzaron las citas, o mejor dicho, las ‘conversaciones’ online que yo pensaba terminarían en citas. Envié mensajes a chicos, y ellos respondían. Y luego yo respondía. Y después… nada. Y teníamos un intercambio por días, semanas, un mes, y luego… nada. Intercambiábamos números de teléfono y no llamaban; aprendí a no molestarme en agendarlos.

Pero de vez en cuando, un rayo caía. Yo amo la historia, los libros, el arte, los museos y el teatro. Debía salir de la casa y éstas eran las actividades que me entretenían. Seré honesta: muchas de las cosas a las que asisto son para gente mayor (a menudo estoy tentada de preguntarle al caballero sentado a mi lado si tiene un nieto disponible, pero ni siquiera eso es posible ya que el señor se queda dormido en un 80% de las veces), aunque veo parejas y pienso: Un día, ésa seré yo. Aquí. Exactamente donde estoy. Con alguien que quiera estar aquí conmigo, tomando mi mano.

Y conseguí lo que quería, más de una vez, con más de un chico: proyecciones en el Hollywood Forever Cemetery, disfrutar de un picnic bajo las estrellas viendo una obra de Shakespeare en Griffith Park, visitar Cheesecake Factory en Old Town Pasadena hasta el cierre, ir a conciertos al Hollywood Bowl, explorar el Norton Simon en ArtNight Pasadena, ver el transbordador espacial en el California Science Center, conferencias de luminarias en Caltech.

Lamentablemente, la mayoría de los chicos con quienes salí resultaron ser menos que ideales. Pero igualmente era alentador. Muchos artículos hablan de cómo esta generación no sabe acudir a citas, y que sólo se interesa por las conexiones fáciles. Bien, a juzgar por el número de chicos que confirmaron planes, trajeron mantas, encendieron velas, obtuvieron boletos y desafiaron el tránsito, no estoy de acuerdo. Quizás no funcionó conmigo, pero todos estamos creciendo y eso me hizo sentir esperanzada.

¿Pero estaba dispuesta a correr un riesgo? ¿Y si me enamoraba verdaderamente?

Un chico era excepcional; era absolutamente inteligente y sigue siendo uno de los mejores conversadores que he hallado. Nuestra conexión fue instantánea; me aterrorizaba lo mucho que me gustaba.

Veo a mi madre cuidar de mi papá cada día. Él no puede conducir, trabajar, vestirse o asearse. Pasa sus días viendo la TV y habla de su urgente y abrumadora necesidad de ir al baño cada 30 minutos. Observo cómo mi mamá -mi vibrante, generosa, capaz y resiliente madre- lo ama, lo limpia, le responde; cómo a menudo habla con la aseguradora por teléfono, y con el abogado, y el médico de rehabilitación, y el neurólogo, el oftalmólogo y los terapistas físicos y ocupacionales, y los farmacéuticos…

Soy testigo de este amor entre mis padres y, en medio de una tragedia tan profunda, me sorprende que algo tan frágil y esperanzador pueda continuar vivo.

No estoy segura de poder prometer nada remotamente con ese nivel de devoción. ¿Cómo puede el amor abarcar tanto? ¿Cómo puede alguien soportarlo?

¿Y cómo explicar esto al tipo con el que salía? No pude hallar las palabras, y me retiré. Terminó mal. Estuvimos juntos por seis meses, mi relación más larga hasta la fecha. Es muy poco, lo sé, pero es algo. Me tomó más tiempo superar la ruptura que la duración del vínculo. Desde entonces he evitado las citas, me tomé un descanso. Me sentí hecha trozos; sentí que no tenía nada que ofrecer porque mi padre toma tanta energía, tanta de mi capacidad emocional, que no puedo estar allí, totalmente presente, para una relación romántica de la forma en que se merece.

Pero a la vez, he visto que el amor perdura. Aún creo en ello.

Por lo tanto, un poco dubitativa, decidí intentar otra vez. Y conocí a alguien. Seguimos el patrón aceptable de un ida y vuelta antes de salir, luego vino el encuentro inicial, lo acepté y escogí Old Town Pasadena, mi sitio comprobado. Llegué temprano y lo conocí literalmente en un callejón semioscuro… y fue el comienzo de una gran noche. Caminamos por las cuadras una y otra vez, paramos para cenar, para tomar un postre, para hacernos fotos, para jugar videojuegos. Sólo más tarde nos revelamos, en nuestra segunda cita, que a ambos nos habían salido ampollas, pero ninguno quería ponerle fin a la noche. Nos reímos e invertimos en mejores zapatos, para las aventuras por venir.

Quizás es temprano aún, probablemente demasiado como para escribir esto, pero lo único que sé es esto: anoche, durante la obra, me tomó de la mano. Y no me importaría enamorarme de él.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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