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Finalmente, todos estamos pensando en los peligros del tiempo de pantalla para los niños

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En 2014, cuando comencé a escribir un libro sobre la necesidad de restringir la cantidad de tiempo que nuestros hijos pasan frente a la pantalla, la idea no era popular.

La investigación que hice me convenció para que estableciera una política estricta para mis propios niños de escuela primaria: Nada de televisión ni jugar en las tabletas entre semana. Pero sabía que las reglas de mi familia eran consideradas draconianas. Y mi plan de mantener los teléfonos inteligentes fuera de las manos de mis hijos hasta que fueran adolescentes era prácticamente loco.

Pero después de un año como el 2018, me siento mucho menos contracultural.

Rastreo el contragolpe tecnológico de 2018 hasta finales de 2017 con la publicación del artículo de Jean Twenge en Atlantic: “Have Smartphones Destroyed a Generation?” (¿Han destruido los teléfonos inteligentes una generación?) Se propagó por la blogósfera de mamás como un reguero de pólvora. Puedes ver cómo la conversación en las redes sociales pasó de “los iPads son como los cómics hace 50 años” a “Espera, ¿por qué esos números de suicidios son tan altos?”

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Pero un cambio cultural aún más amplio comenzó en abril, cuando el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, testificó ante el Congreso. Parecía que finalmente nuestros líderes políticos, y las madres y los padres que veían las audiencias, se dieron cuenta de que algo andaba muy mal con respecto al plan de negocios, la recopilación y venta de datos personales sobre nosotros y nuestros hijos, de gigantes de Internet como Facebook.

El senador Richard Durbin (demócrata por Illinois) le preguntó a Zuckerberg si se sentiría cómodo al decirle al comité el nombre del hotel en el que se había alojado antes de las audiencias, o si se sentiría cómodo compartiendo los nombres de las personas a las que había enviado un mensaje esa semana.

Cuando Zuckerberg se negó, Durbin continuó. “Creo que de eso se trata todo esto. Su derecho a la privacidad. Los límites de su derecho a la privacidad. Y cuánto usted”, se refería a todos nosotros, “revelamos en la América moderna en nombre de, cito, conectar a las personas de todo el mundo”.

El punto de datos más obvio de que “Estados Unidos se está desenamorando de Silicon Valley”, como lo expresó un titular de Bloomberg, es probablemente la caída de los precios de las acciones de las compañías tecnológicas. Los cinco grandes (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) perdieron alrededor de mil millones de dólares en el cuarto trimestre.

En octubre llegó otra señal, el lanzamiento de un estudio de 4,500 niños de 8 a 11 años publicado en la revista médica Lancet Child & Adolescent Health, que encontró que limitar el tiempo de pantalla de los niños estaba relacionado con una mejor cognición.

Aun así, los signos culturales, no los económicos y científicos, harán la mayor diferencia. Cualquiera que haya prestado un poco de atención en 2018 podría haberse topado con noticias sobre cómo los propios ejecutivos de la tecnología estaban trabajando arduamente para mantener a sus hijos lejos de las pantallas.

Un empleado de la Iniciativa Chan Zuckerberg, la organización sin fines de lucro iniciada por Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, para “aprovechar la tecnología” para el bien, dijo al New York Times que “el diablo vive en nuestros teléfonos y está causando estragos en nuestros hijos”. El ex editor de Wired comparó las pantallas con “cocaína crack”.

Incluso hay un acuerdo bipartidista sobre el tema. Según una encuesta de Axios, de noviembre de 2017 a noviembre de 2018, la parte de los demócratas que creían que las redes sociales estaban perjudicando la democracia y la libertad de expresión pasó del 37% al 48%, y el porcentaje de republicanos del 52% al 69%.

El consenso sobre los niños y las pantallas también se mostró en los datos de las encuestas. Una encuesta del Centro de Investigación Pew de agosto encontró que el 65% de los padres dicen que sus hijos pasan demasiado tiempo con los dispositivos. Los niños están de acuerdo: el 54% de los adolescentes dicen que pasan demasiado tiempo con sus teléfonos celulares y el 41% dicen que pasan demasiado tiempo en las redes sociales. Y más de la mitad de los adolescentes “asocian la ausencia de su teléfono celular con al menos una de estas tres emociones: la soledad, estar molesto o sentirse ansioso”.

Todo esto debería facilitar que los padres tomen medidas, y he visto señales de que sí lo han hecho. El grupo Wait Until 8th, que aboga por que los padres dejen de regalarles a sus hijos un teléfono inteligente hasta el octavo grado, vio un gran aumento en el número de familias que firmaron su promesa el año pasado, de 10,000 a 17,000.

Y, sin embargo, según la encuesta de Pew realizada en agosto, aunque los padres ven los peligros y más de la mitad de los adolescentes dicen que han intentado reducir su tiempo frente a la pantalla, solo el 57% de los padres informan haber establecido restricciones en el uso de las pantallas por parte de sus hijos.

Ese número debería incrementar. Los padres que desean reducir el tiempo de pantalla de sus hijos ahora tienen la cultura de su lado cuando se trata de tomar la decisión correcta: menos tiempo con el teléfono o el sistema de juegos y más interacción cara a cara, más tiempo fuera, más actividad física, más comidas familiares, más lectura de libros, más juegos de mesa. El espíritu de la época está cambiando, aprovéchalo.

Naomi Schaefer Riley es investigadora visitante en el American Enterprise Institute que estudia temas de bienestar infantil. Su libro “Be the Parent: Stop Banning Seesaws and Start Banning Snapchat” se publicó en edición de bolsillo, en enero.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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