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Para combatir el envejecimiento, los pacientes experimentan con medicamentos recetados

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Los pacientes del Dr. Alan Green viajan desde todo el país a su pequeño consultorio en Queens, N.Y., atraídos por la perspectiva de una vida más larga.

Durante los últimos dos años, más de 200 pacientes se congregaron para ver a Green después de enterarse de que dos medicamentos que prescribe podrían evitar el envejecimiento. Una mujer de 95 años estaba tan convencida de asistir a su cita, que le pidió a su hijo que la llevara desde Maryland.

Green se encuentra entre un pequeño pero creciente número de médicos que prescriben medicamentos “fuera de la indicación”, por sus posibles efectos antienvejecimiento. La metformina se usa generalmente para tratar la diabetes, y la rapamicina previene el rechazo de órganos después de un trasplante. Pero los médicos tienen autoridad para prescribir medicamentos por cualquier motivo que consideren adecuado, en este caso, por “envejecimiento”.

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Los efectos antienvejecimiento de la rapamicina en los animales y la metformina en las personas con diabetes han alentado a Green y a sus pacientes a experimentar con ellos, a pesar de que hay poca evidencia de que los individuos sanos puedan beneficiarse.

“Muchos de [mis pacientes] tienen un doctorado”, relató Green, quien tiene 76 años y ha tomado los medicamentos durante tres años. “Ellos han leído la investigación y piensan que vale la pena intentarlo”.

De hecho, es más fácil para los pacientes experimentar con estas sustancias -ya sea legal o ilegalmente, de un proveedor extranjero- que para los investigadores iniciar un ensayo clínico que demuestre su eficacia en humanos.

Dadas estas reservas, las compañías farmacéuticas tienen pocos incentivos para financiar ensayos costosos. Además, tanto la metformina como la rapamicina son genéricas y relativamente baratas.

“No hay ganancias”, explicó Matt Kaeberlein, quien estudia la biología del envejecimiento en la Universidad de Washington. “Sin fines de lucro, no hay incentivo”.

Suplementos con supuestos efectos antienvejecimiento ingresan habitualmente al mercado con poco control y menos evidencia.

Sin embargo, a fines del año pasado, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) rechazaron una subvención de 77 millones de dólares para un estudio que hubiera determinado si la metformina podría atacar a la vez varias enfermedades relacionadas con la edad. Fue la segunda negativa para la ambiciosa pero poco ortodoxa apuesta.

“Vamos a seguir intentando”, aseguró Stephen Kritchevsky, del Centro Sticht para el Envejecimiento Saludable y la Prevención del Alzheimer, en la Escuela de Medicina de Wake Forest, quien trabajó en la propuesta de la metformina. “Estas cosas toman tiempo.”

Poco se conoce sobre los efectos antienvejecimiento de la rapamicina y sus posibles efectos secundarios en la población general, incluida la posibilidad de que provoque resistencia a la insulina.

Sin embargo, una gran cantidad de estudios muestra que la rapamicina extiende la vida de los animales y evita el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, los problemas cognitivos y otras enfermedades relacionadas con la edad.

“Debería haber habido un ensayo clínico para la rapamicina y la enfermedad de Alzheimer hace años”, afirmó Kaeberlein, quien instó a los NIH a financiar estudios sobre los efectos del medicamento. “Pero el hecho es que los ensayos clínicos son realmente difíciles y caros”.

Alexander Fleming, un exfuncionario de la FDA y defensor de la propuesta de la metformina, cree que es difícil para los reguladores y los financiadores comprender que el envejecimiento puede ser abordado como un todo, no sólo una enfermedad a la vez.

Los supervisores de NIH que rechazaron la propuesta de la metformina mencionaron problemas con el objetivo del proyecto de probar múltiples enfermedades relacionadas con la edad al mismo tiempo. Los investigadores consideraron la posibilidad de apelar la decisión, afirmando que los supervisores estaban predispuestos a no estudiar el envejecimiento en general. NIH, que no quiso hacer comentarios, desalentó el intento.

El Dr. Evan Hadley, director de la división de geriatría y gerontología clínica del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, dijo que los proyectos que apuntan al envejecimiento aún son “de interés”.

La FDA también está abierta a considerar tales esfuerzos “basados en la evidencia científica presentada”, consideró la portavoz, Amanda Turney.

Otros investigadores han avanzado con los ensayos clínicos centrados en condiciones específicas relacionadas con la edad. Por ejemplo, los investigadores han demostrado que un “primo” de la rapamicina aumenta la efectividad de las vacunas contra la gripe y reduce la incidencia de infecciones respiratorias superiores en personas mayores, en hasta un 30%. Ese grupo tiene licencia de Novartis y ahora está trabajando en la aprobación para atacar la enfermedad de Parkinson.

En un foro científico reciente sobre el envejecimiento, se pidió a las aproximadamente 300 personas que asistieron que indicaran si ya estaban tomando metformina para el envejecimiento. “La mitad de la audiencia levantó sus manos”, recordó el Dr. Nir Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein.

Barzilai considera la metformina como un prometedor tratamiento contra el envejecimiento, pero también le preocupa la tendencia a la prescripción fuera de lo indicado.

“Gran parte del campo del envejecimiento es charlatanería”, afirmó Barzilai. “Te dicen que tomes esto o aquello y vivirás para siempre. Pero se debe hacer un ensayo clínico que esté controlado con placebo, y sólo entonces se podrá decir qué ocurre realmente, y si es seguro”.

Green planea seguir recetando medicamentos para estos fines. Él estima que alrededor del 5% de sus pacientes son médicos; otros tienen antecedentes en la ciencia.

Algunos médicos que están abiertos a la prescripción de metformina suspenden la rapamicina, que ha causado efectos secundarios cuando se administra en dosis más altas a pacientes enfermos.

“Necesito ver más evidencia”, advirtió el Dr. Garth Denyer, un médico en el rico suburbio de Houston conocido como Woodlands. “Espero ver más datos sobre su seguridad”.

Michael Slattery, quien ha sido VIH positivo desde 1983, toma metformina y rapamicina porque es probable que el virus acorte su vida. “Siento que no tengo nada que perder”, afirmó este consultor en biotecnología retirado. Hasta el momento, no ha notado ningún efecto secundario o beneficio. Pero su pareja, que también es seropositivo, dejó de tomar rapamicina después de contraer infecciones renales.

Otros pacientes siguen siendo optimistas, aunque es poco probable que la evidencia sea definitiva en el futuro cercano.

Linda Mac Dougall, de Port Hueneme, participó en un pequeño estudio que carecía de un placebo. La mujer no está segura de que haya tenido algún efecto. “Realmente no he notado nada, pero eso no significa que no haya funcionado”, afirmó esta masajista de 70 años, especializada en personas mayores. “Si vivo hasta que tenga 110, lo sabremos”.

Taylor es corresponsal sénior para Kaiser Health News, una publicación editorial independiente, de Kaiser Family Foundation.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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