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Los 49ers de Cal State Long Beach tienen una historia compleja, pero vale la pena apoyarla

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Juguemos a la asociación de palabras, al estilo California. El tema es los “49ers”. ¿Qué es lo primero que viene a la mente? La fiebre del oro, por supuesto. Un equipo de fútbol americano en San Francisco, sin duda. Un buscador de oro canoso, con un burro y un pico, probablemente. “Oh My Darling, Clementine”, para nosotros, los más veteranos.

¿Qué tal pensar en “maníacos genocidas”?

Esa es la asociación que el senado estudiantil en Cal State Long Beach está debatiendo. El grupo considera actualmente una resolución titulada “Jubilación de Prospector Pete y la disociación de la era de la fiebre del oro”, sobre la que el gobierno estudiantil votará antes del final del semestre de primavera, este 25 de mayo. Se trata de la última generación de los 49ers que lucha con el legado del apodo de los equipos deportivos de la universidad, su mascota parecida a Jay Leno y una estatua coloquialmente llamada “Prospector Pete”, que vigila el patio del campus.

“Múltiples académicos han citado a los buscadores de oro de California, también conocidos como los ‘49ers’”, sostiene la resolución, “como culpables de actos violentos y genocidas contra los pueblos indígenas de California”.

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Para agravar la sensibilidad en Long Beach, hay otro problema: el campus se encuentra dentro de Puvungna, un pueblo para las personas Tongva, que consideraron su hogar a la mayor parte de lo que hoy es el condado de Los Ángeles, hasta que Junípero Serra estableció el sistema de misiones. El área también es sagrada para otras tribus del sur de California que creen que es allí donde Chinigchinich, una deidad importante en sus religiones, se reveló. Como resultado, los activistas indígenas americanos han estado en desacuerdo con la universidad durante décadas, especialmente después de que las autoridades educativas intentaran alquilar un tramo de Puvungna a un desarrollador, a principios de la década de 1990.

El voto del senado estudiantil es consultivo. Será un comité de administradores, profesores, estudiantes y exalumnos el que finalmente decidirá el futuro de Pete. La escuela ha eliminado en gran medida el nombre de los 49ers en las últimas dos décadas, al impulsar el grito de guerra alternativo “¡Vamos Beach!” (Go Beach!).

Estos acontecimientos molestaron a muchos exalumnos de Cal State Long Beach y generaron burlas de los críticos conservadores, que desestiman la iniciativa del senado estudiantil como una postura políticamente correcta. Yo creo que simplemente están siguiendo la gran tradición de California, de elegir otras mascotas cuando una nueva generación encuentra ofensiva a la anterior (como el cambio de los Indians, de Stanford, al Cardenal, en 1972) o quiere burlarse de la idea de las mascotas [de ahí las Babosas de Plátano (Banana Slugs) de UC Santa Cruz, o los Osos Hormigueros (Anteaters) de UC Irvine].

Pero para los actuales 49ers de Cal State Long Beach que detestan su apodo, les ofrezco este desafío: piensen aún más ampliamente sobre la historia que profesan, que representa el mal.

Durante la fiebre del oro, ¿la gente mató indígenas en California? Absolutamente. En su magistral libro de 2016 “An American Genocide: The United States and the California Indian Catastrophe, 1846-1873” (Un genocidio estadounidense: Estados Unidos y la catástrofe indígena de California, 1846-1873), el profesor de historia de la UCLA Benjamin Madley documentó cómo los justicieros, soldados y ciudadanos comunes masacraron a la población nativa de California hasta el punto de pasar de 150,000 personas a sólo 30,000 (para saber cómo esos mismos yanquis también atacaron a los mexicanos durante esa época, se puede leer “The Decline of the Californios”, del fallecido profesor de Cal State Northridge Leonard Pitt).

Pero, ¿Todos los 49ers mataron? No.

Hasta que supe sobre el debate de Cal State Long Beach, siempre pensé que “49ers” simbolizaba una idea mayor que la de hombres extrayendo pepitas de oro. Después de que John Sutter encontró oro, parafraseando el título de un famoso libro sobre la época, el mundo se precipitó hacia California. Fue un cambio demográfico enorme y global, y también el nacimiento de un estado de ánimo.

El sueño de California -la creencia de que la oportunidad vive aquí- todavía nos da forma, ya sea que nuestros antepasados fueran okies o gente de Iowa; seamos refugiados hondureños o persas adinerados. Ese espíritu de la fiebre del oro es lo que hace que este sea el mejor estado, y deja a los farsantes -como Tennessee o Texas- aferrándose a voluntarios y cuernos largos, o cualquier otro mito colectivo que enseñen a los niños.

Los buscadores de oro eran más complicados que el estereotipo. Se burlaban de los peores de ellos llamándolos “Pikers”, una referencia a la gente del condado de Pike, Missouri, que tenían fama de despiadados. Incluso décadas después, el legendario escritor satírico H. L. Mencken describió a los Pikers de California como un “tipo de campesino singularmente atrasado”.

Los 49ers tampoco eran todos blancos. En Cal State Long Beach, la estatua del campus debería ser rebautizada como Prospector Pedro, para honrar a los mexicanos, chilenos y peruanos que llegaron en la década de 1850. O el equivalente chino de Peter. Fueron inmigrantes latinos y asiáticos los que introdujeron las técnicas de minería en los campos de oro, que todos los demás copiaron. ¿Y su recompensa? Linchamientos y leyes discriminatorias aprobadas por la Legislatura de California.

Respetaré lo que Cal State Long Beach decida hacer con Prospector Pete y el apodo de los 49ers: de todos modos, yo soy un Bruin, de UCLA. Pero la universidad tiene una poderosa oportunidad para reclamar el término 49er y enseñar al resto de California más sobre nuestra compleja historia.

La casa de estudios podría seguir el ejemplo de los alumnos de Savanna High School, en Anaheim. Durante décadas, su apodo de ‘Rebeldes’ fue una referencia directa a la Confederación. Estrellas y franjas decoraban el gimnasio, y la banda de música de la preparatoria tocaba “Dixie” durante los encuentros, frente a una estatua de Johnny Reb. El año pasado, los estudiantes decidieron deshacerse de los disparates confederados, pero mantuvieron el nombre de Rebeldes.

¡Vamos Beach!

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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