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Estudiantes de Los Ángeles se unen a huelgas y acciones en todo el país para recordar a las víctimas de Parkland, y presionar por el control de armas

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En Hamilton High School, la protesta comenzó con un joven y un megáfono.

Ari Elkins, un estudiante de último año, estaba de pie en el patio delantero de su escuela, en Palms, y con voz firme y fuerte gritó: “¡No más silencio! ¡Pónganle fin a la violencia armada!”.

Segundos después, cientos de sus compañeros salieron por las puertas dobles del edificio.

Tranquilos y desafiantes, se unieron a decenas de miles de estudiantes, este miércoles, en una histórica huelga nacional, exactamente un mes después de que un atacante irrumpiera en una escuela de Parkland, Florida, y matara a 17 personas.

En todo el país, los adolescentes organizaron protestas de 17 minutos, en honor a cada una de las víctimas. Así deseaban mostrar los efectos de la violencia con armas de fuego e impulsar a los líderes políticos a tomar medidas para evitar futuras masacres, dentro y fuera de los campus.

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En Parkland, en Marjory Stoneman Douglas High School más de mil estudiantes se reunieron por primera vez en el campo de fútbol, y muchos realizaron una caminata espontánea de dos millas, hasta un parque donde cruces blancas para cada una de las víctimas del tiroteo formaron un monumento improvisado.

Para muchos jóvenes, la protesta no fue solo un momento sino el inicio de un movimiento, el comienzo de una era en la que su generación, alimentada por el miedo, la ira y la impaciencia, optó por movilizarse y exigir la atención del mundo.

El próximo 24 de marzo, se espera que miles de jóvenes participen en un evento separado, March for Our Lives (Marcha por nuestras vidas), organizado por los sobrevivientes del tiroteo en Parkland. Se esperan muchas protestas vinculadas durante ese día, en todo el país.

“Los estudiantes están cansados de esperar a que sus padres hagan algo al respecto”, afirmó Deshone Johnson, de 15 años y estudiante de segundo año en Hamilton. “Ahora este es nuestro trabajo”.

En las semanas previas a la huelga, los estudiantes tomaron el control, con orientación proporcionada por Empower, el brazo juvenil de la organización Women’s March. Así, usaron las redes sociales para difundir su mensaje, con hashtags y videos. Hicieron letreros, pancartas y camisetas, y eligieron el naranja, usado por los cazadores con pistolas para protegerse unos de otros, como el color de su elección.

Los alumnos de casi 3,000 escuelas de todo el país abandonaron sus clases, con o sin aprobación oficial. Algunos persistieron a pesar de los cierres y las amenazas de suspensiones y los descensos de calificaciones.

En Washington, D.C., los jóvenes se sentaron en silencio durante 17 minutos, de espaldas a la Casa Blanca. En Nueva York, entonaron cánticos y marcharon por las calles. En Sacramento, llegaron en autobús para protestar contra la Asociación Nacional del Rifle (NRA).

En Los Ángeles, los alumnos se levantaron de sus asientos a las 10 a.m. y salieron a las aceras, a los campos de césped, a los auditorios y jardines. Gritaron desde megáfonos, recitaron poemas e hicieron silencio. Muchos también llevaron a cabo campañas de registro de votantes. En Granada Hills High School, se alinearon para deletrear #ENOUGH en su campo de fútbol.

“Tal vez si ven que realmente lo tomamos en serio, que ya no podemos soportar más, van a efectuar un cambio”, aseguró Evelyn Sánchez, de 17 años, alumna de Garfield High School. Evelyn, miembro del gobierno del cuerpo estudiantil, se inspiró para salir de su clase por la historia de su propia escuela.

En 1968, miles de alumnos de Garfield y otras organizaron los “estallidos” del lado Este, huelgas que duraron más de una semana y mediante las cuales se exigieron mejores condiciones de aprendizaje para los estudiantes estadounidenses de origen mexicano.

A medida que los jóvenes en Garfield salían de sus aulas, el miércoles, caminaron junto a carteles que conmemoraban el 50º aniversario de los estallidos y se dirigieron al campo de deportes para una asamblea. Corazones de papel naranja, cada uno con el nombre de una víctima del tiroteo en Parkland, adornaban una valla metálica.

Los líderes estudiantiles se turnaron ante el micrófono y hablaron apasionadamente. Uno de ellos le pidió a la audiencia: levanten la mano si se sienten seguros en la escuela. Casi ninguna mano se levantó.

En estos días, muchos luchan por no tener miedo cada vez que escuchan una voz en el intercomunicador. Para Deshone, de Hamilton, Parkland fue un momento crucial. Lo que sucedió allí convirtió su miedo en enojo. Su hermana, de cinco años, recientemente realizó un simulacro de tirador activo en su jardín de infantes. El joven reza para que ella nunca experimente una situación real. “Es triste”, dijo. “No puede captar el concepto de vida o muerte aún, y sin embargo tiene que [aprender a] luchar por ello”.

Los estudiantes de Venice High School trasladaron 17 escritorios en el patio delantero. En una sola fila, 14 alumnos y tres maestros se acercaron a los escritorios y colocaron flores.

April Cuarenta, de Watts, habló en nombre de Helena Ramsay, quien murió tratando de proteger a un amigo. “Helena Ramsay”, expresó con voz quebrada. “Tenía 17 años”.

“Estaba muy emocionada”, confesó April después. “Ella tenía 17 años. Yo tengo 17 años. Quiero decirle a su familia que entiendo cómo le arrancaron la vida”.

Aunque la mayoría de los estudiantes de Los Ángeles permanecieron dentro de sus escuelas, un gran grupo del Los Angeles for Enriched Studies, una escuela magneto de Mid-City, marchó por el concurrido La Cienega Blvd. Los autos tocaban sus bocinas en apoyo, y los jóvenes regresaron a sus clases a las 11:20 a.m.

“Unirme con mis compañeros; luchar todos por algo tan simple con lo que nos podemos relacionar... fue algo realmente hermoso”, aseveró la estudiante de tercer año Lila Roan O’Connell.

La redactora del Times Joy Resmovits y la corresponsal especial Jenny Jarvie contribuyeron con este informe.


Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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