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A sus 55 años, la Aguja Espacial de Seattle recibirá una ‘lavada de cara’ de $100 millones de dólares

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Comenzó como un crudo boceto en una servilleta de cóctel. Alguien pensó que parecía un platillo sobre un palo. Cuatrocientos días, $4.5 millones y 605 pies más tarde, se alzaba majestuosamente sobre la Feria Mundial de Seattle de 1962; como un platillo en un palo.

Sus creadores querían llamarla Space Cage (celda espacial), lo cual no tenía sentido. Más tarde acordaron en bautizarla Space Needle (Aguja espacial), ignorando el platillo en la parte superior.

Así, fue inaugurada 1962 como la estructura más alta al oeste del Mississippi. Hoy, a los 55 años, se ha reducido a la sexta más alta, en Seattle.

Allí, Elvis cantó y filmó “Sucedió en la Feria Mundial”. Warren Beatty interpretó a un periodista que intentaba resolver un asesinato político en “The Parallax View”. Durante un tiempo se la pudo ver semanalmente a través de las puertas corredizas de vidrio de “Frasier”.

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Cuando los Beatles llegaron a la ciudad, se les preguntó si habían visitado la ‘Aguja’. La habían visto desde lejos, respondió John Lennon, “pero le tengo miedo a las alturas”.

Ahora ha existido lo suficiente como para que habitualmente se la llame la “emblemática Aguja Espacial” de Seattle. Pero si lo icónico es sinónimo de viejo, este monumento está a punto de enmendar ese concepto.

Después de recibir a su visitante número 45 millones en 2007, y con un promedio actual de más de un millón de turistas anualmente -lo cual la convierte en la atracción turística número 1 del noroeste-, la estructura en forma de reloj de arena sobre la cual pareciera haber aterrizado un OVNI recibirá un lavado de cara.

Si bien ha tenido varios en el camino, éste fusionará el pasado con el futuro. El cambio de imagen, que comenzó en septiembre pasado, incluirá una característica que los constructores originales querían pero no pudieron lograr en ese entonces: un piso de vidrio en su restaurante giratorio, el SkyCity -actualmente cerrado- en el nivel de 500 pies.

Knute “Skip” Berger, consultor de historia de a Aguja, dice que la torre ayudó a dar forma a la identidad de Seattle.

“Era una fantasía de gran altura en una ciudad de poca altura”, señala, sobre el origen de la torre, que hoy se eleva sobre el Seattle Center, el antiguo recinto ferial mundial. “Ayudó a los habitantes de Seattle a ver nuestro trabajo urbano en progreso, a comprender nuestra compleja geografía y mostrar el hermoso entorno natural. “Durante mucho tiempo pensé que era nuestra respuesta al Monte Rainier. Somos una urbe que quería ser conocida como una ciudad del futuro, no como un lugar portuario al lado de un volcán”.

Las vistas panorámicas que atraen a los comensales y a otros visitantes también se ampliarán en la plataforma de observación por encima de SkyCity. En ella se están instalando nuevas ventanas desde el piso hasta el techo para ampliar las agudas perspectivas visuales (si el clima lo permite) de Seattle, Puget Sound y las montañas circundantes -Rainier, Mt. Baker, las Cascadas y Olympics.

Los funcionarios sostienen que su compañía privada espera gastar hasta $100 millones en la renovación del histórico monumento, que se completó en poco más de un año y que fue apodado “la maravilla de los 400 días” por la empresa U.S. Steel.

Las renovaciones anteriores incluyeron la adición de un segundo restaurante informal y un servicio de banquetes en el nivel de los 100 pies, en la década de 1980, aunque los críticos consideraron que se trataba de una intrusión tanto en la historia como en el elegante diseño final de la Aguja de John Graham.

Los funcionarios actuales consideran que los nuevos cambios serán bienvenidos por los turistas y atraerán a más locales. “Creo que después consideraremos éste como un momento crucial en la historia de la Aguja Espacial”, afirmó Jeff Wright, presidente de Space Needle LLC, cuyo padre, Howard S. Wright, fue uno de los constructores originales y luego compró las partes a sus socios. “Este proyecto nos conecta con nuestras raíces, con la visión que tuvieron mi padre y sus socios cuando construyeron la Aguja Espacial, en 1962”, aseguró Wright en un comunicado, “y nos guía hacia el futuro para que las nuevas generaciones disfruten”.

Louise y Robert Workman, una pareja de Virginia que descendió en el área de observación desde uno de los tres ascensores externos de la Aguja en un día reciente, dieron la bienvenida a las mejoras. “Hemos venido aquí en cada visita [a la ciudad] y también hemos traído amigos”, afirmó Louise Workman, de 45 años. “Me encantan las vistas y parece que mejorarán aún más”.

Un hombre oriundo de Seattle, Mark Miller, de 55 años, aseguró que a menudo lleva visitantes a la Aguja, pero ese día estaba solo. “Escuché que mucha gente de aquí nunca ha estado en este sitio. Se están perdiendo de algo bueno”, dijo.

Para llevar a cabo esta remodelación, los trabajadores elevaron recientemente una enorme plataforma de construcción con forma de rosquilla -de 28,000 libras- alrededor de la estructura de acero del trípode de la Aguja, anclándola en el nivel de los 500 pies y encerrándola para proteger a los trabajadores y la gente por debajo. Se espera que la fase de construcción inicial finalice en junio próximo, seguida de una etapa de pintura, renovación de ascensores y la finalización de un nuevo restaurante y salón. “La gente verá partes de la estructura original que no se han visto desde que los trabajadores la construyeron”, afirmó el historiador Berger.

Hace pocos días, los trabajadores encontraron una cápsula del tiempo oculta en las vigas. Ésta había quedado cubierta durante una remodelación anterior, para ser luego olvidada. Con cierta fanfarria, la cápsula fue abierta. Contenía menús, boletos y artículos que no eran exactamente reliquias, sepultados sólo 20 años después de la inauguración de la Aguja.

Berger, autor de “Space Needle: The Spirit of Seattle” (La Aguja Espacial: el espíritu de Seattle), aseguró que el destino cultural de la urbe probablemente cambió con la concepción de la Aguja, esbozado primero en una servilleta por Edward Carlson, entonces presidente de Western International Hotels, en 1959.

“Puso un alfiler en el mapa de nuestro destino como una ciudad tecnológica”, estimó Berger. “No creo que sea una coincidencia que el fenómeno Amazon-South Lake Union [el auge de construcción] esté sucediendo a la sombra de la Aguja, o que Paul Allen y Bill Gates, que visitaron la feria mundial que la engendró, hayan construido estructuras literalmente al lado”.

La Fundación Bill y Melinda Gates está al otro lado de la calle, y el Museo de Cultura Pop de Allen, diseñado por Frank Geary, ocupa una esquina al pie del monumento. Una página de “Datos curiosos” en el sitio web de la Aguja comparte esta nota histórica: “En 1966, Bill Gates, por entonces de 11 años, copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates y cofundador y expresidente de Microsoft, ganó una cena en el restaurante Space Needle, ofrecida por su pastor. Gates debió memorizar los capítulos cinco, seis y siete del Evangelio de San Mateo, más conocido como el Sermón de la Montaña, y lo recitó sin problemas”.

Dice Berger: “Sin la Aguja, sospecho que Seattle sería una ciudad con menos ambiciones y, probablemente, una gran muralla de feos rascacielos genéricos”. Se adapta a la utopía de Seattle sin tomarla demasiado en serio”.

O, tal como la divertida página de información de la Aguja recuerda: “[El monumento] mide aproximadamente 1,320 barras de caramelo Milky Way (605 pies) de alto”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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